Cuando damos un beso mostramos el cariño, el amor o la pasión hacia alguien; poco pensamos en ese momento, solo sentimos. Un gesto que además de sentimientos puede llevar en la mochila la transmisión de un virus como el que provoca la mononucleosis infecciosa, la conocida como “enfermedad del beso”.

Con motivo del Día Internacional del Beso, EFEsalud profundiza en la mononucleosis infecciosa con el portavoz de la Sociedad Española de Enfermedades Infecciosas y Microbiología (SEIMC), Andrés Ruiz, quien explica que el 95 % de los adultos de más de 55 años tiene anticuerpos por haberla pasado en algún momento de la vida, que suele ser la infancia y, sobre todo, la adolescencia.

El virus de Epstein-Barr

Causada por el virus de Epstein-Barr -extendido a nivel mundial- la mononucleosis infecciosa, que en la mayoría de los casos es benigna, se contagia a través de la saliva.

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Cada año en España suelen registrarse alrededor de 200.000 casos, una cifra que, según Ruiz, se mantiene constante acorde a los registros de los últimos años.

La mononucleosis además de por el beso, también se puede transmitir, por ejemplo, al compartir bebida o cachimbas por el estrecho contacto con la saliva.

Síntomas

Normalmente en niños pequeños cursa con muy poco síntomas o incluso asintomática y los que están descritos como habituales ocurren fundamentalmente en la adolescencia, “cuestión romántica y bucólica por lo que se la conoce como la enfermedad del beso, de las primeras relaciones”, señala el doctor Ruiz, quien además es jefe de Infecciosas del Hospital Universitario Clínico San Cecilio, de Granada.

Suele provocar fiebre alta que puede llegar hasta los 39 ó 40 grados, así como una amigdalitis importante, cansancio y la inflamación de los ganglios, generalmente en el cuello aunque pueden ser de otra parte del cuerpo como ingles o axilas, señala el especialista.

Se puede detectar a través de una analítica y no tiene tratamiento, salvo el indicado para paliar los síntomas, como los analgésicos y antiinflamatorios, así como el reposo.

En este punto, el portavoz de la SEIMC señala que se suele recomendar reposo relativo durante de dos a cuatro semanas porque en algunos casos puede ir asociado a un crecimiento del bazo y en menos del 1 % de ellos hay rotura de este órgano.

Capacidad de contagio

“Normalmente, al ser una enfermedad infecciosa, el periodo de incubación es de una a dos semanas de media, aunque los rangos pueden variar, y hasta un par de semanas después de haber padecido la infección se mantiene el virus elevado en sangre y puede ser contagioso”, abunda el experto de SEIMC.

Lo que hace que este virus esté tan extendido, señala Ruiz, es que es de la familia de los herpes virus, de forma que una vez que lo pasamos su material genético se queda conviviendo con nosotros. Puede haber pequeñas activaciones del mismo de forma transitoria y asintomática y, por tanto, contagios.

El virus de Epstein-Barr está asociado también a otras patologías ya que tiene capacidad oncogénica y puede desarrollar tumores de nasofaringe, que es poco frecuente, y linfomas tipo Hodgkin, de los que hay cuatro subvariantes y todas están asociadas a este virus.

“No puede haber linfoma Hodgkin si no hay virus”, indica el experto.

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