En su último comunicado como vocero de la Arquidiócesis de Xalapa, el presbítero José Manuel Suazo Reyes resume que este domingo suena en la familia católica el jubiloso mensaje de que ‘ha nacido un salvador, que es el mesías, el señor’.

El religioso recordó que la liturgia Católica contiene muchos pasajes bíblicos que hacen alusión a la fiesta de la Natividad de Jesús y que la alegría de esta fecha se expresa en los cánticos, las luces de múltiples colores, los buenos deseos de paz, alegría y felicidad y las reuniones de familia o convivencia de amigos; los que están lejos regresan a sus lugares de origen para estar con sus familiares y los que no pueden hacerlo buscan mostrar su cercanía de muchas maneras. 

En su mensaje dominical expuso que, así como la narrativa bíblica habla del rechazo o indiferencia que enfrentó el hijo de Dios, ese dato bíblico nos hace reflexionar sobre la realidad que vive el hombre contemporáneo

“El hombre moderno está muy ocupado o distraído en tantas banalidades. No tiene tiempo para los demás; no tiene tiempo para lo que es fundamental, tampoco tiene tiempo para Dios. Su pequeño mundo, son sus ocupaciones, sus intereses o sus distracciones.”

Además, reflexiona: “No se tiene tiempo ni lugar para Dios. Lo que se refiere a Dios, nunca parece urgente ni tan necesario. La agenda del hombre moderno está completamente ocupada. El hombre contemporáneo se ha llenado tanto de sí mismo que ya no le queda espacio para Dios. Y, si no existe espacio ni tiempo para Dios, tampoco queda espacio para los demás, para los niños, los pobres, los inmigrantes, los excluidos.”

Para Suazo Reyes el olvido de Dios trae los signos de la muerte como son las injusticias, el desprecio por la vida, el asesinato, el secuestro y todo tipo de expresiones de maldad. 

“Celebrar la navidad es entonces una bella oportunidad para renovar el modo como vemos el mundo y el modo como nos vemos a nosotros mismos. Necesitamos abrir las puertas a Dios y a lo trascendente, dejar el egoísmo y el individualismo para dar un espacio a los demás y permitir que Dios entre en nuestro interior y lo purifique”, finalizó

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