Un equipo internacional de biólogos conservacionistas dirigidos por la Universidad de York, en Canadá, obtuvo evidencias de depredadores y teóricas presas compartiendo la guarida en el refugio para la conservación de la vida silvestre de Lewa, al norte de Kenia. El hecho constituye la primera observación de un fenómeno de este tipo en África según publicaron en African Journal of Ecology.
Entre los años 2016 y 2021, los investigadores monitorearon cinco madrigueras de hienas manchadas (Crocuta crocuta) empleando cámaras trampa. Para su sorpresa, en dos guaridas pudieron observar a puercoespines y jabalíes que, durante meses, ocuparon el lugar al mismo tiempo que sus depredadores naturales. En una contabilizaron siete hienas, tres jabalíes y dos puercoespines conviviendo entre enero-marzo del 2016 y durante esos mismos meses del 2017. En otro agujero residían 11 hienas, seis jabalíes y dos puercoespines entre marzo-abril del 2018 y entre marzo-mayo del 2019.
Los animales realizaban salidas y reingresos diarios a la guarida usando la misma entrada, a veces, con menos de 5 minutos de diferencia. Aunque los científicos especulan sobre la existencia de recámaras separadas dentro de las cuevas que permitirían que las especies se mantuvieran a cierta distancia entre sí, no tienen claro por qué estos animales eligieron vivir tan cerca unos de otros.
Los expertos describieron un tipo peculiar de selección de presas, ya que el estudio de los clanes de las hienas que vivían con jabalíes y puercoespines reveló que estas, al parecer, no comían esas especies. Sin embargo, los otros grupos de hienas en el área sí lo hacían.
El hecho de que la cohabitación tuviera lugar durante la estación seca y terminara con el inicio de las lluvias, sugirió a los científicos la idea de que esta convivencia estaba forzada por el impedimento de excavar nuevas guaridas cuando el suelo se había endurecido. En este sentido, desarrollaron una teoría de que esta relación podría estar basada “en un ‘respeto saludable’ por las amenazas presentadas por su armamento mutuamente formidable”, es decir, sus colmillos, dientes y púas.
“Las presas sin capacidades defensivas similares probablemente no se arriesgarían a ser casi compañeras de cama con las hienas”, comentó Marc Dupuis-Desormeaux, uno de los autores del estudio, a McClatchy News, según el Miami Herald.