La oferta cultural en la ciudad de Quebec es inmensa, solo recorrer sus calles enmarcadas por su muralla implica un viaje al pasado. Sus inmuebles históricos incluyen hoteles convertidos literalmente en museos, como el Auberge Saint-Antoine.

Los dueños del hotel se dieron a la tarea de restaurar los vestigios que estaban enterrados en el suelo a lo largo de varios siglos y fueron descubiertos durante las obras de construcción. Ahora, estos objetos son mostrados en mamparas especiales colocadas en los muros de cada uno de sus pisos y en las puertas de las habitaciones.

El Chateau Frontenac, el hotel más fotografiado del mundo, ubicado en una colina a la orilla del río San Lorenzo, ofrece lo propio. En este emblemático lugar se tomaron decisiones importantes durante la Segunda Guerra Mundial por parte de las fuerzas aliadas, representadas por el presidente de Estados Unidos, Franklin D. Roosevelt, y el primer ministro británico, Winston Churchill.

Quebec es universal y se abre a todas las culturas y expresiones artísticas del presente y del pasado. Como muestra de eso el Museo Nacional de Bellas Artes de Quebec, del otro lado de la ciudad, presenta la exposición Frida Kahlo, Diego Rivera et le modernisme mexicain, de la colección de Jacques y Natasha Gelman.

El público que acude al Museo Nacional de Bellas Artes es recibido en la antesala por una enorme reproducción del Autorretrato de Frida Kahlo con changos, obra que también se utilizó para el folleto promocional de las actividades del mes en el recinto cultural.

El siguiente paso es caminar ante las mamparas de la muestra curada por André Gilbert y Annie Gauthier, directora del proyecto de la exposición, para quienes “Frida Kahlo y Diego Rivera son una de las parejas legendarias de la historia del arte, se sentaron en la cima y continúan marcando la imaginación con su extraordinario destino, y esto, a más de 50 años después de su muerte. Ambos son reconocidos mundialmente tanto por su apasionada historia como por su excepcional contribución al arte moderno”.

La muestra reúne obras no solo de esta excepcional pareja, sino también de creadores mexicanos modernos, entre ellos: María Izquierdo, David Alfaro Siqueiros y Carlos Orozco Romero. Para que el público los pueda ubicar en la época en la que vivieron, se exhiben fotografías de Manuel y Lola Álvarez Bravo, quienes se encuentran entre los fotógrafos latinoamericanos más importantes del siglo XX.

La exhibición está conformada por alrededor de 150 piezas, dentro de las que destacan 20 obras de Frida Kahlo, 10 óleos y 10 pinturas en papel, entre ellas el autorretrato de Frida Kalho Diego en mi mente.

Para ilustrar la relación de Frida y Diego, los curadores colocaron una fotografía donde aparecen ambos personajes. La imagen fue tomada por Martin Munkasci y pertenece a la colección Jacques y Natasha Gelman.

Las fotografías de Frida Kahlo a todo color también se llevan las miradas de los visitantes, quienes se acercan a ver el nombre del autor de esas imágenes, Nickolas Muray.

Por supuesto que también hay un apartado sobre la fridamanía, pues a la pintora mexicana se le identifica como una precursora del feminismo en el mundo, además de que se ha convertido en un referente cultural por la temática de su obra y por misma existencia.

Los curadores indican que “Frida fue herida de gravedad en su juventud durante un accidente de autobús, y durante su convalecencia estuvo pintando. Feminista, socialista y fundamentalmente inconformista, esta artista, produjo solo 143 pinturas durante toda su carrera y también se interesó profundamente en la cultura popular e indígena. Kahlo con frecuencia hizo de su propia vida el sujeto de sus pinturas y produjo autorretratos de gran intensidad emocional que reflejan su sufrimiento físico y psicológico”.

Más adelante los curadores refirieron que Diego Rivera, formado en la pintura de vanguardia, a partir de 1921 creó “un tipo de pintura que hablaba a las masas populares y se le considera una de las principales figuras del muralismo mexicano”.

Y ADEMÁS

VISITAS GUIADAS PARA PEQUEÑOS

El museo ofrece diversas actividades para niños de 4 a 17 años, a fin de vincularlos desde temprana edad con las artes. Se ofrecen talleres de dibujo, pintura y escultura así como encuentros con artistas y visitas guiadas. En el caso de la exposición dedicada a Frida y Diego las visitas guiadas para niños que asisten con sus maestros y compañeros de grupo son muy exitosas. Invariablemente se puede observar a los pequeños que son llevados paso a paso de la mano de una guía que les explica de manera accesible las obras de arte que capturan su imaginación. Hacen una parada frente a las representaciones de los murales que Diego Rivera pintó en 1928 en la sede la Secretaría de Educación Pública (SEP).

Publicidad