En la Ciudad de México y en varios estados de la república se están manifestando los padres de los niños con cáncer que luchan por los tratamientos oncológicos que aseguren la vida de miles de infantes. El doctor López Gatell y varios actores políticos de la 4T han abusado de infortunadas acciones y expresiones que hacen sentir el disgusto y la cerrazón oficial por este delicado problema social.

Pero las preocupaciones sociales no es lo que al gobierno de López Obrador parece interesarle. Ha mostrado más empatía con otros asuntos. “El abrazo, no balazos”, indica por dónde van sus intenciones. Antes del asunto de los niños con cáncer, su gobierno acabó con las guarderías infantiles, destruyó el Seguro Popular y atacó las marchas y manifestaciones feministas. Tampoco ha mostrado solidaridad con diversas luchas ambientales o con la desaparición de activistas, dirigentes políticos o periodistas.

El que fuera el gran líder de las causas sociales nacionales, antes de ser presidente de México, se convirtió en el cómodo e inaccesible habitante del palacio nacional, que tiene su propio espejo de vanidad con seudoperiodistas a modo en la conferencia mañanera, convertida en altar de la autocomplacencia obradorista. Un gobernante ciego que sin quererlo, hizo suyo el sabio refrán aquel de “No es lo mismo ser cantinero, que borracho”.

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Por las redes sociales transitan muchas fotografías y videos de las marchas de los padres de niños con cáncer. Tan sólo en el estado de Veracruz hubo en el puerto y en la capital del estado. Ante la abrumadora insistencia social, AMLO acaba de decir que “están consiguiendo las medicinas” que su gente no tuvo la capacidad de adquirir a tiempo y sin recortes, desde aquellos meses que defendieron la centralización de las compras “por ahorros”. Nadie sabe en qué quedó esa política administrativa y las acciones derivadas, el caso es que los niños están muriendo por falta de atención adecuada. Y respecto a los infames dichos de López Gatell, el único golpe que se ha visto en México, es el golpe mortal a estos inocentes niños enfermos de cáncer.

López Gatell y sus jefes podrían ser acusados ante las cortes internacionales por delitos de lesa humanidad. Debieran recordar aquella sentencia de que a cada santo se le llega su fiesta.

Pero también en Veracruz se observó el martes pasado que la cuarta transformación y su gobierno no apoyan la insistencia veracruzana de la reclasificación de las tarifas eléctricas a cargo de la CFE.

La propia Comisión Federal de Electricidad, apoyada por la Secretaría de Seguridad Pública, con exceso de fuerza, estuvo ese día en localidades pequeñas de Actopan y Paso de Ovejas, destrozando instalaciones de pozos de agua y de oficinas del Movimiento Chucho el Roto, que trabaja por la reclasificación y la reconstrucción de caminos de escape en Laguna Verde. 

Después de todo ese ejercicio de fuerza, y ante la respuesta organizada de los inconformes, los trabajadores de la CFE tuvieron que reconectar la energía. El líder Francisco Fernández “El Potro” acusó de la falta de sensibilidad del gobierno ante las causas sociales y no dejo de apuntar su enérgica postura que ya una vez lo llevó a prisión. 

Su explicación de los hechos y sus justificaciones con documentos en la mano, las remató con estas palabras: “Da tristeza tener un país así, repito, que no presten atención, que no escuchen al pueblo No se fijan que está la cosa muy seria y que cada día se pone peor, pero a ver cómo salen las cosas, a ver cómo termina esta película”.

Una mala película, por cierto.

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