La hipertensión no solo afecta a los adultos, también a la infancia. De hecho, se estima que hasta un 4 % puede padecerla. Cifra que se ha incrementado en los últimos años debido a que cada vez se mide más la tensión en menores, con lo que se detectan más casos, y a otro factor que la desencadena, la obesidad.
Cada vez los pediatras toman más la tensión a la infancia que acude a las consultas, por eso hay más casos de hipertensión, señala a EFEsalud el jefe de servicio de pediatría del Hospital Universitario de Guadalajara, el cardiólogo infantil Alfonso Ortigado.
La obesidad infantil y la hipertensión
Ortigado, miembro de la Sociedad Española de Cardiología Pediátrica y Cardiopatías Congénitas (SECPCC), subraya que también es cierto el aumento de un factor que condiciona mucho la hipertensión y es la obesidad, en este caso, en la infancia.
“Al tener más niños obesos, hay más niños hipertensos, pero el problema no es la hipertensión, el problema es la obesidad”, sentencia el cardiólogo.
De hecho, del 4,4 % de la infancia en España que se estima que tiene hipertensión, el 57,14 % es obesa y el 28,57 %, tiene sobrepeso. Así, solo el 14,29 % de la infancia hipertensa tiene un peso normal.
Al margen de la obesidad, entre las principales causas que hay detrás de la hipertensión en la infancia se encuentran los problemas renales, cardíacos, endocrinos y por la apnea en el sueño. Estos casos, aclara el cardiólogo, no han aumentado como sí lo han hecho los relacionados con la obesidad. Si hay más es porque se controla más la tensión en las consultas.
“La gran enmascarada”
En este punto, Ortigado subraya que en ocasiones en medicina se tiende a “negar” la propia hipertensión en la infancia y pone un ejemplo para explicar su afirmación.
“Tú vas con tu hijo al pediatra y le toman la tensión, cosa que ahora es habitual y antes no lo era, y si le sale alta, la enfermera o el propio médico dice ‘no te preocupes que es por la hipertensión de bata blanca, es porque estará nervioso’, cuando lo que hay que pensar es que igual el niño sí tiene hipertensión”, abunda Ortigado.
Y es que, añade, la hipertensión es “como la gran enmascarada” al no dar síntomas en los primeros años, pasa desapercibida, con lo que no se chequea y cuando se hace “a lo mejor no le damos el valor que tiene”.
“Como tal, como enfermedad, si no la vinculas a la obesidad, que hay muchas más hipertensiones en pediatría, esas no han crecido”, sostiene Ortigado.
El experto afirma que en pediatría, siempre hay una causa de hipertensión y hay que buscar el origen.
¿Se pude revertir la hipertensión en la infancia?
En el caso de la hipertensión por obesidad la solución es compleja, porque en la mayoría de los casos depende de la dieta y del estilo de vida: comen muchas grasas y hacen poco ejercicio ya a edades muy precoces. Y cuanto más tiempo de evolución tiene, más difícil es de corregir.
“El problema es que esto no lo ve la familia y a lo mejor no es un tratamiento de niño, es un tratamiento de la familia. El niño va a hacer lo que ve en la familia”, resalta.
Y si se corrige en un tiempo, todos los parámetros metabólicos, entre los cuales están los cardiovaculares, como la tensión arterial, mejoran.
Hacer deporte ayuda mucho a los niños a bajar la tensión, además de a reducir el peso.
“Qué importante es que los padres tengan conciencia de que es un problema serio y que el tiempo que llevamos perdiendo en años es tiempo que hacemos que no sea reversible, porque hay niños que a lo mejor ya se quedan hipertensos porque el sistema endotelial ha quedado tocado”, abunda el cardiólogo.
Recuerda, además, que la obesidad no es solo un problema del corazón, también del hígado, de los vasos arteriales, afecta a todo el organismo.
¿Cómo es el tratamiento?
El tratamiento para la hipertensión en la infancia primero pasa por el no farmacológico, como la dieta, que “es una gran arma terapétuica” al igual que el ejercicio físico, pero “el de verdad”, regulado y ordenado, es decir, “no se trata de pegarse un palizón un día y ya está”.
Hay que hacerlo de forma progresiva, mantenida y acorde a las características del niño, explica el cardiólogo.
Y a partir de ahí, ya entran los tratamientos médicos. En este sentido señala que si la hipertensión tiene una causa etiológica, hay que ir a por ella.
“Si tienes una tiroiditis, trátale el tiroides. En el caso de que sea por apnea, a lo mejor si le quitamos las vegetaciones o las anginas, vemos que ya no la tiene. Si te quedas con hipertensión, aunque hayas corregido la etiología, tenemos tratamientos médicos que son básicamente los mismos que para los adultos”, indica.
De esta forma, se ajusta la dosis según el peso del niño y, lógicamente, hay que ir controlándole por el especialista. Se trata de fármacos basados en ensayos clínicos, que son eficaces, pero sobre todo, seguros.
Vigilar los órganos “diana”
Si hay alteraciones, se puede cambiar el medicamento y siempre hay que controlar la función renal y hepática, entre otras.
Y también vigilar los órganos “diana” a los que puede afectar la hipertensión, como el corazón porque se hace más hipertrófico al luchar contra esa presión de la tensión arterial.
También el riñón, así como el cerebro, porque al igual que en los adultos la hipertensión puede provocar ictus, en los niños este órgano es más plástico y no suelen ocurrir, pero hay que vigilarlo.
Y por último, los ojos, vigilar que no tiene una retinopatía a causa de la hipertensión.