Las tres primeras semanas de julio han sido el periodo de tres semanas más caluroso jamás registrado. El 6 de julio, además, se registró una temperatura media de aire a nivel mundial de 17,09 ºC, la más alta hasta la fecha, superando el anterior registro de agosto de 2016. Todo esto hace que julio de 2023 vaya a convertirse en el mes con la temperatura media global más alta desde que comenzaron los registros (a mediados del siglo XIX), según los datos del Servicio de Cambio Climático Copernicus (C3S), que cuenta con el respaldo de la Organización Meteorológica Mundial. Distintos especialistas apuntan a que estos niveles de calentamiento no tienen precedentes en, al menos, 120.000 años.

En cuanto al océano, los datos no son mejores. Desde mayo, la temperatura media mundial de la superficie del mar ha estado muy por encima de los valores observados anteriormente para la época del año. Desde el organismo europeo destacan que durante la primera y la tercera semana de julio, la temperatura media mundial (sumando la temperatura del aire y del océano) superó temporalmente el umbral de 1,5 °C por encima nivel preindustrial. Esto no significa se haya superado permanentemente este nivel –que es el objetivo del Acuerdo de París–, ya que esto requiere que este nivel de calentamiento global se mantenga a largo plazo. Es más, no es la primera vez que un mes se sitúa un grado y medio o más por encima de la media preindustrial: ya ocurrió en 2016 y 2020, aunque es la primera vez que ocurre en el verano del hemisferio norte cuando el planeta es más cálido.

Estas temperaturas extremas han estado relacionadas con olas de calor en gran parte de América del Norte, Asia y Europa, con un gran impacto para la salud de las personas, la biodiversidad, los ecosistemas y las economías de los países afectados. Especialmente preocupante son los incendios forestales. El fuego arde en las últimas semanas de manera descontrolada en varios puntos de la zona mediterránea, como Grecia, Italia o Algeria. Canadá vive desde hace meses una catastrófica ola de incendios sin precedentes.

Tanto los hitos de temperaturas como los eventos extremos tienen el sello del cambio climático, que sumado al fenómeno natural El Niño, está provocando que 2023 esté camino de convertirse en el más caluroso hasta la fecha.

Es “imprescindible” reducir las emisiones

Los fenómenos meteorológicos extremos como las sequías, las olas de calor o las lluvias torrenciales serán más frecuentes e intensos a medida con cada décima de calentamiento global. “Las temperaturas récord son parte de la tendencia de aumentos drásticos en las temperaturas globales. Las emisiones de origen antropogénico son el principal factor que impulsa de estos aumentos temperaturas”, afirma Carlo Buontempo, Director del Servicio de Cambio Climático de Copernicus. El especialista añade que “es poco probable que el récord de julio se mantenga aislado este año”.

Desde el punto de vista del climatólogo de la Universidad de Princeton Zachary M. Labe, “estamos experimentando la realidad de décadas de predicciones de los científicos que advertían del rápido aumento de las temperaturas debido al cambio climático provocado por el ser humano”. Como insiste toda la comunidad científica, “sin una reducción de las emisiones de gases de efecto invernadero, el calor y los riesgos subsiguientes seguirán amplificándose, por desgracia”.

“El clima extremo que ha afectado a muchos millones de personas en julio es, lamentablemente, la dura realidad del cambio climático y un anticipo del futuro”, ha asegurado Petteri Taalas, el Secretario General de la Organización Meteorológica Mundial (OMM). “La necesidad de reducir los efectos de las emisiones de gases de efecto es más urgente que nunca. La acción climática no es un lujo, es imprescindible”, concluye el profesor Taalas. Un mundo habitable para el ser humano depende de ella.

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