La Navidad es una época muy emocional en la que los sentimientos pueden estar a flor de piel. Y si en lugar de en casa con la familia o amigos estamos ingresados en un hospital, la tristeza y soledad, unidas al estrés y la ansiedad pueden ser una combinación muy complicada de asimilar. Por eso se hace fundamental el apoyo de la familia y del personal sanitario.

La mayoría de las personas que están ingresadas no podrán celebrar la Nochebuena o la Nochevieja en casa con la familia o amigos.

Y si son niños, además, Papá Noel y los Reyes Magos tendrán que cambiar la dirección para continuar con la magia y que estos pequeños noten lo menos posible que esta Navidad la pasan en un hospital.

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No solo es estar separados de los seres queridos o verlos un rato al día, a los pacientes ingresados se une la preocupación por su estado de salud, especialmente si es grave.

“A nivel emocional, los pacientes están a flor de piel. Tenemos situaciones en las que puede haber un estrés y una ansiedad aumentados, porque, además, realmente la Navidad es un momento muy, muy emocional”, asegura a EFEsalud la doctora en neurociencias y directora del Grado de Psicología de la Universidad Internacional de Valencia (VIU), Arantxa Duque.

La soledad, la tristeza, la ansiedad…. pueden desembocar en dos tipos de reacción en los pacientes. Una de ellas es la de estar más agitado, más irascible, enfadado hasta el punto de gritar si no es atendido al momento, por ejemplo.

Y la otra es justo lo contrario, con síntomas más depresivos: están más retraídos, tienden al aislamiento, dejan de comer o participar en actividades en las que antes lo hacían, detalla Duque.

Los más vulnerables

Los pacientes más vulnerables a que la estancia en el hospital en Navidad les afecte más que a los demás son las personas mayores, sobre todo los que no tienen familiares, y también los niños.

“Las personas mayores porque a lo mejor ya han ido perdiendo otros familiares previamente, y no tienen tanto vínculo familiar. Y los niños porque muchas veces es más difícil el entender que tienen que estar en el hospital”, asegura Duque.

En el caso de los niños, los síntomas son también similares a los de los adultos pero dependen de la edad. De esta forma pueden ir desde rabietas muy exageradas y estar más agitados hasta estar más callados. Todo ello debido a que el cerebro sigue desarrollándose hasta la adolescencia lo que hace más compleja la inhibición de los impulsos.

Por eso, el personal sanitario también tiene que estar algo más pendiente de los pacientes por si ven algo que indique un estado anímico más bajo. Incluso, opina Duque, se podía hacer una especie de cribado para detectar qué pacientes van a necesitar más apoyo.

No obstante, desde el Hospital Universitario de La Paz de Madrid, la psicóloga clínica Marta Torrijos, en declaraciones a EFEsalud apunta que no son situaciones patológicas, sino sentimientos muy normales y adaptativos ya que “los hospitales no son a priori los sitios más cálidos del mundo”.

Cómo ayudar

Y al no ser una reacción patológica, en el fondo no requiere un tratamiento clínico específico.

“Es una cuestión más bien casi comunitaria, de que entre todos podamos hacer la estancia de estos pacientes más agradable”, explica Torrijos.

De hecho, tratan de facilitar, en la medida de lo posible, un alta provisional si el paciente está estable para que pueda al menos pasar un día de Navidad fuera del hospital como Nochebuena o Nochevieja.

“Tratamos un poco de humanizar los cuidados, es la filosofía del hospital. Si podemos facilitarlo y se pueden ir, se hace”, afirma la psicóloga clínica. En el caso de que no sea posible, en La Paz se intenta que los familiares puedan estar lo máximo posible.

El personal intenta también empapar las plantas del hospital del espíritu de la Navidad, con la decoración y menús específicos en fechas señaladas para que los pacientes se sientan lo más acompañados posible.

Y es que se trata de que el personal sanitario muestre sensibilidad y empatía, coinciden ambas psicólogas.

La labor de los sanitarios, según Torrijos, sería la de normalizar esos sentimientos de tristeza o soledad, porque tienen toda la razón y es normal, insiste, que estén tristes y echen de menos a sus seres queridos.

“Hay que darles un espacio para que eso pueda ser escuchado y acompañarles más que tratarlos. Estar a su lado”, señala.

Los pacientes de salud mental

También desde La Paz, la enfermera especializada en salud mental Natalia Álvarez señala a EFEsalud que en estas fechas “se intenta arropar al máximo a los pacientes”, porque en Navidad, aquellos que están ingresados por problemas de salud mental pueden agudizar los síntomas.

De hecho, a estos pacientes que tienen familia se les intenta dar el alta si se dan las circunstancias para ello porque el ingreso puede ser en cierto modo traumático, si bien se intenta que las hospitalizaciones sean lo menos duraderas posibles.

Si el paciente no puede salir y no tiene visitas, los profesionales sanitarios están acompañándoles, “siempre desde la humanización de los cuidados”, abunda la enfermeda de La Paz.

La familia también sufre la ausencia

Pero no solo los pacientes pueden sufrir la tristeza y la soledad por estar hospitalizados, también las familias que sienten su ausencia. Su silla vacía.

“Es muy importante brindar a los familiares también apoyo psicológico, es decir, generar una red de intervención, que ese servicio esté disponible”, sostiene la psicóloga de la VIU, quien también es secretaria de la Cátedra sobre Humanización de la Asistencia Sanitaria de esta universidad, Fundación Asisa y Proyecto HUCI.

También, según Duque, hay que hacerles partícipes de los eventos y actividades que pueda haber en el hospital para ayudarles a que tengan una perspectiva más positiva de la situación. Que se cree una “conexión social” entre el paciente, el personal sanitario y los familiares.

“Al final lo que les pasa a los familiares es que tienen mucha preocupación e incertidumbre por el propio familiar y es importantísimo tejer esas redes”, abunda Duque.

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