La mediatizada “renuncia voluntaria” del secretario de seguridad pública de Veracruz, parece haber sido provocada por las revelaciones del caso Guacamaya Leaks que están cimbrando al gobierno de la república y a varios gobiernos estatales, aunque insistan en negarlo. Incluso, en la conferencia mañanera del miércoles pasado en Ciudad Victoria, Tamaulipas, el presidente quiso minimizar el asunto y hasta alardeó de que “la guacamaya se volvió zopilote”. 

La salida de Hugo Gutiérrez Maldonado por la puerta de atrás el jueves pudo haber sido impulsada por el secretario de la defensa nacional, en un intento de comenzar a vacunar al régimen lópezobradorista, dada la alta posibilidad de que Guacamaya Leaks continúe desvelando y publicitando datos duros, de esos que no le agradan al presidente.  

El general Luis Crescencio Sandoval lo había exhibido en la conferencia mañanera (en una foto con los ojos tapados), acompañando a uno de sus colaboradores, ahora acusado de la desaparición de un elemento policial que ocupaba un cargo en la policía vial en el municipio de Veracruz.

Anuncios

Las dudas sobre el exfuncionario estaban sembradas: todo mundo se preguntaba cómo era posible que esos datos obtenidos por hackers, en el sentido de que en Veracruz se apoyaba a delincuentes y hasta a cárteles, plasmados en los propios archivos confidenciales de la SEDENA, no fueran suficientes para tomar decisiones drásticas respecto a la continuidad o separación de él y de los demás mandos principales de seguridad pública en el estado jarocho. 

A la sociedad veracruzana que conoce la infinidad de crímenes y casos delincuenciales en el territorio, que contradicen los complacientes informes que emanan de las famosas mesas semanales sobre seguridad, sólo le bastaban las tarjetas dadas a conocer por Guacamaya en las que hasta al gobernador se le involucró, mencionando su apoyo a criminales.

Y si a ello se le agregan el reciente asesinato de una profesora en Xalapa, y el último atentado a un abogado en su despacho del primer cuadro de la ciudad capital (a menos de cien metros del palacio de gobierno), que han indignado a la gente que ya no quiere más inseguridad ni más nota roja en la entidad, las circunstancias estaban muy cantadas para que seguramente desde palacio nacional se tomara la decisión de despedir al señor Gutiérrez Maldonado, con todo y su presumida cercanía familiar con la primera dama del país. Y tal como ocurrió, esa defenestración era importante hacerla antes del cuarto informe de Cuitláhuac García, el 15 de noviembre próximo.

Basta con leer la parrafada y observar la redacción de esa renuncia, para comprobar el nivel de este personaje habilitado como secretario de seguridad pública en Veracruz, cuyos resultados en cuatro años de morenismo, resultan ser de los peores que ha habido en esa área, una de las más cuestionadas en el gabinete cuitlahuista.

La conclusión que puede darse es que ese “zopilote” que vio López Obrador fue más que suficiente para llenar de estiércol al gobernador de Veracruz, para visualizar el pantano del palomo más honesto de la cuadra cuatroteísta y para llevarse entre sus garras a Hugo Gutiérrez y posiblemente también a sus desordenadas hordas de la inseguridad y la impunidad.

Publicidad