Por Elsa Ophelie Vázquez

Para mí, como en el Náhuatl, la poesía está implícita; no nace, ya está ahí. Es una lengua llena de imágenes y metáforas 

Yo soy mexicano, mexica, soy náhuatl y a mucho orgullo. Mi sangre tiene gotas de sangre azteca, entonces para mí esta es la identidad, y lamentablemente muchos de nuestros pueblos están desapareciendo, no físicamente sino espiritualmente

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Honor a quien honor merece, poeta veracruzano, orgullosamente náhuatl, maestro de maestros, promotor cultural bilingüe, castellanizador, y recientemente reconocido con la medalla Adolfo Ruiz Cortines. En cada paso que da, se siente y se nota la firmeza, la experiencia de la vida buena y de la no tan buena. Es como un personaje consciente de sí mismo, de su mundo, de los demás, como el niño del cual se expresa Nietzsche en Así habló Zaratustra: “¿qué alcanza el niño, que tampoco el león hubiera alcanzado? La inocencia y el olvido es el niño, un nuevo comienzo, un juego, un aro que rueda fuera de sí mismo, un primer movimiento y un sagrado decir sí”. Así tal cual, lo dijo a Palabras Claras el maestro Juan Hernández Ramírez para quien fue una sorpresa recibir a finales de 2018 el máximo reconocimiento que otorga el pueblo de Veracruz.

¿Por qué elige estudiar formalmente Lengua y Literatura Hispánicas?

Siempre he dicho que una lengua no se aprende totalmente, ya sea la originaria o la segunda lengua, entonces, aparte de que me gusta mucho la literatura, decidí estudiar la lengua y literatura española, para saber un poco más del español y conocer un poco más de mi lengua. Antes compraba muchísimos diccionarios, tengo varios, y finalmente no he aprendido nada.

¿Cuál es su lengua originaria?

Mi lengua originaria es el Náhuatl, después aprendí el español en primer grado de primaria, con los compañeros de escuela, con el maestro, con una parte de la comunidad de Colatlán, en el municipio de Ixhuatlán de Madero.

La lengua náhuatl es un idioma al que actualmente le llamamos nosotros lengua originaria, porque nace aquí; también le llamamos lengua madre porque es la primera lengua que nos amamanta, y a veces lengua indígena, pero me parece mejor que se le llamara lengua india, porque así se nos reconoció en primer término. La palabra indígena trata de suavizar el significado peyorativo que tiene esa palabra y la verdad no me gusta mucho.

¿Cómo se inicia en la educación indígena?

En el año de 1964 fue cuando yo termino la primaria en Colatlán. En los años 50 se instaló un internado de atención para jóvenes indígenas, pero se dio sólo la educación primaria. Así la educación indígena la atendí desde 1967, primero fui castellanizador, porque antes así se nos llamaba, después fui promotor cultural bilingüe, ya como maestro de educación primaria, y desde ahí, hasta que me jubilé, estuve en educación primaria, tuve escuela de normalista y de nivel secundaria.

¿Qué lo lleva a su pasión natural por la poesía?

Desde pequeño me ha gustado mucho la poesía, aunque nunca me imaginé llegar a estas alturas, todavía no le llego ni a los talones a Juan Rulfo, a ninguno de los grandes poetas, entre ellos Octavio Paz o Jaime Sabines, que admiro mucho y fueron monstruos dentro de la escritura de la poesía. 

Primero mi padre, sin decirme una palabra, anduvo conmigo o yo anduve con él, y no hablaba mucho, pero simplemente caminábamos juntos, veía lo que él hacía, siempre metidos en la naturaleza. Yo no tuve a nadie que me leyera poesía de niño, en mi casa de cuatro paredes de barro y zacate, ¡cuándo iba a haber un libro! No había libros, los únicos que tuve fueron los que me dieron en la escuela, y esos me los leía en menos que canta un gallo. Lo que sí me enseñó mi padre fue la relación muy íntima con la naturaleza, creo que utilizaba los seis sentidos para caminar, en medio del monte, a la orilla del río, en los barrancos, siempre escuchando, siempre sintiendo.

¿Qué poetas le han marcado?

Sin lugar a dudas, Nezahualcóyotl, en primera por mis raíces y desde luego porque fue un gran poeta, un filósofo, un gran científico de su época. Pero lo que más me gusta es su poesía que habla de la finitud de la vida, siempre se preguntó quiénes somos y a dónde vamos.

¿Tiene algún poema preferido?

No tengo ningún poema preferido, podría tal vez mencionar: Piedra de Sol de Octavio Paz, que me encanta, es una escritura tan sencilla, tan hermosa, tan medida, tan rítmica y tiene un sentido que, si uno se mete en esa poesía, la entenderá.

También El cuervo de Edgar Allan Poe, porque esa poesía me enseña que nada es fortuito, todo se puede hacer mediante los números, ciertamente en algún momento o instante llega la inspiración, pero es muy breve, instantáneo, no se queda ahí; sin embargo, un proyecto o plan como lo fue la escritura de El cuervo, yo creo que se pueden escribir más de 500 versos en varios días. Y en lengua Náhuatl, me gusta la poesía de Nezahualcóyotl por su contenido y filosofía. 

¿Tres palabras que más le gusten de su lengua originaria?

Todas las palabras me gustan, la lengua Náhuatl es una lengua que se ha venido diluyendo, se ha venido desgastando, y desde la invasión española, el Náhuatl se deterioró porque se fue a las zonas de refugio, entonces su desarrollo se truncó, y en mi poesía he venido construyendo neologismos de la lengua, entre ellos podría mencionar: Payankaxochitlque significa rosa, la famosa flor de castilla que se le llamaba antes. Otra palabra que me gusta sería Yolnekili, que significaría amor. Amor como tal no existe en el Náhuatl, pero si yo compongo Yolotlque es corazón y Nekili que es querer, entonces sería querer con el corazón, que significa amor.

¿Cómo nace la poesía para Usted?

Para mí, como en el Náhuatl, la poesía está implícita, no nace, ya está ahí. Es una lengua llena de imágenes y metáforas, cuando yo digo Payankaxochitl estoy mirando dos imágenes: la flor que es totalmente efímera y cuando la rosa está totalmente florecida y llega el viento y la desmorona. Eso significaPayankaxochitl, flor que se deshoja o desmorona.

Por eso digo que la lengua Náhuatl ya de por sí es metáfora, es un sinfín de imágenes. 

¿Por qué ser promotor y defensor de su lengua?

Esto para mí es muy importante, si yo no defendiera, si yo no supiera quién soy, yo creo que sería nadie. Aunque soy mestizo por parte de mi madre, jamás he dicho que soy español o francés, yo soy mexicano, mexica, soy náhuatl y a mucho orgullo. Mi sangre tiene gotas de sangre azteca, entonces para mí esta es la identidad, y lamentablemente muchos de nuestros pueblos están desapareciendo, no físicamente sino espiritualmente, porque ya no saben quiénes son o se avergüenzan de hablar una lengua originaria. Y esto no es gratis. En la educación de la época de Rafael Ramírez, por ejemplo, se decía que si uno trabajaba con los indígenas, no debería ser el maestro indígena, sino de pensamiento occidentalizado, porque les decía a sus maestros: si ustedes educan a sus alumnos, van a regresar a ser ustedes indios, y eso es al revés; en aquella época el gobierno quería homogenizar tanto el pensamiento como el color de la gente, y eso es totalmente imposible.

¿Qué se necesita para enorgullecer a los pueblos?

Yo creo que es muy importante recuperar la historia, para mí la historia que desaparece en gobiernos anteriores, tenemos que recuperarla y reeducarnos, y saber de dónde somos, porque la supuesta conquista de la que se cumplirán 500 años, no fue realmente una conquista sino más bien fue una invasión. Ni siquiera estoy de acuerdo con León Portilla cuando dice que fue un encuentro, un encuentro de qué magnitud, para mí fue invasión brutal, un avasallamiento, una penetración a la virginidad del pueblo mesoamericano, y brutal, por cierto; una violación total, porque se masacró, se violentó con fines muy claros y ambiciosos del oro, plata, pedrería y todo eso.

¿Cuál es su participación en los pueblos originarios de México?

Lo que estoy haciendo: escribir y luchar. Es una lucha solitaria: fui perseguido y ninguneado en 1990 por mis ideales, por cuestiones políticas y educativas, porque tuve un plan de trabajo para la recuperación de las identidades de los pueblos de la Huasteca. Entonces vine a la ciudad de Xalapa y aquí empecé a escribir poesía Náhuatl y a luchar para recuperar su cultura y darla a conocer al mundo. No ha trascendido mucho, sin embargo, estamos en ese proceso, una lucha dolorosa, solitaria, pero a veces muy feliz, porque he tenido reconocimientos. Esa ha sido mi contribución y el reconocimiento de mí mismo como ejemplo, como náhuatl que soy. 

¿En qué proyecto trabaja actualmente?

Estoy trabajando en un libro que se llama Sol de Obsidiana, es un libro monotemático y habla de la muerte, la muerte como un elemento ineludible en el ser humano y sobre el cual se viene filosofando desde la época anterior a Cuauhtémoc; la muerte en la época colonial y actual, y la visión de la muerte de nosotros los indígenas vivientes.

Además, como dijera don José León Sánchez, el autor de La isla de los hombres solos, yo soy Medalla Adolfo Ruiz Cortines, y con esa voz que me otorga ese reconocimiento, es que hemos metido ante el Congreso una iniciativa de ley para la creación de la Subsecretaria de Educación Indígena, creo que sería muy importante para que los pueblos indígenas del Estado de Veracruz tuvieran un reconocimiento con una educación especializada propia para los indígenas. 

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