No resulta extraño escuchar que tomar un poco de alcohol antes de irse a la cama ayuda a dormir mejor. Es una creencia errónea porque si bien contribuye a conciliar mejor el sueño, hace que éste sea más fragmentado y de peor calidad con lo que perjudica el descanso. Además, su uso como hipnótico puede desembocar en una adicción.
Son muchos los mitos que rodean al alcohol y no solo el que ayuda a dormir mejor, por eso los expertos inciden en la importancia de desmontar los bulos sobre esta sustancia psicoactiva.
Cifras sobre el consumo
Hoy es el Día Mundial sin Alcohol y según la última Encuesta sobre Alcohol y Drogas en España (EDADES), el 93,2 % de la población de 15 a 64 años asegura haberlo consumido alguna vez en la vida (por detrás se sitúa el tabaco). El 76,4 % afirma que lo ha consumido en el último año; y el 64,5 %, en el último mes.
Un 9 % bebe alcohol a diario.
Por sexos, presenta una mayor prevalencia de consumo tanto entre los hombres, como entre las mujeres. Y los jóvenes lo prueban por primera vez en torno a los 16 años (16,6).
Falso mito
Su consumo como hipnótico al creer que el alcohol ayuda a dormir mejor es un peligro, que se cimenta sobre un mito, tal y como advierte la Federación Española de Sociedades de Medicina del Sueño (FESMES).
“Es habitual pensar que tomar un poco de alcohol ayuda a dormir mejor. Realmente ayuda a conciliar mejor el sueño, esa es la parte de verdad, aunque la parte de mito es que no se trata de un sueño de calidad”, afirma la psiquiatra y vocal de FESMES, Sonia Carratalá.
Carratalá abunda en que con el alcohol el sueño llega más pronto, pero es de peor calidad y esta sustancia tiene más un efecto de sedación que de “facilitador de un sueño adecuado”.
Explica que beber alcohol antes de irse a dormir provoca que el sueño sea más fragmentado, bloquea la fase REM -que es “fundamental” para una adecuada gestión de las emociones y la consolidación de la memoria-, aumenta los ronquidos y agrava las apneas y la sintomatología del síndrome de piernas inquietas.
Peligro de adicción
Incide la psiquiatra en que es uno de los ansiolíticos e hipnóticos más utilizados desde hace milenios y supone un peligro porque si su consumo se normaliza, por ejemplo para hacer frente al insomnio, se vuelve crónico.
En este sentido, apunta la experta, “las personas afectadas pueden empezar a encontrar más dificultades para conciliar el sueño, lo que les puede empujar a consumir dosis mayores de alcohol para conseguir el efecto que obtenían anteriormente; y, en consecuencia, se incrementa el riesgo de desarrollar una adicción”.
Por tanto, “hay una relación bidireccional” ya que el hecho de padecer un trastorno de sueño lleva a las personas a buscar sustancias para mejorar su descanso, “en ocasiones requiriendo cada vez mayores dosis”. Y al mismo tiempo, aquellas que padecen una adicción a cualquier sustancia, como el alcohol, presentan más problemas para dormir.
De ahí la importancia de que los profesionales sanitarios, especialmente los del ámbito de la salud mental, presten atención a los problemas de sueño en personas en tratamiento por adicción al alcohol para poder solucionarlos cuanto antes, incide Carratalá.
¿Y cómo saber si eres adicto al alcohol?
Para identificar la adicción al alcohol, la Clínica López Ibor expone las principales señales:
- Consumo excesivo y en cualquier ocasión: Consumir cantidades excesivas en diversos eventos, incluidas las situaciones inapropiadas.
- Normalizar el consumo: Creer que ciertas bebidas no son alcohólicas -vino o cerveza, por ejemplo-.
- Deseo constante de beber.
- Ausencia de control.
- Alteración en la conducta: Reacciones violentas u hostiles indican un problema, tanto sobrio como ebrio.
- Incumplimiento de responsabilidades sociales laborales o académicas.
- Falta de interés en otras actividades: El alcohol se convierte en el centro de la vida, relegando otras actividades.
- Cambio del entorno social: Ruptura de relaciones familiares y amistades para buscar a otros con la misma dependencia.
- Síndrome de abstinencia: Experimentar síntomas como ansiedad, fiebre, sudores o insomnio al dejar de beber.
- Imposibilidad para evitar el consumo: Intentos fallidos de dejar de beber indican necesidad de tratamiento.
Pautas para afrontar la adicción
Para combatir el exceso de consumo de alcohol, la Clínica López Ibor indica la importancia de ser consciente del problema como primer paso y comprender las motivaciones que hay para la ingesta, sin distorsionarlas ni justificarlas.
Una vez que la persona es consciente del problema, hay que generar motivos “razonables” para cambiar el estilo de vida lo que dificultará las conductas adictivas y fomentará la funcionalidad y la calidad de vida.
Consecuencias en el organismo
Y es más que sabido que el alcohol tiene un efecto nocivo en el organismo, sobre todo para el hígado. Por eso, un consumo excesivo genera la acumulación de grasa en este órgano generando fibrosis, lo que puede ocasionar enfermedad hepática por alcohol.
De hecho, según la Fundación Española del Aparato Digestivo (FEAD) un 6 % de la población en España padece trastorno por consumo de alcohol, la causa más frecuente de desarrollar una enfermedad hepática crónica, como cirrosis hepática. Además, es la causa de muerte de uno cada ocho hombres y de uno de cada doce mujeres cuando avanza la patología.
El alcohol, recuerda la FEAD, también está relacionado con la posibilidad de padecer cáncer, influyendo así en su incidencia y mortalidad.
Por eso, recuerda que tanto la Organización Mundial de la Salud (OMS) como la Agencia Internacional para la Investigación del Cáncer (IARC) ya han pedido al Parlamento Europeo que cree más conciencia sobre el vínculo entre el consumo de alcohol y el desarrollo de esta enfermedad.
Con el fin de reducir la incidencia de las dos enfermedades más comunes del hígado, la FEAD puso en marcha la campaña “Una vida saludable por un hígado sano” con la que trata de promover su conocimiento mediante la difusión de información elaborada por expertos.