La simulación en el gobierno del estado de Veracruz llegó a su máximo nivel esta semana. Tres ejemplos dejan vergonzosa constancia. Por su relevancia, primero debe mencionarse el corriente discurso de la rectora de la UV en la presentación de su cuarto y último informe de actividades. A voz en cuello Sara Ladrón de Guevara llevó la genuflexión a ras del suelo -igual que lo hizo con Duarte y Yunes Linares- cuando expresó que el nombre de Cuitláhuac García pasaría a la historia en los anales universitarios. 

El mismo lunes el gabinete en pleno y algunos diputaditos distraídos acudieron al Museo de Ciencia y Tecnología de Xalapa (al que “brillantemente” le cambiaron el nombre) para aplaudir la entrega de un minúsculo y plástico doctorado honoris causa a Zenyazen Escobar, el secretario de Educación. Aún se desconoce qué logros o virtudes se premiaron.

El mismo día, Guadalupe Osorno, la secretaria de protección civil informó que Veracruz había obtenido el tercer lugar en participación en simulacros, a propósito de la promoción de acciones de prevención a la ciudadanía por contingencias ambientales o naturales. Toda una osadía publicitada en plumas sagradas y medios aplaudidores de la 4T.

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Todo lo anterior, sin contar con la noticia de que Veracruz está gestionando un nuevo préstamo de 2 mil millones de pesos, olvidando aquel sentido ofrecimiento de que no se endeudaría al estado. Pero lo más grave es que esta reiterada simulación veracruzana del gabinete cuitlahuista es apadrinada gozosamente por el propio presidente de la república. 

El viernes pasado AMLO fue a San Rafael a decir que ya resolvió un problema de inconformidades de la autopista Cardel-Poza Rica, en proceso de construcción, prometiendo nuevamente, arreglar las carreteras destrozadas. Esta semana dijo que este fin de año será inaugurada la autopista. Si se refiere al tramo donde vino a dar el discurso, cabe recordar que esa parte (San Rafael-Gutiérrez Zamora) fue inaugurada por Peña Nieto a mediados de 2018. 

Pero si se refiere al trayecto mayor, el de San Rafael-Laguna Verde, este tiene espacios sin derechos de vía liberados, entre ellos los del municipio de Vega de Alatorre, donde hay un complejo pleito legal con la familia Spinoso Carrera por 17 hectáreas, áreas ganaderas por donde se proyectó la obra carretera, y otro más, en el punto donde se hará la conexión con la autopista ya construida desde hace muchos años en la parte cercana a la planta nucleoeléctrica, rumbo al puerto de Veracruz. 

López Obrador debiera ser más enérgico con el gobernador morenista, a quien, sin tener las pruebas mínimas de resultados de fiscalización, le ha otorgado en discursos la medalla de la honestidad cuando menos en diez ocasiones, con el fin de defenderlo de las ácidas críticas de la sociedad por su pésimo desempeño. La saliva sigue traicionando al ejecutivo federal.

No contento con ese respaldo inmerecido, autorizó a que el Instituto Nacional de Acceso a la Información le entregara un premio de transparencia a nivel nacional al gobierno cuitlahuista. Paradojas del destino que hacen recordar el polémico premio Rising Star a la honestidad “Yo soy honesto” -otorgado al gobierno de Javier Duarte por Campaigns & Elections en 2011- que se halló arrumbado en la “bodega de la abundancia” localizada en Córdoba. 

En Veracruz se piensa que el presidente de la república no debe ser tan obsecuente con un gobernante del que hasta ahora no se conoce ninguna cuenta pública aprobada y tampoco ninguna obra importante de su gobierno. Y sobre auditorías, solo aquellas que la administración decide filtrar a los medios con fines aviesos.

Hasta ahora se comprueba que Veracruz mantiene el deshonroso primer lugar en malos gobernantes. La simulación, la opacidad, el nepotismo, la ineficiencia y la corrupción hacen estruendosa gala en el mandatario y en la mayoría de sus colaboradores principales que creen que nunca serán llamados a cuentas, olvidando también que el poder, como la juventud, con el tiempo se acaba.

Pero como andan enloquecidos con el poder, hasta por momentos suponen que son cuerdos, sensatos, ecuánimes, maduros, juiciosos, sabios… y si no, obsérvelos.

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