El gran proyecto panista de este siglo en México solo alcanzó para dos sexenios de gobierno central. Y es muy probable que la guerra contra el narco que inició un presidente emanado de ese partido hubiera sido la pesada roca que sepultó la titubeante barca de Felipe Calderón, un timonel que solía permanecer mareado y disminuido por esa causa.

Miles de muertos y desaparecidos acabaron con ese interrumpido sueño azul. Fallaron los del pan y regresó el PRI para robar como nunca el erario federal. Esto lo hizo un compacto grupo de delincuentes integrado por un disoluto presidente de la república y su séquito de funcionarios y gobernadores ávidos de riqueza y olvidadizos de la ley, ahora perseguidos por la justicia.

Por eso no fue difícil el triunfo electoral de López Obrador en 2018, quien consciente de esos antecedentes y del generalizado repudio social al sistema político, poco a poco ha ido apoderándose de todas las instituciones nacionales.

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Su objetivo no es otro que el de perpetuarse en el poder, a través de su partido Morena y de sus disciplinados generales del equipo más cercano, que solo tienen ojos y oídos para lo que determine el señor presidente de la república. AMLO siente que a diferencia de Fox y de Calderón, él sí puede trascender por el tiempo que le quede de vida. Su sueño personal-para el que luchó sin descanso por dos décadas- no será por menos de tres administraciones consecutivas.

Y esa secreta idea fundacional de MORENA, será replicada en las entidades federativas. Esta tesis se sostiene si se observa y analiza la manera agresiva, enérgica y persistente con que AMLO se ha adueñado de las instituciones del país. Hasta ahora no hay oposición política que valga y, parece ser, que las condiciones sociopolíticas impedirán su surgimiento y fortalecimiento.

En Veracruz, ese objetivo tampoco es tan secreto. El gobierno del estado se lo pelean tres grupos: el del gobernador Cuitláhuac García, el del súper delegado Manuel Huerta y el de Rocío Nahle. Pero dado que Cuitláhuac es el mandatario actual, este se ha ido consolidando en lo político con ayuda del secretario de educación y del presidente de la Junta de Coordinación Política del Congreso, Zenyazen Escobar García y Juan Javier Gómez Cazarín, haciendo el 1-2-3.

Por qué se afirma que los cuitlahuistas están trabajando por tres sexenios. Se dice esto porque los últimos acontecimientos estatales así lo indican. Y si se hace caso de la rumorología en torno a los principales personajes afines al mandatario, estos hablan ya de que “vienen por 18 años”. Desde luego, el guindado corazón de Cuitláhuac, preferiría que su sucesor fuera Zenyazen, y Juan Javier, el siguiente en el bat.

Por lo pronto, y para que no haya obstrucciones en los proyectos colaterales, le quitaron un estorbo a Gómez Cazarín en el Congreso del Estado, al cual le enseñaron como zanahoria una posibilidad para ocupar la palaciega oficina del segundo piso más cercana a la Catedral de Xalapa.

Un proyecto de 18 años como el de Cuitláhuac, justifica los triunfales resultados del Primer Informe de Gobierno, que está informando en sus redes sociales el gabinete de García Jiménez. Solo falta que no haya más matanzas, como las del sur, que no tienen culpables, y que no sigan aumentando los números relativos a los feminicidios, asesinados, desaparecidos y secuestrados. Porque este terrible imponderable podría derruir cualquier edificación en Veracruz, como le pasó al panismo nacional en 2012.

Por todo ello, será interesante saber si esa morena de 18 años llega a madurar y no queda como una infantil idea sucesoria sin posibilidades.

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