Un grupo internacional de científicos ha elaborado un mapa que indica las zonas donde se deben de cultivar los principales alimentos del mundo, lo que permitiría aumentar la eficiencia en el rendimiento de los cultivos, así como reducir el impacto ambiental, informó la Universidad de Cambridge este jueves.

Para el diseño del nuevo mapa, los investigadores se basaron en mapas globales que muestran las áreas donde se siembran los 25 cereales más importantes, tales como trigo, cebada y soya, que juntos representan aproximadamente tres cuartas partes de las tierras de cultivo a nivel mundial.

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Reubicar la tierra es la mejor opción

La investigación, publicada en la revista Nature Communications Earth and Environment, sugiere que con la implementación del mapa se reducirá en un 71 % el impacto del carbono que producen las tierras de cultivo en todo el mundo, una cantidad equivalente a la captura del valor de 20 años de emisiones netas de CO2 actuales.

Esto se logrará al reubicar las tierras de cultivo a otras zonas, así como su eventual transformación a un proceso de producción agrícola avanzada y mecanizada, mediante la utilización de variedades de cultivos de alto rendimiento, además de fertilizantes y pesticidas óptimos. Esta innovación eliminaría completamente la necesidad de riego de los cultivos, ya que la lluvia proporcionará el agua suficiente para que crezcan.

También se estima que el impacto de la producción de cultivos en la biodiversidad mundial se reduciría en un 87 %, lo que disminuye el riesgo de extinción de especies amenazadas por la agricultura. Los investigadores señalan que las tierras de cultivo volverán a su estado natural rápidamente, a la par que sus reservas de carbono y de biodiversidad se irán recuperando en pocas décadas.

Sin embargo, los científicos admiten que no se puede poner en práctica la reubicación de las tierras de cultivo a escala global en estos momentos, por lo que sugieren que se adopte un enfoque reducido nivel nacional en la reubicación de las tierras, lo que generaría una reducción del 59 % del impacto global de carbono, así como la disminución del 77 % del impacto en la biodiversidad.

Una tercera opción, que consideran más realista, es reubicar solo el 25 % de las tierras de cultivo más perjudiciales a nivel nacional, obteniéndose la mitad de los beneficios de trasladar de forma completa todas ellas.

Los investigadores admiten que este proceso podría afectar a las personas que dependen de la agricultura, por lo que sugieren que se otorguen estímulos financieros a los productores agrícolas que los incentiven a sembrar en lugares más adecuados.

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