Bajo el fuego cruzado de bombas reales, supuestas y el aluvión de desinformación, la central nuclear de Zaporiyia eleva al rojo vivo el nivel de tensión entre Moscú y Kiev, mientras en Europa crece la preocupación y se mira con cierta esperanza la visita, que promete ser complicada, de los inspectores del AIEA, la agencia internacional de energía atómica.

Rusia “ha llevado a Ucrania y al resto de Europa al borde de un desastre nuclear”, atacó al presidente ucraniano Volodimir Zelensky. La artillería ucraniana impactó en la zona de almacenamiento de isótopos radiactivos, denunciaron a su vez las autoridades municipales de Energodar, la ciudad ocupada por las tropas rusas donde se ubica la planta.

Tras la alarma dada por la desconexión ayer de la red eléctrica ucraniana, por primera vez en 40 años, a causa de los incendios provocados por los bombardeos de los que se han acusado mutuamente Kiev y Moscú, y los rumores contradictorios que se han ido persiguiendo en gran parte del día, hoy la compañía energética nacional de Kiev, Energoatom, anunció que la planta de energía ha sido reconectada y abastece a toda Ucrania.

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Durante los trabajos de reconexión de los dos reactores en funcionamiento, de los seis existentes, Energoatom había asegurado sobre el nivel de seguridad de la central que recibe la energía necesaria para sus necesidades internas “a través de una línea procedente del sistema eléctrico ucraniano”, negando las declaraciones en la televisión estatal de Moscú de Vladimir Rogov, un funcionario prorruso de la zona, que dijo que la energía se suministraría solo a las áreas ocupadas.

El propio Rogov, unas horas antes, había informado del estallido de un incendio en la zona de la central eléctrica.

Pero más tarde, las autoridades prorrusas que gobiernan el área, citadas por la agencia TASS, aseguraron: “No hay razón para evacuar a los residentes de las áreas liberadas de la región de Zaporiyia, la situación de la planta está bajo control”.

A la confusión se sumó también la distribución de tabletas de yodo a la población de la ciudad de Zaporiyia, controlada por Kiev, que se encuentra a 45 kilómetros de la planta nuclear.

“La situación en torno a la central nuclear sigue siendo extremadamente preocupante”, avisó el Alto Representante europeo, Josep Borrell. Y el presidente francés, Emmanuel Macron, advirtió contra “el uso de plantas nucleares civiles como instrumento de guerra” porque “la guerra en cualquier caso no debe socavar la seguridad nuclear del país, la región y la de todos nosotros”.

Mientras tanto, continúa la carrera de obstáculos de los preparativos de la misión del AIEA que podría tener lugar a principios de la próxima semana, según rumores recogidos pro The Wall Street Journal. Desde el ministerio de Energía de Ucrania llegan acusaciones contra las fuerzas rusas de que están tratando de impedir la misión de los inspectores.

Por su parte, Mikhail Ulyanov, representante permanente de Rusia ante organismos internacionales en Viena, comunicó genéricamente en Telegram que “se están haciendo los preparativos para la visita de la misión de la AIEA”. Cautela, pero también un mínimo de optimismo, expresó el director general de la organización, el argentino Rafael Grossi, para quien se trata de una “misión difícil”, pero que podría allanar el camino para la presencia permanente de expertos en la planta.

Sobre el terreno, los ataques rusos continúan incluso cuando, según la inteligencia británica, en general la ofensiva está estancada debido a la mala actuación de los generales de Moscú y la fuerte resistencia ucraniana.

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Dos civiles murieron y tres resultaron heridos durante los bombardeos rusos en la región de Járkov. También está bajo fuego la zona de Dnipropetrovsk, en el sur del país, donde la administración militar ucraniana ha contabilizado nueve ataques con misiles y artillería.

Los nubarrones siguen espesando el horizonte de esa paz que parece cada vez más lejana: las negociaciones con la Federación Rusa son una “sentencia de muerte”, sentenció Mikhailo Podolyak, el asesor más escuchado de Zelensky, en una entrevista con el diario Cerro Americano. El presidente “está claramente en contra”, enfatizó. 

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