La creciente marea de refugiados ucranianos que huye de la brutal invasión rusa llegaba el jueves al centro de Europa, mientras voluntarios y funcionarios aceleran los esfuerzos para procesar las llegadas, cuyo número, según un funcionario de la ONU, supera ya el millón.

Ante la intención de las fuerzas rusas de avanzar hacia Kiev y bombardear otras ciudades ucranianas hasta convertirlas en páramos, la agencia de la ONU para los refugiados dijo también que el conflicto parece destinado a desencadenar la mayor crisis de refugiados de Europa en este siglo.

En la semana transcurrida desde que el presidente Vladimir Putin ordenó el mayor ataque contra un Estado europeo desde 1945, la mayoría de los que escapan han cruzado hacia la Unión Europea -a cuya membresía aspira Ucrania- por el este de Polonia, Eslovaquia y Hungría y el norte de Rumania.

Las autoridades han montado tiendas de campaña para proporcionar ayuda médica y tramitar los documentos de asilo.

“He estado en Bangladés. Esto es tan malo como lo fue (lidiar con los refugiados) en Bangladés”, dijo Morteza Eshghparast, voluntario de la ONG alemana Help Dunya, mientras esperaba en la cola para volver a entrar en Ucrania en el cruce de Medyka, el más concurrido de Polonia a lo largo de su frontera de unos 500 kilómetros con Ucrania.

Los voluntarios apostados allí repartían bebidas calientes y sándwiches a los refugiados de aspecto cansado, algunos de los cuales viajaron durante días para escapar de los combates.

Polonia, cuya comunidad ucraniana ronda el millón de personas y es la más grande de la región, ha acogido una gran parte de las llegadas, y las autoridades calculan que hasta ahora han entrado unas 575,000 personas desde Ucrania. Sólo el miércoles cruzaron casi 100,000.

Como los hombres en edad de ser reclutados se han visto obligados a quedarse y ayudar en la defensa, por los cruces regionales están pasando sobre todo mujeres y niños a la UE.

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“Somos de Leópolis y decidimos huir porque oíamos a menudo las alarmas de los ataques aéreos”, dijo Natasha, de 23 años, que huyó con su madre en un auto y esperó dos días en la frontera eslovaca. “Agarramos nuestras posesiones y huimos”.

En el paso fronterizo rumano de Sighetu Marmatiei, donde han llegado más de 139,000 ucranianos, según las autoridades, Dmitry Rubanov esperaba con unos prismáticos tras viajar desde Londres para reunirse con su hermana Natasha Borzenkova y sus dos hijas, que habían huido de Járkov, duramente bombardeada.

“Tuve que dejar atrás a mi marido porque no se le permite pasar por la frontera y tuve que dejar atrás a mis padres porque tenemos familiares mayores a los que tienen que cuidar”, dijo Borzenkova tras reunirse con su hermano. “Muchas familias tuvieron que ser separadas”.

En Eslovaquia, donde han llegado cerca de 80,000 personas desde Ucrania, la trabajadora humanitaria Marian Cehelnik advirtió que las ciudades y pueblos podrían enfrentarse pronto a problemas logísticos al tratar de gestionar el creciente número de desplazados.

“La situación en la frontera se está organizando”, dijo Cehelnik, coordinadora de ayuda humanitaria de la ONG People in Need. “Nos preocupa que pronto se produzca un problema mayor en los pueblos y ciudades que reciben a la gente”.

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