Escuchamos con frecuencia el término “relación tóxica”, algo que se puede desvirtuar al asociarse con situaciones equivocadas. Los psicólogos advierten de la importancia de distinguir y no banalizar una relación que es dañina frente a otra que simplemente no funciona.

A lo largo de cualquier relación de pareja, es natural tener diferencias, cometer errores o pasar por baches, lo cual no significa que esa relación sea tóxica.

Una relación tóxica se caracteriza por la presencia de comportamientos dañinos y desequilibrios significativos derivado de una situación de poder o falta de respeto de uno sobre otro, lo que puede llevar a un deterioro del bienestar emocional.

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En una entrevista con EFEsalud, el doctor Pedro Neira, coordinador de Psicología en la Clínica López Ibor, nos explica qué significa tener una relación tóxica y nos alerta de las consecuencias y secuelas de la banalización o el mal uso de este término.

Problemas de pareja: no todos son tóxicos

“Cada persona vive su relación de pareja de una manera diferente y por eso es muy difícil distinguir qué actitudes se consideran del todo tóxicas y cuales no, porque al final también depende de la importancia y el valor que tenga para cada persona”, explica Neira.

“Pero sí que es verdad, que hay desacuerdos o discusiones que tienden a ocurrir de manera más habitual en todas las relaciones y a veces, simplemente necesitan de comunicación para poder solucionarse”, añade.

Cuando un amor no es correspondido o en una relación de pareja se pierde la chispa por una o ambas partes, eso no implica que la relación sea tóxica. Si hay diferentes perspectivas o ambiciones de futuro, eso tampoco supone tener un comportamiento tóxico con tu pareja. 

“Escuchar sin juzgar lo que mi pareja me está contando, lo que está pensando, no intentar forzar que la persona tenga mis aficiones, mis gustos, los mismos círculos sociales…Estos son comportamientos sanos para la pareja”, afirma el especialista.

¿Qué es una relación tóxica?

El coordinador de Psicología de la Clínica López Ibor nos da las pistas necesarias para detectar una relación tóxica:

  • Control: si detectamos que nos quieren controlar, por ejemplo, en la forma de vestir o en con quién nos relacionamos, es un comportamiento tóxico.
  • Falta de comunicación o comunicación agresiva: Una comunicación agresiva o destructiva puede ser otro indicativo de una relación tóxica, pero el hecho de que no haya comunicación también.
  • Manipulación emocional: La manipulación emocional, desde la culpa constante a la victimización, puede ser una señal de que la relación es perjudicial para una o ambas partes.
  • Aislamiento social: Si uno de los miembros de la pareja intenta aislar al otro de los amigos o familiares, es una forma de control. Esto ocasiona graves daños en la salud emocional de la persona controlada.

Consejos para quienes sufren una relación tóxica

Para quienes sufren una relación tóxica, el psicólogo Pedro Neira aconseja:

  • Reconocer los signos y funcionamientos problemáticos y aceptar que la situación es
  • perjudicial.
  • Buscar apoyo emocional de amigos, familiares y profesionales.
  • Establecer límites claros y comunicarlos de manera firme y asertiva.
  • Trabajar en la autoestima y el autocuidado.
  • Terminar la relación si persisten.
  • Banalización del término “toxicidad”

La banalización del término “toxicidad” puede llevar a minimizar las experiencias reales de abuso o maltrato, dificultando que las víctimas busquen ayuda o que sean tomadas en serio. Además podemos normalizar como tóxicos comportamientos que en realidad no lo son. Esta etiqueta obstaculiza la resolución saludable de los conflictos.

Por eso es importante recalcar que este término coloquial y muy utilizado lleva tras de sí funcionamientos y conductas relacionadas con factores psico-sociales, que en muchos casos deben ser evaluados y abordados desde una perspectiva y ambiente sanitario.

Amor romántico: expectativa vs realidad

Pedro Neira nos advierte sobre el problema que puede suponer la idealización del amor romántico y de las relaciones.

“Es importante tener cuidado con las expectativas sociales sobre del concepto de amor romántico, que genera una idealización de la vida en pareja y de lo que debemos esperar de ellas, llevándonos a rupturas impulsivas al no cumplir con las expectativas sociales y a la frustración y el malestar”, precisa el experto.

¿Cómo construir un amor sano?

Para evitar las relaciones tóxicas es imprescindible:

Trabajar la comunicación efectiva: La comunicación es fundamental en cualquier relación.

Aprender a escuchar activamente, expresar las emociones de manera clara y honesta, y ser capaz de resolver conflictos de manera constructiva, son habilidades cruciales para mantener una relación saludable.

Entrenar la asertividad es clave en cualquier relación social, igual que lo es en las relaciones de pareja, la capacidad para comunicar peticiones, hacer críticas constructivas, verse en el derecho de decir no, tener la capacidad para priorizarse, etc.

Confianza y respeto mutuo: La confianza y el respeto son pilares fundamentales de cualquier relación saludable. Este punto se une a la asertividad, respetando y haciendo respetar los límites del otro y los propios, sin entrar en una comunicación agresiva que imponga al otro.

Espacio individual: es importante comprender que los seres humanos tenemos necesidades individuales, es importante mantener y cuidar un espacio individual y permitir que cada uno tenga sus propios intereses, amistades y tiempo para sí mismos.

Apoyo mutuo: Este punto conecta con la empatía, la identificación emocional y el acompañamiento de las necesidades emocionales propias y del otro. De esta manera, los momentos agradables fortalecen la relación y los desagradables refuerzan el apoyo.

Compartir metas y valores: Es importante alinear algunas metas comunes, la sintonía en valores y las expectativas para el futuro. Si esto no ocurre, es importante buscar un proyecto o intereses comunes.

Flexibilidad y adaptabilidad: La relación no será igual siempre, cambiará durante el tiempo y dependerá de cambios individuales y contextuales, de la capacidad de adaptación, de comunicación y de resolución de los conflictos que se puedan generar.

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