La cumbre del BRICS, celebrada la semana pasada en Kazán, pretende ser histórica, y los pormenores del desarrollo del bloque demuestran la tendencia mundial hacia una redistribución de fuerzas, afirma Fiódor Lukiánov, redactor jefe de la revista Russia in Global Affairs y presidente del Consejo de Rusia para Política Exterior y de Defensa.
Según el experto, la reunión de este año de los países BRICS ha sido la primera en formato ampliado, y el mérito de la cumbre de Kazán reside en que se ha resuelto el dilema de si la prioridad debía ser la ampliación de la comunidad o la profundización de la interacción mediante la institucionalización: una cosa sin la otra es imposible.
“La principal función del BRICS es antimonopolista”
Lukiánov señala que el trabajo del bloque tiene dos dimensiones: la actual y la de largo plazo. En la primera dimensión, apunta, “no hay milagros”, los países consiguieron alcanzar un consenso básico sobre cuestiones internacionales clave, y el documento final dice mucho sobre la necesidad de mejorar las instituciones actuales, más que sobre la reconstrucción del mundo.
Sin embargo, según el politólogo, a largo plazo, el BRICS refleja “la quintaesencia de la tendencia mundial hacia la redistribución de fuerzas y la reestructuración del sistema internacional”.
“Lo que está surgiendo es un espacio paralelo al que existe en torno a las instituciones e intereses de Occidente como dominante familiar y aparentemente inmutable. En cierto sentido, la principal función de los BRICS es antimonopolista: garantizar la competencia restringiendo al monopolista, en este caso a escala mundial”.
Señala que no es el BRICS el que inicia este proceso, sino al contrario: los cambios internacionales se reflejan en esta comunidad. “De repente resultó ser la más adecuada para ponerlos en práctica”.
Un nuevo tipo de relación en lugar del “dominio del dólar”
Lukiánov indica que el “núcleo de la transformación” es la hegemonía financiera y de pagos de Estados Unidos, cuya fuerza reside, entre otras cosas, en la conveniencia del dólar para el gran público internacional.
“Es un logro que todos los miembros y socios de los BRICS sean muy conscientes de los problemas asociados al dominio del dólar. Y están dispuestos, en principio, a trabajar en un sistema paralelo”, afirma. Como apunta el analista, la complejidad de este proceso radica en que no se trata de sustituir el dólar por otra moneda, sino de crear “un tipo diferente de relación basada en diversas modalidades de comercio y movimiento financiero”.
No un conflicto, sino diversificación
Además, indica que todos los participantes y socios de los BRICS sienten la necesidad de subrayar que no están creando un “antimundo”.
“Todas las iniciativas de los BRICS no tienen como objetivo el conflicto, sino la diversificación, la creación de oportunidades para eludir a Occidente, sin su participación”, indica.
Lukiánov concluye que el conflicto de todos modos será inevitable, pero al menos “no es el objetivo de la comunidad emergente”.