Gracias a las observaciones realizadas con el telescopio espacial Spitzer y el satélite TESS (Transiting Exoplanet Survey Satellite) de la NASA, un equipo internacional de astrónomos ha descubierto un exoplaneta de un tamaño similar al de la Tierra con intensa actividad volcánica, que podría ser potencialmente habitable, informó el Instituto Trottier para la Investigación de Exoplanetas.

Según describen los científicos en un artículo publicado en la revista Nature, el denominado LP 791-18 d se ubica a unos 90 años luz nuestro sistema solar, en la constelación Cráter. Además, forma parte de un sistema planetario compuesto de tres exoplanetas que orbitan alrededor de una estrella enana mucho más pequeña que el Sol y menos brillante.

De acuerdo con los autores, el LP 791-18 d es prácticamente del mismo tamaño que la Tierra, aunque cuenta con una masa superior. Asimismo, describe un periodo orbital de solo 2,8 días y se estima que su temperatura es apenas más alta que la de nuestro planeta.

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Un mundo extraterrestre lleno de volcanes

Al estudiar el movimiento del cuerpo celeste, los expertos descubrieron que su órbita se encuentra entre los planetas denominados LP 791-18 b y c. Al ser el de menor tamaño, el exoplaneta recién descubierto sufre una intensa atracción gravitatoria al pasar cerca de los otros dos.

Este fenómeno causa una deformación constante en el LP 791-18 d, generando que el interior del planeta se caliente debido a la fricción interior, que produce una intensa actividad volcánica en la superficie. Según explica Caroline Piaulet, una de las autoras de la publicación, “en nuestro sistema solar, la luna Io de Júpiter se ve afectada por Júpiter y sus otras lunas de forma similar, y ese mundo es el más volcánico que conocemos”.

Por otra parte, puesto que se encuentra en el borde interior de la zona habitable respecto a su estrella anfitriona, los astrónomos plantean la hipótesis de que podría existir agua líquida en la superficie del planeta. Asimismo, de ser tan geológicamente activo como suponen, podría tener una atmósfera.

Para Bjorn Benneke, otro de los autores, “el recién descubierto planeta d […] ofrece oportunidades sin precedentes para avanzar no solo en astronomía sino en muchos otros campos de la ciencia, en particular, la geología, las ciencias planetarias, las ciencias atmosféricas y, posiblemente, la astrobiología”.

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