Científicos descubrieron el ADN más antiguo conocido y lo usaron para revelar cómo era la vida hace dos millones de años en el norte de Groenlandia, según un estudio publicado el miércoles en la revista Nature.

Hoy en día, esta área representa un árido desierto ártico, pero en aquel entonces era un paisaje de árboles y vegetación con una gran variedad de animales, incluso el mastodonte ahora extinto.

“El estudio abre la puerta a un pasado prácticamente perdido”, afirmó el autor principal del estudio Kurt Kjær, geólogo y experto en glaciares de la Universidad de Copenhague (Dinamarca), citado por AP.

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Hace millones de años, esta región experimentó un período de intenso cambio climático y gozaba de biodiversidad hasta el inicio de la glaciación, que permitió posteriormente preservar la información genética de varias especies.

Sin embargo, durante la extracción del ADN ambiental (eDNA, por sus siglas en inglés), los investigadores se enfrentaron a una serie de dificultades. Primero, el material genético se descompone con el tiempo, dejando a los científicos solo pequeños fragmentos. Y en segundo lugar, ubicar fósiles específicos de seres vivos fue bastante difícil, por lo que el equipo tomó una muestra de suelo para identificar material genético.

Posteriormente, con la ayuda de las últimas tecnologías, los científicos compararon el ADN encontrado con el ADN de diferentes especies en busca de coincidencias.

La biodiversidad

Como resultado, se halló una mezcla de plantas árticas, como abedules y arbustos de sauce, con aquellas que generalmente prefieren climas más cálidos, como abetos y cedros.

El ADN también mostró rastros de animales, incluidos gansos, liebres, renos y lemmings. En cuanto a la vida marina, los cangrejos de herradura y las algas verdes vivían en el área, lo que significa que las aguas cercanas probablemente eran mucho más cálidas en ese momento.

De todos modos, el hallazgo más inesperado fue el mastodonte. “En un millón de años, no hubiera esperado encontrar mastodontes en el norte de Groenlandia”, comentó Love Dalén, investigador en genómica evolutiva de la Universidad de Estocolmo (Suecia) que no participó en el estudio.

No obstante, determinar inequívocamente si estas especies vivían una al lado de la otra, o si el ADN se mezcló de diferentes partes del paisaje, sigue siendo una tarea complicada.

Los expertos creen que esta investigación contribuirá a la construcción de una “hoja de ruta genética” que podría ayudar a la humanidad a adaptarse al calentamiento actual.

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