Los pollos son el animal doméstico más numeroso del mundo. Para comprender cuándo, dónde y cómo se asociaron por primera vez con las sociedades humanas, dos equipos de investigadores establecieron una correlación entre las primeras gallinas y la primera aparición del cultivo del arroz seco y el mijo.

El resultado sugiere que la producción y el almacenamiento de estos cereales pudieron haber actuado como un imán para que sus antepasados salvajes (el ave roja de la jungla) bajaran de los árboles, permitiendo así el inicio de su proceso de domesticación.

Los estudios, publicados en las revistas Antiquity y The Proceedings of the National Academy of Sciences, fueron realizados por académicos de universidades Reino Unido, Alemania, Francia y Argentina.

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Aunque investigaciones previas concluyeron que las gallinas fueron domesticadas hace 10.000 años en China, el Sudeste Asiático o la India, y que estaban presentes en Europa hace más de 7.000 años, las evidencias aportadas por los nuevos estudios sugieren que su domesticación fue mucho más reciente de lo que se pensaba. Así, los pollos domésticos no habrían surgido hasta entre alrededor de 1650 a. C y 1250 a. C. en el centro de Tailandia.

Según uno de los autores del estudio, el profesor Greger Larson, de la Universidad de Oxford, “esta reevaluación integral de los pollos demuestra en primer lugar cuán equivocada era nuestra comprensión del momento y el lugar de la domesticación de los pollos”.

“Y lo que es aún más emocionante, mostramos cómo la llegada de la agricultura de arroz seco actuó como catalizador tanto para el proceso de domesticación de los pollos como para su dispersión global”, añadió, citado por The Guardian.

Tras su domesticación, los pollos fueron transportados primero a través de Asia y luego a través del Mediterráneo a lo largo de las rutas utilizadas por los primeros comerciantes marítimos griegos, etruscos y fenicios y no llegaron a Europa hasta alrededor del año 800 a. C, según los investigadores. Luego, después de su llegada a la región mediterránea, tardaron casi 1.000 años más en establecerse en los climas más fríos de Escocia, Irlanda, Escandinavia e Islandia.

Empleando análisis de datación con radiocarbono y otras técnicas y procedimientos arqueológicos, los científicos llegaron a la conclusión de que durante la Edad del Hierro en Europa los pollos eran venerados como animales exóticos, como demuestra que eran enterrados sin sacrificar y a veces con sus propios dueños. No sería hasta varios siglos después, ya en el Imperio romano, cuando empezaron a popularizarse como una fuente de alimento.

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