¿Por qué nos gusta el miedo? Al menos, cuando lo consumimos en forma de arte y ocio: libros, películas y series, videojuegos… E incluso a la hora de vestirnos: desde Primark hasta Lefties, pasando por Shein y por varias de las tiendas de Inditex, los éxitos del terror adoran camisetas, sudaderas y complementos en la temporada de otoño.

Y es que, en plena “Spooky Season” (época alrededor de Halloween), siempre hay un repunte del género de terror, aunque, en realidad, últimamente su popularidad perdura el resto del año.

Este año no ha sido una excepción en cuanto a estrenos aterradores: “Scream VI”, “Saw X” o “The Nun II” (que llega a HBO Max justo para Halloween) o “The Last Voyage of the Demeter” (inspirada en un pasaje de “Drácula”, pero cuyo mal resultado en la taquilla estadounidense ha hecho que se retrase su estreno en algunos países), son algunos ejemplos.

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Lo que hay detrás de la adicción al terror

Un estudio publicado por el Instituto Nacional de Salud Mental estadounidense (NIMH), concluyó que las regiones del cerebro en las que tienen lugar los procesos del miedo están conectadas con los “centros de recompensa”.

Eso quiere decir que, al pasar por un momento de miedo artificial (aquel que no ocurre en la realidad) y salir ilesos, nuestro cerebro obtiene sensaciones placenteras.

Lo que significa que las sustancias que nuestro cuerpo segrega cuando tenemos miedo y que nos preparan para reaccionar (adrenalina, dopamina y oxitocina) estimulan estos centros de recompensa.

El miedo es algo inevitable, todos lo experimentamos, y es necesario para sobrevivir y relacionarnos, de ahí, que hagamos cierta empatía con las series o películas que vemos.

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