El primero de enero de 2024 se cumplirán 30 años de la irrupción armada del Ejército Zapatista de Liberación Nacional en Chiapas, como resultado de una vieja inconformidad no atendida, que los indígenas de ese estado habían reclamado por mucho tiempo a sus autoridades y al gobierno de la república, cuyo jefe en ese entonces era Carlos Salinas de Gortari.
La inconformidad se atendió parcialmente, después de que el ejército mexicano fue a imponer su fuerza produciendo innumerables muertes y consiguiendo un alto al fuego. Se creó una comisión especial y en esos tiempos Manuel Camacho primero y Dante Delgado después, fueron los encargados de aligerar las tensiones, conducir a la paz y echar a andar estrategias y obras públicas para resolver la problemática social y política planteada por los dirigentes indígenas comandados por el ya célebre Subcomandante Marcos.
El problema de Chiapas tuvo repercusión internacional, y semanas más tarde los mexicanos vivieron la tragedia de un magnicidio contra Luis Donaldo Colosio, el candidato del PRI a la presidencia.
A su muerte, Ernesto Zedillo ocupó la candidatura y ganó la elección presidencial. Pero los años pasaron y la falta de atención verdadera a los pueblos originarios ha sido la constante de los gobiernos posteriores, hayan sido del PRI, del PAN y ahora de MORENA.
En los últimos meses los grupos sociales remanentes de aquella rebelión indígena armada, han estado presionando de diversas formas para que el gobierno estatal y el federal atiendan los asuntos no resueltos, agravados por la emigración centroamericana, los grupos del narcotráfico, las organizaciones paramilitares de la región y los cacicazgos políticos insensibles a las carencias y a los modos de esos pueblos que se gobiernan por usos y costumbres en muchos casos.
Chiapas sigue ocupando uno de los cinco primeros lugares nacionales de pobreza y rezago social y esa circunstancia, sumada al estilo de gobierno autoritario y de proyectos prioritarios y obras faraónicas de AMLO, donde se han limitado recursos presupuestales para diferentes programas que exige la sociedad, pudieran ocasionar, como ya están avisando, que el año venidero, en el que habrán elecciones, se descomponga la situación política del país, causando más problemas al palacio nacional en una sucesión presidencial que ha descompuesto la hidalguense Xóchitl Gálvez, senadora panista de origen indígena, que ya indicó que luchará por ser la primera presidenta de México.
Una deficiencia actual es que López Obrador no cuenta con personalidades como las de Camacho o Delgado en aquel tiempo, para establecer medidas de contención y para ir a suavizar las cosas a Chiapas. Y los escenarios de un ambiente controlado para coordinar la campaña política que tiene encima, ya se le esfumaron al mandatario nacional.
En el imaginario del sureste parece escucharse la canción aquella de “Carabina 30-30 que los rebeldes portaban”. Y los sectores políticos nacionales perciben la ansiedad, angustia y desesperación de AMLO. Un coctel demasiado peligroso para las ambiciones del ejecutivo federal. Y a estas alturas la participación de los militares podría descomponer más las cosas.