Inundaciones en la región de Primorie, en el Lejano Oriente ruso, han provocado que tigres salvajes abandonen los bosques y sean cada vez más frecuentes sus avistamientos. 

Una pareja que recorría en coche un distrito urbano se topó con uno, asomado entre los arbustos. “¡Qué guapo eres!”, dijo asombrado uno de los viajeros. 

El halago pareció haber cautivado al tigre, que decidió salir a la carretera y seguir al auto por un rato. Ha habido otros casos similares, por fortuna, todos sin ataques.

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