La luna Mimas de Saturno está cubierta con una capa de hielo de hasta 31 kilómetros de espesor, pero los astrónomos creen que hay un océano oculto, que permanece enterrado en las profundidades de su gruesa superficie helada.

Aunque las mediciones realizadas en el 2014 por la sonda Cassini de la NASA demostraron que el cuerpo celeste se tambalea al girar, lo que sugiere que algo extraño ocurre bajo el hielo, insinuando que podría haber algo de agua, esto no se ha corroborado hasta ahora. Las simulaciones realizadas por el Instituto de Investigación del Suroeste (EE.UU.) sugieren que hay agua en las profundidades de la capa de hielo, reza un reciente estudio, publicado en la revista Icarus.

“Cuando observamos un cuerpo como Mimas, parece una roca pequeña, fría y muerta”, señaló este martes Alyssa Rhoden, autora principal de la investigación, a New Scientist. “Si pusieras a Mimas en una galería con un montón de otras lunas heladas, nunca la mirarías y dirías ‘oh, esa tiene un océano'”, agregó.

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Al explorar el tamaño y las predicciones de formación del satélite –que tiene una superficie total ligeramente inferior a la de España–, el equipo determinó que su calor interno sería suficiente para sustentar un océano global de agua líquida, de entre 24 y 31 kilómetros por debajo de una gruesa corteza de hielo, lo suficientemente profunda como para no agrietar la superficie.

Según los investigadores, una combinación de calentamiento por mareas, causada por la atracción de Saturno, influyó en el desarrollo del océano interior, así como en su excentricidad y oscilación. “Usando las suposiciones más razonables, encontramos que Mimas tendría los espesores de océano y de cáscara de hielo sugeridos en la actualidad”, dijo Rhoden. “Esto la situaría en la categoría de los ‘mundos sigilosos’, es decir, lunas heladas con un océano inesperado enterrado bajo su superficie”, añadió.

La investigadora explicó que existen muchos satélites helados en nuestro sistema solar, y “si Mimas podría ser un mundo oceánico, cualquiera de ellos podría serlo”. “Cuanto más entendamos las vías por las que se puede formar un océano, más vamos a aprender sobre los hábitats disponibles en nuestro sistema solar”, concluyó.

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