A medida que pasa el tiempo, nuestro cuerpo cambia: nos volvemos menos ágiles, más dependientes. Para que el envejecimiento no haga mella en la salud mental de los mayores, gestionar las emociones es una pieza clave del puzle. Pero, ¿cómo?

Desde el Hospital Universitario General de Villalba, la doctora Nuria El Kadaoui, jefa del Servicio de Geriatría, fomenta el control de las emociones a través de un taller que da voz a los pacientes y a sus experiencias.

En una entrevista El Kadaoui ahonda en el valor de este tipo de talleres y alienta a los pacientes a participar en ellos.

Las tres claves para la gestión de las emociones en la tercera edad

El paso del tiempo nos pasa factura a todos. Y precisamente por ello, saber adaptarse a las nuevas situaciones que se comienzan a desarrollar con la edad es una pieza clave.

Manejar las emociones y no acumular aquellas que son negativas son los puntos sobre los que debemos apoyarnos llegados a una edad.

La doctora El Kadaoui señala la comunicación como el concepto base, al mismo tiempo que facilita una serie de consejos que se dividen en los siguientes puntos:

  1. Atención. Muchas veces las personas mayores no reciben la atención que requieren, se les aísla. ¡Cambiémoslo!
  2. Compañía. La experta indica la soledad como una de las principales preocupaciones en la tercera edad. Se pierden amigos y familiares por el camino, al igual que las capacidades físicas y mentales, haciendo sentir a los mayores más vulnerables.
  3. Palabra. El humano tiene un tesoro añadido que no tienen otras especies: la palabra. Y la palabra es absolutamente sanadora. Hablar de cómo nos sentimos nos ayuda a gestionar nuestras emociones.

Lo emocional y lo físico van de la mano

Las emociones son universales, necesarias, y la gestión de las mismas puede llevarnos a verdaderos problemas de salud.

“La emoción tiene una traducción fisiológica en nuestro organismo”, explica la experta.

La jefa de geriatría del hospital de Villalba asegura que existe una relación directa entre emoción y salud. Es más, existe una expresión digestiva incuestionable de muchas emociones, como el nerviosismo o la inquietud.

La ira o la tristeza incontrolable y prolongada en el tiempo puede desembocar en depresión o ansiedad. Y, además, la ansiedad constante puede ocasionar en personas mayores una subida de tensión.

La cuestión es que, en nuestro cuerpo, todo está conectado. Dejar que una emoción, aún necesaria y universal, nos controle y sea la predominante, es, cuanto menos, peligroso.

Una mentalidad diferente

Pero, ¿por qué es tan complicado que las personas mayores manejen estas emociones con la misma facilidad que lo hacen los jóvenes?

Más allá del sentimiento de carga que muchos desarrollan ante la pérdida de capacidades, Nuria El Kadaoui apunta que se trata de un problema de cultura.

Las personas de edad más avanzada han vivido en una época donde lo emocional estaba descuidado, relegado en importancia. No existía la preocupación de hoy en día por lo emocional y la salud mental. La prioridad era el trabajo, necesario para la supervivencia, por lo que lo emocional se sobrellevaba en silencio.

La consecuencia directa de este tipo de prácticas es el desconocimiento que presentan a la hora de expresar y comprender lo emocional.

“Me siento mal pero no sé lo que me pasa“, es la queja con la que se suele topar la doctora en las consultas. Porque muchas personas mayores no son capaces de asimilar y comunicar lo que sienten.

Mayores y emociones: la importancia de saber gestionarlas

Además de los consejos ya facilitados, el hecho de organizar talleres emocionales para pacientes mayores es un recurso que funciona. Al fin y al cabo, las personas mayores encuentran un espacio seguro, reconfortante, donde expresarse, plantear dudas y ser comprendidos.

“Las emociones cumplen un papel fundamental en los procesos de adaptación a la vejez”, indica la doctora. 

Por eso, en el Hospital Universitario General de Villalba celebran este tipo de jornadas. Y, también por eso, Nuria El Kadaoui, como principal ponente de ellas, aboga por la extensión de estas prácticas a otros centros.

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