El próximo domingo seis de junio los ciudadanos veracruzanos irán a las urnas para elegir a alcaldes, diputados locales y diputados federales. Al día siguiente de la elección los resultados indicarán si el pueblo le perdonó a Cuitláhuac García las insuficiencias de su gobierno o si la gente decidió castigar al partido en el poder por las fallas, corruptelas y negligencias que señalan la sociedad, los medios de comunicación y las personalidades que cuentan con representación política, empresarial o social.

En estos dos meses y días que faltan para las votaciones, el gobierno estatal realizará todas las acciones que acostumbra en apoyo a sus candidatos: comisionarán a sus mandos medios y superiores a los distritos electorales a realizar obras o acciones rápidas y de bajo costo. También visitarán a los liderazgos grandes y pequeños de cada región para convencerlos de sus fórmulas y propuestas de candidatos y para que los afines comiencen a llenar padrones de posibles votantes. 

Serán 70 días en que la sociedad pensante podrá analizar y reflexionar sobre el valor de su voto y sobre la actuación de la federación, del gobierno estatal, de los gobiernos municipales y sobre la actividades y logros de sus diputados federales y estatales de todos los partidos.

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Serán días decisivos e importantes porque lo que más estará en el pensamiento de los casi seis millones de votantes, serán los aciertos de la 4T y de los cuitlahuistas, que por desgracia son pírricos, y más que nada recordarán los seis grandes pecados de Cuitláhuac García Jiménez, que lo deben tener bastante preocupado porque no sabe cómo es que van a reaccionar los votantes ese estratégico día seis de junio. ¿Y cuáles son los seis pecados capitales del gobernador?

El primero y más importante es el de los bajos resultados de gobierno, plagados de subejercicios, devolución de recursos a la Federación, observaciones de auditoría federal, acrecentamiento de la deuda y asignación de contratos a dedazo puro sin respetar las leyes

El segundo pecado es el del grosero nepotismo, tráfico de influencias y corrupción que se practica en altos cargos en la administración estatal, ejemplificado por su incómodo primo Eleazar Guerrero e hijos, por la diputada Dorheni Cayetano, una jovencita inexperta y dicharachera que sale a relucir en muchas decisiones y eventos y que es señalada insistentemente por un cercano y misterioso parentesco con el gobernador. El jefe Atanasio García también ha sido observado realizando conferencias magistrales y placenteros recorridos con cargo al presupuesto público. 

El tercer pecado es el del circo en que ha convertido su lucha contra la delincuencia, donde cada semana informa cachazudamente la reducción de los delitos, mientras la población sufre imparables incrementos de violencia y criminalidad, reflejadas en asesinatos de políticos, ambientalistas, periodistas, productores, comerciantes, estudiantes y gente común, secuestros, robos de piso, robos a vivienda y comercio, desaparición de personas, feminicidios y hasta abigeato como el caso de los 187 novillos robados la semana pasada en la zona de Acayucan.

El cuarto pecado tiene que ver con la incapacidad de Roberto Ramos Alor el nefasto secretario de salud, acusado de todas las formas y fallas posibles, y aparentemente protegido por Rocío Nahle.  A este señor se le recuerda mucho la no aclarada asignación de contratos millonarios sin licitación y la falta de entrega de medicinas a niños enfermos de cáncer. 

El quinto pecado de Cuitláhuac tiene que ver con la nociva intromisión que hace en el Congreso del Estado y el Poder Judicial, instancias, otrora respetables que hoy son sumamente cuestionadas por la sociedad, por realizar su trabajo lejos de la legalidad y la honestidad. Los medios han evidenciado los interminables casos de irregularidades e ineficacia.

El sexto pecado es el persistente divorcio que Cuitláhuac tiene con la población, la que no conoce ni siquiera las pocas obras que ha logrado terminar. Por poner el ejemplo de la semana pasada, en que Cuitláhuac incrementó su presencia en redes sociales, mediante el video de una obra de pavimentación de camino del año pasado que inauguró hace meses en la Huasteca. En el mensaje vuelve a expresar una de sus muletillas insostenibles: “La obra no se conoce porque los medios de comunicación no vienen hasta acá”.  

Y basta una breve acotación al gobernante veracruzano. Los medios de comunicación son empresas con fines de lucro, constituidas bajo las leyes, que pagan impuestos y utilizan infraestructura propia y personal remunerado. No son clubes de amigos o periódicos escolares para difundir estados de ánimo o planes. Ese video y varios más que ha difundido, se publican en Facebook mediante una aportación previa, y son publicitados por la Agencia GoDesingMx que cobra puntualmente del presupuesto estatal. Si usted ve esos videos, podrá observar que los anuncian especifican que se trata de publicidad pagada.

Y la mayor parte de los medios a los que Cuitláhuac decidió pagar convenios, son portales o periódicos de papel que no tienen penetración ni reconocimiento y que quizá ni pagan impuestos. Luego entonces, las imágenes de esas pocas obras cuitlahuistas que difunden con criterios de cuarta, corren en las redes sin pena ni gloria junto a mensajes en broma, memes graciosos, chismes y eventos de familia o de barriada y superficialidades de todo tipo. 

Si Facebook o esa agencia no cobraran por el servicio de difusión, tampoco estarían “yendo” a esas comunidades a ver las obras de Cuitláhuac García. 

Otra muestra de divorcio que exhibe es su proclividad a culpar a otros de sus ineficiencias y a convertir en criminales a las víctimas de delitos. Los medios de difusión guardan cada uno de esos primitivos errores. 

Pero los próximos 70 días servirán para que cada quien en su soledad pueda pensar detenidamente si le sigue dando el voto al morenismo sin cambiar de canal, o si mejor prefiere pensar en el futuro de Veracruz y de su gente.

Y como estos son días de guardar, nos permitimos comunicarles que estaremos con ustedes hasta el día lunes 5 de abril. 

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