La sexualidad de las mujeres mayores sigue siendo una realidad silenciada y condicionada por mandatos sociales, políticos y culturales. Un estudio reciente del Instituto de las Mujeres (España) analiza cómo factores como la maternidad, la falta de educación sexual o la influencia religiosa han limitado el deseo y el placer femenino en la vejez, y propone medidas para garantizar una vivencia plena y libre de la sexualidad en todas las etapas de la vida.

El Instituto de las Mujeres, organismo autónomo dependiente del Ministerio de Igualdad, ha elaborado el estudio “La sexualidad de las mujeres mayores en el contexto español. Percepciones subjetivas”

Es una investigación en la que, a través de las historias de la vida y narrativas personales de las mujeres entrevistadas, se acerca al placer y al deseo femenino.

El Instituto también pretende con el estudio paliar la falta de perspectivas de género y la mirada androcéntrica en los estudios sobre sexualidad.

“Este tipo de investigaciones son esenciales para romper silencios, desafiar tabúes y reivindicar el derecho de todas las mujeres a vivir su sexualidad de manera libre y plena en todas y cada una de las etapas de su vida”, destaca la directora del Instituto de las Mujeres, Cristina Hernández.

El estudio

La investigación cuenta con un enfoque cualitativo con seis grupos de discusión entre 6 y 12 componentes, todas mujeres de entre 65 y 74 años y más de 75, y ocho entrevistas en profundidad.

Estos seis grupos de discusión se estructuraron según unos criterios mínimos de homogeneidad: edad y comunidad autónoma.

También se han tenido en cuenta unos criterios de heterogeneidad para que se puedan poner de manifiesto las diferencias entre las participantes y que una excesiva homogeneidad no inhiba al grupo, quedando: nivel de estudios, profesión, “estado civil”, orientación sexual, nacionalidad, convivencia, maternidad, problemas de salud, o si posee algún grado de discapacidad.

Las conclusiones

La investigación concluye que la edad en exclusiva no constituye un factor determinante del deseo y la expresión sexual, sino que a lo largo de las etapas vitales de las participantes existen otros condicionantes que han limitado el mismo.

Aún así, el estudio revela que las mujeres mayores siguen experimentando deseo, placer y necesidades afectivo-sexuales, aunque en mayor medida basadas en el buen trato, la intimidad y la comunicación por encima de la genialidad.

Los condicionantes son:

  • Falta de educación sexual. Esto limita su autoconocimiento y disfrute, especialmente en la etapa postmenopáusica.
  • El mandato del matrimonio y la maternidad. Esto en algunos casos las lleva a asociar las relaciones sexuales únicamente con la reproducción y como una imposición.
  • Las restricciones políticas y sociales vividas, en las que la Iglesia católica ejercía una gran influencia.
  • Las agresiones sexuales en la infancia y la adolescencia presentes en gran parte de las participantes del estudio.
  • La falta de intimidad en las residencias para vivir una sexualidad más libre.
  • La tendencia de que ya no existe sexualidad a esta edad.

“Hace años no nos atreveríamos a hablar de esto. Yo no me atrevería a hablar de lo que hemos hablado aquí, aunque me hubieran dado un millón de los de antes”, señala una de las participantes de 79 años.

Factores que han facilitado vivir la sexualidad a las mujeres mayores

Dentro de estos factores se encuentran:

  • La revolución sexual. Esta permitió un avance en la ruptura de creencias y mandatos restrictivos, aunque reconociendo que, a veces, también supuso un conflicto interno entre los viejos y nuevos mandatos.
  • Las vivencias con otros niños y niñas de su edad, que les llevaron a conocer sus cuerpos y el placer emanado de éste.
  • Las relaciones con sus novios en la juventud que, ante el mandato de no tener relaciones coitales antes del matrimonio, las llevó a gozar de un placer más global.
  • La exploración de sus cuerpos, que les permitió descubrir el placer propio, el cual, para la mayoría de ellas, continúa siendo la principal forma de placer.
  • La viudedad no es sinónimo del fin de la vida sexual. Quien ha vivido una sexualidad satisfactoria mantiene una vivencia erótica consigo misma o con una nueva pareja. Además aquellas mujeres que no han tenido relaciones sexuales placenteras o han sufrido el abuso de sus maridos, viven la viudedad como una liberación.
  • La vejez, y especialmente los años después de la menopausia. Esto les ha permitido disfrutar de una sexualidad más global sin el mandato ni la preocupación de embarazarse. También les ha ofrecido la oportunidad de abrirse a nuevas formas de vivir su sexualidad.
  • Las enfermedades, tratamientos y limitaciones físicas propias o de su pareja, que les ha llevado a buscar formas diferentes de expresar su deseo y sentir placer.
  • Las mujeres lesbianas participantes. Estas han atravesado de forma resiliente el mandato represor de la heteronormatividad, que vivieron en su juventud, y en la actualidad disfrutan de su sexualidad con pareja o sin pareja.
  • La terapia, los grupos o encuentros con otras mujeres, y los talleres sobre educación sexual y de autoconocimiento. Estos les han mostrado una visión distinta de la sexualidad, que les ha llevado a cuestionar y en la mayoría de los casos a cambiar sus creencias y sus roles y prácticas sexuales.

Propuestas de mejora

Las mujeres participantes en el informe del Instituto de las Mujeres piden la necesidad de contar con educación sexual en esta etapa de sus vidas.

“Aunque tengamos 60 y tantos años, necesitamos saber y comprender un montón de cosas, y yo creo que es importante la formación y el empoderamiento a las mujeres de más de 65 años porque estamos hartas en este aspecto del tema del edadismo”, comenta una de las participantes del estudio.

“Que nos expliquen, que nos den unas charlas para poder llegar, porque en nuestra época esa clase de cosas pues no había entonces, que nos expliquen que es natural eso o que nos hagan saber lo que siempre se ha hecho o que no son cosas de otra vida porque, por ejemplo, yo, para mí es algo raro eso”. Virginia, 68 años.

También, con el fin de acabar con esa discriminación y con el infantilismo y el paternalismo que afirman experimentar por su edad, las mujeres mayores demandan una mayor sensibilización social sobre la existencia de la sexualidad en la vejez femenina.

“Que se nos tome más en cuenta a las mujeres viejas, eh, que no hemos terminado, que podemos vivir otros 20 años más o más. Yo igual, igual que no se nos trate ni con paternalismo, ni con infantilismo ni con “no, es que no sabes”. “no, es que ya no te enteras”, no como si te estuvieran haciendo un favor, no mira, eh… ya te hago yo a ti el favor. O sea, trátame como un igual, soy igual que tú, no soy ni más tonta, ni menos tonta, ni más lista. Soy igual de capaz. Con sus actitudes, como considerarnos meros números. Viene un tío que está en la misma situación que ellas, pero les da lecciones de lo que tienen que hacer y lo que no. Machismo. También en los hombres, eso que se ejerce sobre las mujeres. Sobre todo, sobre las mujeres viejas”. lone, 67 años.

En este contexto, son fundamentales los grupos de autoayuda, encuentro y sonoridad, unos espacios en los que las mujeres pueden hablar y expresarse libremente.

“Yo tuve una experiencia muy, muy bonita de crear un grupo de mujeres dentro de la migración. Y fue fantástico, o sea, para mi fantástico y creo que, para todas las personas, había gente de muy diferentes condiciones”. Bárbara, 72 años.

Además, las mujeres ponen el foco sobre la necesidad de contar, de manera preventiva, con revisiones ginecológicas después de los 65 años.

“Ahí estamos peleando, porque ya ni nos hacen mamografías y no nos hacen lo del cérvix ni nada y entonces te tienes que ir a pagarte un ginecólogo particular. Entonces yo, ahí, sí que creo que hay una, con las mujeres mayores, hay una discriminación clara, pero es curioso que a los hombres jubilados con unos tipos de canceres de próstata y tal, les siguen haciendo revisiones…Y resulta que nuestro aparato reproductor, no tiene derecho a que se le haga una revisión”. Ione, 67 años.

Esta cuestión enlaza además con la falta de perspectiva de género del personal sanitario, al que consideran necesario ofrecer formaciones específicas fuera de la mirada androcéntrica actual.

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