El sentimiento de soledad también está presente en los jóvenes, cuya salud mental ha empeorado desde la pandemia. Así casi cuatro de cada diez afirman sentirse solos siempre o muchas veces pero, además, un tercio sufre episodios de ansiedad y algo más de cuatro de cada diez no pueden dormir bien.

Son datos que recoge el informe “#Rayadas” de la Fundación Manantial a partir de testimonios de cientos de jóvenes con el objetivo de investigar sobre su salud mental, para conocer qué les preocupa, qué les afecta y qué hacen cuando tienen malestar emocional.

Pero no solo incluye las voces de los jóvenes, también incorpora el análisis de profesores de Secundaria y orientadores educativos, así como las aportaciones de las familias sobre cómo ven a sus hijos y cómo se acercan a ellos cuando emocionalmente no están bien.

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El 45,8 % tiene malestar emocional

De hecho, casi la mitad de los jóvenes de entre 16 y 32 años encuestados, el 45,8 %, asegura que tiene malestar emocional, y de ese porcentaje, en el 6,3 % de los casos esa situación es más intensa y “podría tener consideración clínica”.

Asocian el malestar emocional sobre todo a los sentimientos de tristeza (51,7 %), inseguridad (50,2 %) y soledad (38,6 %). Y los comportamientos a los que lo asocian son aislarse (47,7 %), no dormir (35,3 %), no relacionarse (33,1 %) y lesionarse (30,3 %).

Según el informe, el 47,1 % se siente nervioso o inquieto siempre o muchas veces. El 43,2 % no puede dormir con frecuencia o nunca. Un 38,3 % se siente solo siempre o muchas veces, en tanto que un 31,5 % sufre ansiedad.

El 11,7 % de las personas encuestadas asegura que se autolesiona y el 10 %, que lo ha hecho alguna vez.

Los profesores y educadores coinciden en que la expresión del malestar se ha incrementado tras la pandemia por circunstancias como la falta de interacción social con iguales debido al confinamiento.

“En la pandemia…yo creo que a ellos se les hizo un embudo, muchas cosas por digerir en un periodo muy complicado”, afirma la madre de una joven 16 años, uno de los testimonios recogidos en el informe.

Al igual que el de una profesora de Secundaria, quien subraya que se ha encontrado alumnos muy desvalidos en ese sentido: “Como sufriendo a lo mejor unas angustias, unas inseguridades, unas depresiones, a veces que, para mí, están muy ligadas a ese confinamiento y a la pandemia, a esa inseguridad, a ese miedo y a esa incertidumbre que tuvimos”.

Ellas creen que están peor

A pesar de estas cifras, tres de cada seis jóvenes aseguran que el estado de su salud mental es bueno o muy bueno.

En concreto, si el 60 % de ellos cree su salud mental es buena o muy buena, el 39,5 % de ellas responde de la misma manera, mientras que el 22,2 % considera que es mala o muy mala por el 8,7 % de los chicos.

En todos los indicadores, el porcentaje de las chicas es mayor que el de los chicos, con lo que ellas creen que están peor.

¿Cuáles son los signos de una mala salud mental?

Para los encuestados, los signos más relevantes de una mala salud mental son la tristeza excesiva (el 47 %), el aislamiento (46,6 %) y hacerse daño a uno mismo (45,1%).

El 59 % de los jóvenes que considera que su salud mental es normal, mala o muy mala se identifica con el diagnóstico de ansiedad, el 29,9 % con el de depresión, el 31,2 % se identifica con otros trastornos como con el de la conducta alimentaria, el obsesivo compulsivo o el de déficit de atención con hiperactividad, mientras que el 2,3 %, con el de psicosis.

De ese grupo de jóvenes que se identifica con un diagnóstico clínico, el 36,9 % ha llegado a esa conclusión tras buscar información en internet.

Buscar ayuda

Ante el malestar emocional, solo un tercio pide ayuda a amigos, familiares o profesionales, en tanto que el 25 % no hace nada. Tanto es así que, según el informe, la respuesta más frecuente es aislarse en un 36,6 % de los casos.

Miedo al rechazo, temor a preocupar a sus seres queridos y la dificultad de reconocer o asumir que atraviesan por un mal momento son los motivos principales por los que no piden ayuda.

Y de los jóvenes que sí la solicitan, la mitad lo hace a amigos y familiares; un 25 % a profesionales; y un 15 %, recurre a internet.

Un 22,9 % consume o ha consumido psicofármacos para encontrarse mejor, de los que la mayoría, un 62 %, son chicas

La influencia de las nuevas tecnologías

En cuanto a la influencia de las nuevas tecnologías de la información, los jóvenes aseguran que influyen en su salud mental.

Consideran que su uso excesivo les produce ansiedad y estrés continuo (31,3 %), disminuye su nivel de concentración (29,5 %) y problemas de sueño (28 %).

Sus preocupaciones

El informe también recoge las cuatro preocupaciones que más afectan al estado emocional de los jóvenes y la que ocupa el primer lugar es la inestabilidad económica, en un 82,5 % de los casos. El desempleo, en un 72,8 %; el futuro a nivel social, en un 70 %; y el acceso a la sanidad, en un 66,7 %.

Pero, ademas, casi siete de cada diez están preocupados por no ser comprendidos por su familia y a un 62,9 % le preocupa no poder expresar sus sentimientos.

No tener éxito preocupa mucho o demasiado al 65,2 % y al 61,3 %, tener malas notas. La discriminación por raza, origen, género u orientación sexual tiene también un gran impacto en la salud mental de los jóvenes, al menos así lo asegura el 60 por ciento.

Educación emocional, identificar el malestar

Ante esta realidad, la Fundación Manantial incide en que el entorno cercano de las personas jóvenes “tiene que ser capaz de identificar y prestar atención a las manifestaciones de malestar emocional que son más frecuentes en esta etapa”.

En cuanto al uso de términos clínicos para explicar el malestar, considera que puede conducir a interpretaciones erróneas, de forma que incide en que los jóvenes tengan acceso a la información que les permita comprender y gestionar sus emociones, desarrollar relaciones saludables y tomar decisiones positivas para el bienestar socioemocional.

“La educación emocional puede ayudar a prevenir los problemas de salud mental y a mejorar la calidad de vida de las personas jóvenes”, abunda.

Asimismo, subraya como importante que la “vida digital” forme parte de las conversaciones de las familias y educadores de los más jóvenes, de forma que se considere un espacio más de relación social de la juventud.

Aboga por tener en cuenta el impacto que los aspectos sociales tienen en la disminución del bienestar subjetivo y tomar medidas porque los jóvenes se sienten “inseguros y asustados”. Mejorar las condiciones de vida y los contextos en los que crecen es una medida que también podría disminuir el malestar emocional.

Hay muchas formas de atender el malestar emocional y los problemas de salud mental.

Y es importante educarles sobre cómo cuidar y proteger su salud mental, y también cómo acompañar el sufrimiento o las dificultades de las personas cercanas.

“Mientras más diversa y accesible sea la ayuda, más posibilidades hay de que las personas no se queden solas con sus dificultades”, puntualiza la Fundación Manantial.

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