El vehículo explorador Perseverance de la NASA realizó la primera grabación de audio de un torbellino de polvo en Marte, según un nuevo estudio realizado por científicos de la agencia espacial estadounidense y de la Universidad de Purdue (EE.UU.)

Según detalla Roger Wiens, coautor de la investigación, el micrófono instalado en la SuperCam del róver, que incluye instrumentos avanzados de teledetección con una amplia gama de espectrómetros y un conjunto de cámaras, únicamente graba durante unos tres minutos cada dos días.

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Según Wiens, aunque la grabación del torbellino requirió de un golpe de suerte, no fue un acontecimiento del todo inesperado, ya que en el cráter Jezero, donde se captó el viento marciano, el equipo ha encontrado evidencias que sugieren que ya ha habido, al menos, un centenar de remolinos de polvo desde que el explorador aterrizara en Marte, en febrero de 2021.

La grabación acústica del remolino, aunado a las lecturas de la presión atmosférica y la fotografía ‘time-lapse’, provee a los científicos de material para comprender la atmósfera y el clima marcianos. “Podemos aprender mucho más con el sonido que con otras herramientas”, explicó el experto.

En tan solo unos pocos segundos, “pudimos ver cómo bajaba la presión, escuchar el viento, luego un poco de silencio, que era el ojo de la pequeña tormenta, y después volvimos a escuchar el viento y vimos cómo subía la presión”, comentó el investigador.

Tras analizar los datos recuperados por el Perseverance, los académicos lograron determinar que el viento alcanzó los 40 kilómetros por hora, una velocidad similar a la de un remolino de polvo terrestre.

Sin embargo, apuntan los científicos, la diferencia entre ambos fenómenos es que la presión atmosférica en Marte es tan baja que los vientos, aunque sean igual de rápidos, se empujan con aproximadamente el 1 % de la presión que tendría en la Tierra. “No es un viento potente, pero sí lo es suficientemente como para lanzar partículas de arenilla al aire y formar un remolino de polvo”, señalan.

Los resultados de su estudio, publicados en Nature Communications, brindan valiosa información para construir la siguiente generación de exploradores marcianos y para conocer las condiciones que podrían experimentar las futuras expediciones al planeta rojo.

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