Las películas, la publicidad, los medios digitales, las redes sociales y hasta las anécdotas entre amigos pueden entretejer en el imaginario íntimo una trama intrincada de creencias y mitos sexuales que no siempre pueden demostrarse y que sí pueden jugar un papel determinante en la forma en que nos relacionamos y las expectativas que se tienen con relación al sexo.
Estar informados y tener una educación básica sólida en esta materia, nos beneficiará en cuanto a nuestras relaciones, nuestro desempeño e incluso en nuestra autoestima. Ejemplo de ello es el clásico mito de que la pornografía es una guía para tener mejor desempeño en el sexo. Y no. De hecho, ver demasiado este tipo de contenido puede perjudicar el concepto que deberíamos tener sobre cómo deben ser las relaciones con otras personas y con nosotros mismos. Incluso puede crear una falsa expectativa acerca de cómo debemos lucir, de cuál debe ser el tamaño aceptable de los órganos sexuales, de las posturas que realmente funcionan, entre muchos otros aspectos.
En todo caso, no es que no se vea, es que si se va a consumir, se haga con la consciencia de que se trata de fantasía. De hecho, Ailyn Márquez, psicólogo especializada en sexología explica que este tipo de contenido puede ser contraproducente específicamente para quienes pueden ver mermada su autoestima, así como para los más jóvenes que pueden crearse ideas irreales de como tratar y ser tratados en este tipo de relaciones. Pero, por otra parte, es perfectamente válido si los espectadores aprovechan este material para obtener estimulación o fomentar la creatividad en sus relaciones de pareja.
Creencias sobre sexo y actividad física
Entre las falsas creencias más frecuentes en relación al sexo está que hacerlo equivale a una jornada de ejercicios. No, no cuentes entre tu actividad física diaria la práctica sexual porque, aunque sí se gastan unas cuantas calorías por sesión, no son tantas como para compararse con una media hora de ejercicio moderado. Con el sexo se queman unas cinco calorías por minuto, solo cuatro más que las que se queman viendo televisión. Sin embargo, en cuanto a ejercicios hay tres creencias más que hay que revisar.
Es muy común pensar que el sexo puede ser peligroso para la salud cardíaca, y aunque sí hay un aumento considerable de la frecuencia cardíaca y de la adrenalina, un estudio demostró que esto no representa un riesgo para la salud del corazón. De hecho dicen que si un hombre sano está capacitado para subir dos o tres pisos de escaleras sin dificultad, puede estar en forma para una jornada sexual. Para quienes padecen enfermedades cardiacas el riesgo puede ser mayor, pero hablan de 20 en un millón para hombres mayores de 50 años.
Otra creencia es que ejercitarnos no influye en nada en nuestro desempeño sexual. Y la verdad es que sí y la ciencia lo confirma. No solamente el entrenamiento de los músculos del piso pélvico, piernas, glúteos mejora nuestra resistencia sino también contribuye en mejorar nuestra capacidad para excitarnos. Un estudio publicado en The Journal of Sexual Medicine arrojó que existe un aumento significativo en la excitación sexual fisiológica en quienes practican ejercicio físico, en comparación con quienes no lo hacen.
La tercera creencia, más bien es un mito: si tenemos sexo no rendimos bien en el deporte, y la verdad es que no es así. Es muy popular que se filtre que los entrenadores recomiendan a los atletas abstenerse de tener sexo, pero un estudio de 2016 afirmó que realmente el sexo no tiene alto impacto en el rendimiento de los atletas.
Deseo y orgasmos: mitos por aclarar
Uno de los mitos más comunes con relación al deseo es que los hombres se excitan más fácilmente y más rápido que las mujeres. Es posible que un factor más determinante en el deseo sexual que el género es la edad y aún así se ha demostrado que, por ejemplo en las mujeres, el deseo sexual puede bajar cuando empieza la menopausia y sin embargo, después de los 50 años, pueden tener mejor sexo que en la juventud. El hecho es que en hombres y mujeres los niveles de deseo suben o bajan a lo largo de la vida. No hay patrones rígidos establecidos para ello.
Con relación a la excitación tampoco tiene que ver el género sino distintos factores. Siempre se ha creído que el hombre se excita más rápido pero es posible que esto se deba a que la erección lo hace más notorio, pero no es así necesariamente. La organización de planificación familiar Profamilia se indica que “el hombre se excita más fácilmente ante estímulos visuales que la mujer”, mientras que ella se excita más fácilmente por estímulos táctiles y esto es lo que genera diferencia en las respuestas.
Sin embargo, una investigación llevada a cabo con imágenes térmicas que evaluaban la excitación de los individuos mientras veían distintos tipos de contenido arrojó que la diferencia en el tiempo de excitación entre hombres y mujeres es mínima.
En el caso de los hombres se dice que piensan más en sexo que las mujeres, y sí, es cierto, pero no cada siete segundos como dicta la leyenda urbana. Una investigación que abordó a más de 230 estudiantes universitarios, arrojó que, aunque sí piensan más veces en sexo durante el día que las mujeres, lo hacen en un promedio de 19 veces por día, mientras que las mujeres tuvieron un promedio de 10 pensamientos sobre sexo por día, siendo el segundo tópico más pensado. El primero fue comida, al que dedicaron 15 pensamientos en promedio por día y los hombres 18.
Por último, otro de los mitos sexuales más comunes es que las ostras y los frutos del mar son afrodisíacos, disponiéndonos mejor y más rápido para tener sexo. Es un mito inmenso porque no hay evidencia de que estos alimentos influyan en aumentar el deseo sexual, pero sí la hay de algunas especias y esencias naturales como la vainilla que sí lo son.