El dolor es uno de los problemas médicos más incomprendidos, menos diagnosticados y menos tratados, algo que se intensifica cuando afecta directamente a niños y niñas. La Sociedad Española de Rehabilitación Infantil (SERI) aboga por la visibilidad del dolor infantil dadas las consecuencias físicas, emocionales y sociales que acarrea.

Y por esta razón la SERI ha elegido el dolor infantil como el tema central de las XXVIII Jornadas de esta sociedad médica que se celebran el 4 y 5 de abril en el Complejo Hospitalario Universitario Insular Materno Infantil de Las Palmas de Gran Canaria con el lema “Crecer sin dolor”.

“Hay dolores que infravaloramos, bien porque el niño no tiene capacidad de expresarse o porque ya damos por hecho que, al tener una discapacidad, se tiene que asociar dolor”, explica a EFEsalud, Olga Arroyo, presidenta de la SERI.

Para esta médica especialista en rehabilitación infantil, el reto del profesional está en detectar la señales del dolor que el menor puede no verbalizar pero sí expresar con su actitud, como mostrarse retraído , dejando de jugar, con gestos faciales…

La subestimación del dolor infantil es un tema recurrente en la literatura médica. La SERI menciona un estudio de 2022 realizado en España que concluye que el dolor en pediatría es un síntoma con frecuencia infradiagnosticado y deficientemente tratado a pesar de su prevalencia.

Pero las estimaciones de la prevalencia del dolor en los menores son amplias, desde el 70 % en procedimientos y postcirugías a una horquilla entre el 30 y el 78 % en los servicios de urgencias, según datos de publicaciones mencionadas por la sociedad médica.

En el caso del dolor crónico, un efecto persistente que dura más de tres meses, la prevalencia está entre el 15 y el 38 %, mientras que entre un 5 y un 8 % de los pequeños refiere un dolor que produce severa discapacidad y angustia.

Según la SERI, la prevalencia aumenta con la edad, es mayor para las niñas en la mayoría de los tipos de dolor, siendo los más prevalentes el de cabeza y el muscoesquelético.

Aunque crecer no tiene porqué doler, hay menores que presentan en este proceso determinados síntomas en rodillas o espalda, particularmente cuando experimentan una velocidad de crecimiento más rápida, algo que no tiene ninguna repercusión grave, señala la especialista.

¿Por qué se infravalora el dolor infantil?

Los expertos mencionan varias causas que contribuyen a la falta de valoración del dolor en los más pequeños:

  • Falta de conocimiento y habilidades: Muchos profesionales de la salud deberían contar con una formación adecuada y la confianza necesaria para evaluar el dolor en niños y niñas.
  • Dificultades en la comunicación y expresión del dolor por parte de los menores: Los profesionales de la salud deben estar capacitados para interpretar las expresiones verbales y no verbales.
  • Atención médica rápida, como los servicios de urgencias, los profesionales pueden recurrir a “atajos” y estereotipos, lo que puede exacerbar los sesgos y llevar a una evaluación inadecuada del dolor.
  • Subestimación por parte de los padres: Los informes de los padres sobre el dolor de sus hijos pueden ser poco precisos.
  • Sesgos raciales y étnicos pueden influir en la percepción y el tratamiento del dolor en niños y niñas.
  • Desigualdades sociales en el manejo del dolor: Los pequeños de entornos socioeconómicos bajos a menudo experimentan disparidad en el manejo del dolor.

Por eso la rehabilitación infantil juega un papel crucial en detectar el dolor en menores con y sin enfermedades motoras y discapacitantes.

Olga Arroyo, también jefa de servicio en el Hospital Universitario Gregorio Marañón de Madrid, destaca como herramientas que ayuden a esta detección las escalas del dolor en función de la edad y circunstancia de los menores y también otras destinadas a los padres.

En cualquier caso, desde la SERI se considera que no solo es necesario una formación adecuada para los profesionales sanitarios, sino también dotar de más recursos a los centros y los equipos. Destaca el papel de las unidades del dolor, sobre todo las enfocadas al tratamiento y seguimiento del dolor crónico.

El impacto psicológico

En general, el tratamiento se basa en medicación, actividad física y también apoyo psicológico y psiquiátrico ya que el dolor “restringe y empeora la vida cotidiana”, apunta la doctora.

Según la Sociedad Española de Rehabilitación Infantil, estar expuesto al dolor en la infancia tiene como consecuencias potenciales secuelas físicas, psicológicas y sociales que afectan a la calidad de vida y a la participación del niño y niña.

Las secuelas psicológicas observadas son la existencia de una sensibilidad al dolor alterada, ansiedad, trastornos de estrés, hiperactividad, trastorno por déficit de atención, deterioro de las habilidades sociales, patrones de comportamiento autodestructivo…

Y esto impacta en el estado de ánimo, el sueño, el apetito, la asistencia a la escuela, el rendimiento académico, la participación en deportes y otras actividades extracurriculares de los menores.

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