El escritor español Manuel Vilas continúa más de un lustro después de la publicación de su aclamada novela ‘Ordesa’ (2018), empujando a sus lectores a un “psicoanálisis colectivo”, preguntándose sobre la relación con sus padres e hijos y la necesidad de forjar ese vínculo familiar antes de que sea demasiado tarde.

“Es un libro que levantó una especie de psicoanálisis colectivo, en el que la gente que leía el libro, y hay gente que lo lee ahora, le obliga automáticamente a reflexionar sobre cómo es su relación con su padre y con su madre, y el libro señala que esa relación es una de las cosas más importantes o probablemente la más importante que va a vivir un ser humano”, explica el escritor en una entrevista con EFE.

Manuel Vilas (Barbastro, 1962) participó en Panamá en la Feria Internacional del Libro que concluye este domingo, y se emociona cuando alguien le dice que tiene una amiga que conoció a su familia, pasando de inmediato a tratar de ubicar a esa vecina como un modo de seguir reconstruyendo su memoria personal.

“Sin familia, solo eres un perro solitario. A los perros solitarios los maltratan, los ahorcan en las tapias abandonadas de cualquier camino; allí, en cualquier pared desvencijada de la que emerja una viga, los ahorcan allí, porque su soledad da mal ejemplo”, escribe en ‘Ordesa’.

Este libro autobiográfico es un homenaje a sus padres, donde va narrando tras su muerte los recuerdos de infancia, el distanciamiento dentro de una familia “disfuncional” y cómo se repite el alejamiento con sus hijos, que ahora trata de evitar.

Porque, reflexiona, “hay gente que la importancia del padre y de la madre, sobre todo chavales, jóvenes de veinte, veinte y pocos años, todavía no la entienden, es un proceso de envejecimiento”.

“Lo cuento en ‘Ordesa’, cuando un día me miré en el espejo ya con 50 años y de repente no me vi a mí, sino que vi a mi padre, y a partir de ese momento es cuando uno empieza a preguntarse quién soy yo y acaba respondiendo soy mi padre y mi madre”, explica Vilas.

En el libro, narrado en primera persona, predomina un tono melancólico, de pesar por el tiempo perdido y de que quizá debería haberse comportado de otro modo cuando sus padres todavía estaban vivos, pero Vilas defiende que a pesar de que el relato pueda parecer triste, ellos fueron “muy felices”.

“De hecho ‘Ordesa’ lo concebí como una carta de amor a mi padre y a mi madre. Pensaba que éramos una familia disfuncional y de hecho cuando empecé a escribir el libro estaba convencido de que mi familia no había sido una familia normal por las cosas que cuento, pero cuando se publicó fui testigo de algo absolutamente asombroso, que es que la gente me decía ‘mi padre y mi madre eran como los suyos'”, dice.

“Creo que la normalidad no existe, y cada día lo pienso más. Lo que nos ha dado miedo es confesarlo y hemos creado una normalidad social en donde nos guarecemos para no confesar que realmente hay una gran vulnerabilidad en todos nosotros”, sostiene.

Manuel Vilas, poeta y novelista, es autor de libros como ‘Alegría’ (2019), finalista del Premio Planeta, ‘Los besos’ (2021) o ‘Nosotros’ (2023), Premio Nadal, en el que una mujer evoca su amor hacia su difunto esposo.

“El amor y la muerte son atávicos y primitivos, vienen de la noche de los tiempos, de la creación del Homo sapiens, lo que pasa es que cada época lo reformula de una manera determinada”, explica.

Vilas, asegura, necesita escribir de algo que haya “visto para poder contarlo”, un proceso de creación que retrata como obsesivo.

“Yo soy un adicto, un psicoterapeuta que me trató me dijo que tenía una personalidad adictiva. Y es verdad, yo soy un adicto a la escritura. Escribo todos los días, si no escribo estoy mal”, afirma.

Va a todos lados con su ordenador: “Si hay un día que no abro el ordenador me puede entrar una crisis de ansiedad, o sea, que mi vida no es nada envidiable”, se trata de “obsesión y adicción, porque siempre hay algo que está exigiendo de mí que lo pase a una página de ordenador”.

Otra de sus adicciones, la bebida, la dejó hace 10 años, como narra en ‘Ordesa’. “Y no he vuelto a beber”, subraya.

Y uno se pregunta si el que haya dejado la bebida explica la diferencia entre el oscuro narrador de ‘Ordesa’ y el Manuel Vilas del presente, en el que la risa y la carcajada se intercalan en cada frase, pero no, dice, es el mismo.

“Mucha gente (…) me decían: ‘Ah, pues si usted tiene mucho sentido del humor y se ríe’. La literatura en el fondo es una gran ficción”, explica, y pone el ejemplo de su admirado Franz Kafka, que con fama de “atormentado y con historias tremendas”, fue un vitalista, como tantos escritores.

“Para ponerte a escribir una novela tienes que ser un vitalista”, dice, dedicándole “horas y horas de trabajo y que probablemente no va a ganar un duro con ellas”.

Y la conversación regresa a sus progenitores, al número de teléfono que le recuerda a su padre, al que le contactaban como agente comercial, y que dijo que algún día se tatuaría “para que se lo coma la muerte”, o el número desde el que le llamaba su madre, 974310439, al que incluso le dedicó un poema.

Pero reconoce, mientras se ríe a carcajadas, que aún no se lo ha tatuado, defendiendo en “la vida de cualquier ser humano todo aquello que simboliza la historia de su padre y de su madre”.

Publicidad