Las sondas Solar Orbiter y Parker Solar Probe, diseñadas para el estudio de las características del Sol, han recopilado datos e imágenes de vario eventos relacionados con el comportamiento de la estrella.

El pasado 2 de marzo, la nave espacial Solar Orbiter, que es parte de la misión conjunta entre la NASA y la Agencia Espacial Europea (ESA), logró capturar una gran llamarada solar mientras se preparaba para alcanzar el próximo día 26 su máxima aproximación al astro.

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Los científicos de ESA calificaron la erupción como de clase M, la cuarta más alta de las cinco categorías que miden la intensidad de las llamaradas solares, cuyo estallido puede causar problemas en las comunicaciones radiales en los polos terrestres, además de ligeras tormentas de radiación solar que pueden poner en riesgo a los astronautas.

Las imágenes, publicadas este lunes, fueron tomadas por el instrumento de Imagen Ultravioleta Extrema (EUI, por su siglas en inglés) con el que está equipado la nave.

Entretanto, la sonda Parker Solar Probe de la NASA, que fue la primera en aproximarse a la atmósfera exterior del Sol el año pasado, registró el 15 de febrero una gran prominencia solar que lanzó toneladas de partículas cargadas en dirección al orbitador espacial.

El científico encargado del proyecto, Nour Raouafi, comentó que “el impacto del evento golpeó de frente a Parker Solar Probe, pero la nave espacial fue construida para soportar actividad como esta, para obtener datos en las condiciones más extremas”, agregando que ha sido el evento más grande experimentado por el aparato durante sus tres años y medio de vuelo.

“Y con el Sol cada vez más activo, no podemos esperar a ver los datos que recopila Parker Solar Probe a medida que se acerca más y más”, concluyó Raouafi.

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