El discurso anticorrupción y de honestidad que día tras día maneja el presidente de la república no encaja en la procuración del cuidado del medio ambiente en Veracruz. La preservación de los recursos naturales y el equilibrio ecológico caen en zona oscura a causa de una serie de negocios y componendas orquestadas por el procurador estatal de medio ambiente, posición otorgada como generosa concesión económica a Sergio Rodríguez Cortés, un neomorenista voraz, surgido de las cañerías del Partido de la Revolución Democrática (PRD). 

Rodríguez Cortés presume que su entrada a la política grande se dio cuando pactó la alianza del PRD con Miguel Ángel Yunes Linares para buscar la gubernatura de Veracruz. Pero los que saben la verdadera historia de esa coalición, afirman que dicho movimiento fue un logro del grupo de Los Chuchos, cuyo beneficiario principal fue Rogelio Franco Castán, guía del ahora “experto en cuentos ambientales”.

Antes de ello y de haber sido presidente estatal perredista, Sergio había sido retratado por un amigo sobre un modesto colchón cubierto de decenas de billetes de quinientos pesos (algunos indican que solo se trataba de un cañonazo de 50 mil pesos que enloqueció al festejante pupilo) que al mediatizarse en las redes sociales se convirtió en la delicia de sus críticos y malquerientes. En su cinismo, el retratado se defendió argumentando un fotomontaje.

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Pero sus negociaciones con Yunes no se concretaron como había planeado, resaltándolo actualmente a quien quiera escucharlo, para justificar su alejamiento del pesebre formador. Al ganar la elección Yunes Linares, este colocó la soñada secretaria de gobierno en manos de Rogelio, un negociador igual de ambicioso, pero más perverso.

Cuando Sergio olió que el hijo de Yunes no lograría el triunfo electoral a causa de errores garrafales y traiciones multicolores dos años después, buscó acercarse a Cuitláhuac García, a quien prometió convertirse en el más persistente enemigo de los Yunes de Boca del Río, a cambio de ser incluido en una posición, aunque no fuera tan relevante. 

Utilizando esa estrategia y con el respaldo cuitlahuista, Rodríguez Cortés se convirtió en procurador estatal del medio ambiente. Y para su fortuna, la secretaria de SEDEMA impuesta por Rocío Nahle, consiguió el cargo junto al natural alejamiento con el gobernador, quien parece desconfiar de ella, además de no prestar gran importancia al ramo. Pero la suerte le cayó completa al novel procurador cuando este observó también la escasa actividad de la PROFEPA en el estado.

Las deterioradas condiciones de las instancias ambientales estatales desde la época de Javier Duarte, mantenidas igual con Yunes Linares, propiciaron que, al asumir el cargo con Cuitláhuac, el flamante y fotogénico procurador se sintiera como el reyezuelo de los recursos naturales de Veracruz. Poco ha hecho por ellos, pero mucho en metálico para su hacienda ha conseguido en catorce meses, gracias a la falta de supervisión del jefe y a las inestables y laxas condiciones políticas y jurídicas del régimen.

Una de las vertientes aprovechadas para hacer negocios al amparo del cargo, es el malogrado tema de los desechos orgánicos municipales. Para ello se ha convertido en juez y parte, en consejero, en auditor y en duro inspector. 

Para cerrar su círculo de negocios multipropósito y obtener los mejores dividendos, según informan empresarios y autoridades, el personaje cuenta con alianzas estratégicas, una especie de asociaciones público-privadas de carácter aldeano, que han permitido establecer o controlar cuando menos un relleno sanitario particular y convenir acciones conjuntas con pseudo empresas de saneamiento que brindan asesorías impuestas a municipios con problemas de basura y tiraderos irregulares.

Ha trascendido que en estos enjuagues participan funcionarios menores de origen perredista y panista y hasta diputados o exdiputados y suponen que algunos malos periodistas. El célebre Gallo Bolo de Juchique de Ferrer, ha salido a relucir en esas fructíferas andanzas por los basurales.  

También se sabe que Rodríguez Cortés buscó sacar tajada al creer que eran de la API Veracruz los terrenos del tiradero municipal que al final clausuró, conminando al alcalde Fernando Yunes a entregar con pago mensual por delante, la basura al relleno sanitario de Medellín, ejercicio exitoso que replicó en ese municipio y en los de Alvarado y Boca del Río.

El audaz servidor público se ha metido incluso con empresarios inmobiliarios y productores agropecuarios, deteniendo sus proyectos o cambiándolos con apoyo de “expertos” de su cuadra, so pena de clausurarlos o multarlos. Casos de fraccionamientos intervenidos, aparecen en la zona de Boca del Río, Veracruz, Emiliano Zapata y Xalapa, entre otros. Los productores afectados tienen actividades en Naolinco, Alto Lucero y Actopan.

Por esta clase de atropellos y abusos, es probable que diversos actores políticos y empresariales acudan a otras instancias a exhibir al funcionario que, por otro lado, se jacta de contar con protección del más alto nivel morenista.

Se espera que el gobernador tome cartas en el asunto y proceda a supervisar a fondo los ingeniosos procedimientos y mañas de su colaborador especializado en comercializar la bandera ambiental. Con un poco de seguimiento sobre él y sus vistosas componendas, encontraría motivos de sobra para ordenar su cese fulminante y regresarlo a dar gusto a su afición más íntima: contar dinero mal habido sobre el colchón.

Antes de que explote este asunto, es preciso que el ejecutivo estatal ordene una investigación a fondo sobre aspectos como los siguientes: la comentada existencia de un número de cuenta de banco para depósitos por estas pillerías, la anécdota que corre entre alcaldes y empresarios sobre la exigencia de un costoso dron y de decenas de laptops solicitadas “para la operación de la oficina”. Y que los jóvenes becarios ayudantes, han ido a colocar avisos y clausuras al amparo de la noche. Y también, que por ese tipo de actuaciones al margen de la ley y a veces sin tener competencia legal, el portentoso procurador ha sido denunciado ante las autoridades.

Veracruz confía en que llegue el orden y la transparencia que proclama la Cuarta Transformación. Y que la gestión de Cuitláhuac no se convierta en el sexenio más próspero de Sergio, el extorsionador.

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