Antes de que la diabetes aparezca en escena, el organismo ha ido montando los cimientos. Y lo ha hecho durante la antesala de la enfermedad, en la prediabetes, una fase en la que en función del tipo que sea (1 ó 2) hay posibilidad de revertirla modificando el estilo de vida.

En el Día Mundial de la Diabetes, analizamos con distintos expertos en qué consiste la prediabetes, cómo se puede frenar, qué signos de alarma muestra y qué supondría detectarla a tiempo, tratarla y evitar la futura enfermedad crónica.

Con la diabetes mellitus el páncreas no genera suficiente insulina -la hormona que regula la concentración de glucosa en la sangre- o el organismo no utiliza de forma eficaz la que produce.

La obesidad, principal culpable

La mayoritaria es la diabetes tipo 2, ya que supone el 90 % de los casos, y afecta a uno de cada diez adultos, una cifra que va a en aumento. Se puede prevenir en muchos casos porque hay factores de riesgo que contribuyen a su aparición como el sobrepeso, la vida sedentaria y la herencia genética.

“Sobre todo, el mayor factor de riesgo que hay en la diabetes tipo 2 globalmente es la obesidad”, asegura a EFEsalud la presidenta de la Fundación Española de Diabetes, Sonia Gaztambide, quien apunta también a la hipertensión y la hipercolesterolemia.

Con estos factores de riesgo y con unos valores de glucosa en sangre elevados que aún no superan el rango para el diagnóstico clínico de la diabetes -por encima de 100 ó 110 y por debajo de 126-, los expertos ya hablan de prediabetes.

La prueba para el diagnóstico consiste en una sobrecarga oral de glucosa que se le proporciona al paciente.

“Se trata de una cantidad de glucosa y medimos cómo está a la dos horas de la ingesta. Si está en 200 o por encima tiene una diabetes, si está por encima de 140 pero por debajo de 200 está también en una situación de alteración del metabolismo hidrocarbonado, pero no es una diabetes todavía, es lo que llamamos la prediabetes en la diabetes tipo 2”, explica Gaztambide.

Puede darse el caso de que una persona que no tenga obesidad ni sobrepeso tenga prediabetes y esté en la línea de salida para una diabetes tipo 2 pero las probabilidades siempre son mucho menores.

La prediabetes también es silenciosa

Se dice que la diabetes es una enfermedad silenciosa, la prediabetes tampoco hace ruido. La manera de saber si se padece es a través de un análisis de sangre para medir el nivel de glucosa.

“Efectivamente, en personas que tengan antecedentes familiares de diabetes, hayan tenido una diabetes gestacional o porque tengan otros factores de riesgo añadidos se puede sospechar, pero si no haces una determinación de la glucosa, no puedes certificarlo”, abunda la presidenta de la Fundación de la Sociedad Española de Diabetes.

La importancia del seguimiento

Una vez diagnosticada la prediabetes, se debería hacer un seguimiento anual a través de Atención Primaria. De hecho, apunta la experta, en ese nivel asistencial existen protocolos de actuación para estos casos.

Si detectada la prediabetes los pacientes tienen síntomas que hasta entonces no habían tenido, no deben esperar a la consulta del año siguiente cuando les miden la glucosa, porque lo que puede pasar, advierte Gaztambide, es que empeore su situación.

¿Hay vuelta atrás?

Si la prediabetes se ha diagnosticado recientemente y está ligada a la obesidad, se podría revertir.

“El estilo de vida es fundamental, porque el aumento a nivel mundial de la diabetes es probablemente por el incremento de la obesidad. Antes no había tanta gente obesa y ahora, mires por donde mires, la ves”, sostiene la experta.

Y es que en un estudio de la Sociedad Española de Diabetes de hace unos años, la prevalencia de la obesidad en la población era cercano al 26 % y de la diabetes del el 13,8 %, cifras que para la experta son muy elevadas.

Así, si se suman los casos de diabetes y prediabetes, la prevalencia de personas con algún tipo de alteración del metabolismo del azúcar se sitúa, según Gaztambide, en torno a un 25 %, es decir una de cada cuatro personas.

Si aquellas con la glucemia basal alterada y candidatas a sufrir diabetes tipo 2 supieran cómo está su organismo, redujeran peso, hicieran ejercicio y abandonaran los malos hábitos como el tabaco y el alcohol, se podría reducir la incidencia de esta enfermedad crónica.

“Pero tú pídele a la gente que haga una alimentación que parece que es muy fácil, pero cuando tienen que hacer el esfuerzo y dejar de comer un plato grande o lo que le gusta, pues lo hacen una temporada pero luego se les olvida. Hay un refrán que yo siempre suelo decir para la diabetes que es “menos plato y más zapato”, afirma Gaztambide.

Esto se traduce en comer menos y moverse un poco más.

La diabetes tipo 1, un panorama distinto

En el caso de la diabetes tipo 1, los criterios en lo relativo a lo niveles de glucemia son similares, pero en el resto el panorama cambia. Y si bien se llama prediabetes en los dos casos nada tiene que ver la una y la otra.

La diabetes tipo 1 es de origen autoinmune, se caracteriza por la destrucción de las células beta del páncreas -las que producen la insulina-, y sobre todo se diagnostica en la infancia y adolescencia.

Lo expone a EFEsalud el investigador del Centro de investigación Biomédica en Red de Diabetes y Enfermedades Metabólicas Asociadas CIBERDEM Luis Castaño, quien, además, es catedrático de Pediatría en la Universidad del País Vasco y endocrinólogo en el Hospital Universitario Cruces, de Vizcaya.

Surge de la interacción de unos genes de riesgo heredados y un agente ambiental que pone en marcha la respuesta inmune.

“Reflejo de esa agresión autoinmune, se pueden detectar, al comienzo clínico, autoanticuerpos en sangre que reconocen diferentes moléculas de las células beta del páncreas (anti-Insulina, anti-GAD, anti-IA2 o anti-Zinc”, que son los marcadores del proceso inmune y se pueden detectar años antes del diagnóstico clínico.

Cuando el cuerpo activa la respuesta inmune contra las células beta pancreáticas, empieza a destruirlas y a su número es insuficiente se produce una hiperglucemia mantenida, acompañada “de un cuadro clínico característico” como la pérdida de peso, la poliuria-producción excesiva de orina- y el tener mucha sed, entre otros.

Esto es lo que marca “el debut clínico” de la enfermedad, y consecuentemente la necesidad de comenzar un tratamiento con insulina.

Distintas fases de la prediabetes

A lo largo de todo este proceso, existen diferentes fases o estadios de la diabetes tipo 1, explica el especialista.

El estadio 0 es la fase previa a la activación del sistema inmune, donde “solo disponemos de genes de riesgo y no necesariamente acaba en diabetes clínica (ya que necesita el impacto del factor ambiental, que no siempre ocurre)”.

Una vez activada esa respuesta inmune, comienza la autodestrucción las células beta pancreáticas, algo que sucede en la fase 1 de la enfermedad, en la que no se detectan alteraciones metabólicas y la glucemia es normal.

Si el proceso destructivo continúa, pasamos a la fase 2 de la diabetes, en la que, además de autoanticuerpos, se pueden detectar elevaciones ocasionales de la glucosa, pero sin síntomas clínicos.

“Hace años a las fases 1 y 2 de la diabetes tipo 1 se la conocía como ‘prediabetes’; sin embargo, hoy en día, se las considera como parte de la Diabetes tipo 1 -Fase 1 y 2, o ‘fases tempranas’”.

El diagnóstico precoz también es clave

Debido a que las fases tempranas de la diabetes tipo 1 “a menudo” evolucionan a diabetes clínica, Castaño, quien también es investigador del Instituto de Investigación Sanitaria (IIS) Biobizkaia, subraya la importancia del diagnóstico precoz.

De esta forma, agrega, el seguimiento de los pacientes permitiría evitar las complicaciones habituales del diagnóstico de la diabetes.

“Evita hiperglucemias graves al diagnóstico clínico y consecuentemente situaciones graves de cetoacidosis -complicación habitual al diagnóstico de la diabetes en población infantil-, que puede requerir ingreso en unidades de medicina intensiva, u otras situaciones fatales”, abunda el experto.

Según resalta, hay estudios recientes que han mostrado que algunos tratamientos moduladores de la autorrespuesta inmune novedosos, “aplicados en fases tempranas, por ejemplo en fase 2 pueden frenar la destrucción de las células beta del páncreas, y al menos retrasar la fase clínica de la enfermedad”.

Al desconocer por el momento los factores ambientales que activan la respuesta inmune, no es posible actuar en el estadio 0 de la enfermedad, asegura el experto del CIBERDERM.

Nuevas esperanzas

La Administración de Alimentos y Fármacos de Estados Unidos (FDA, por sus siglas en inglés) autorizó el pasado año un fármaco para tratar personas con fases tempranas, presintomáticas, mientras que la Agencia Europea del Medicamento (EMA, en inglés) analiza su aprobación.

“Estos resultados suponen un avance importante en el devenir de la diabetes tipo 1 y nos acercan a una nueva era en la lucha con la enfermedad”, asevera el experto.

Asimismo, estos resultados han impulsado la puesta en marcha en algunos países europeos de programas para detectar las fases tempranas, 1 y 2, con el análisis de la presencia de anticuerpos de personas con riesgo genético y en algunos casos en la población general infantil.

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