Internet permite que mi familia se mantenga unida aunque vivamos muy lejos. Nos enviamos fotos de nuestros paseos, nos mandamos mensajes de voz y hacemos videollamadas aunque a mi hermano, a mis padres y a mí nos separa el océano Atlántico y unos 9.300 kilómetros de distancia.

Tener una buena conexión de internet también me permite teletrabajar sin ningún problema, pagar todas mis cuentas desde el ordenador, comprar todo lo que necesito para la casa, leer el libro que me plazca y entretenerme con las mejores series por la plataforma de streaming de mi preferencia.

Ese es un lujo que no podría darme si viviera en Corea del Norte donde existe una restricción casi absoluta a la interconexión digital con el mundo exterior. En un gráfico reciente publicado por Statista, Corea del Norte ocupa el primer lugar en la lista de los países con la tasa de penetración de internet más baja en 2023 con un asombroso cero por ciento.

Eso significa que casi todos los 25 millones de habitantes que tiene ese país asiático no tienen acceso a la internet que conocemos en el resto del mundo.

Lo que utilizan es un sistema de intranet llamado Kwangmyong, una red cerrada lanzada en la década del 2000 que permite acceder un puñado de sitios que son estrictamente controlados por el gobierno de Kim Jong-un.

Allí los norcoreanos ven propaganda estatal, material educativo y algunas opciones de entretenimiento que han sido previamente aprobadas por las autoridades. Ese sistema de intranet está disponible en las universidades, oficinas gubernamentales y biblioteca, pero excluye a la mayoría de la población que no tiene los recursos o los permisos indispensables para conectarse.

Pero mucho más restringido es el acceso global a internet. Para echar un vistazo a la World Wide Web hay que pertenecer a un selecto grupo de altos funcionario e investigadores. Un dato revelador del férreo control a la conexión internacional que a ese país apenas se las han asignado 1024 direcciones IP en comparación a las millones de direcciones IP que tienen otros países.

Lo que dicen los desertores

Pero la vida tampoco es color de rosa para los privilegiados norcoreanos que tienen permiso para conectarse a internet.

Un informe de la organización de derechos humanos Personas para una exitosa reunificación de Corea (Pscore, según sus siglas en inglés) reveló que el proceso de aprobación para navegar en internet puede tardar varios días. Cuando la persona obtiene el visto bueno del gobierno, debe ir a centros de navegación donde se le designa un personal de vigilancia que se sentará junto al internauta mientras navega. Cada cinco minutos la pantalla se congela para evitar que en un descuido el internauta acceda a información prohibida. Sólo se puede continuar navegando cuando el supervisor se cerciora de que se están cumpliendo las reglas y realiza una autenticación con su dedo para continuar con el proceso.

Un desertor norcoreano entrevistado por Pscore dijo: “Me enseñaron sobre la World Wide Web e incluso tuve que memorizarla para un examen, pero solo sabía sobre Internet en teoría”. Agregó que “sabía que era una especie de red en la que puedes buscar, pero en realidad no sabía qué era”.

Otro dijo que “no conocía el concepto de Wi-Fi” y mucho menos tenía idea de Google.

El informe de libertad en Internet de Pscore se basa en 24 entrevistas personales con desertores y una encuesta de otros 158. Todos abandonaron Corea del Norte entre 2012 y 2022.

Los testigos relataron que todos los sitios web coreanos están bloqueados y que sólo es posible visitar sitios en inglés y chino.

Sobre la telefonía móvil, se cree que entre el 50 y 80 por ciento de los adultos pueden tener teléfono, pero el gobierno ejerce el control sobre la información intercambiada mediante las velocidades de datos extremadamente bajas. Las autoridades usan sofisticadas aplicaciones para hackear los dispositivos de los ciudadanos y hacer capturas de pantalla periódicamente. Los ciudadanos sólo pueden compartir el contenido que ha sido aprobado por el gobierno.

Condenado a fusilamiento por googlear

Muy pocos lugares en Corea del Norte tienen acceso irrestricto a internet. Una de esas excepciones era la Oficina 10, la agencia secreta de inteligencia que monitorea las comunicaciones internas y externas de todo el país.

Varios agentes desactivaron los dispositivos de seguimiento del motor de búsqueda para navegar libremente por la web. La diversión se acabó cuando designaron a un nuevo jefe en uno de los departamentos de la Oficina 10 y detectó el desacato. Varios funcionarios fueron despedidos y amonestados pero uno de ellos fue condenado a muerte por atreverse a buscar en Google sobre el mandatario Kim Jong-un.

Leer lo que opinan en el resto del mundo sobre el sanguinario líder fue considerado máxima traición y ahora tendrá que pagar con su vida frente a un pelotón de fusilamiento.

Greg Scarlatoiu, director del Comité de Derechos Humanos en Corea del Norte, dijo a la prensa de Corea del Sur que la purga habla de cómo el régimen está luchando cada vez más por mantener su control férreo sobre el flujo de información hacia el país.

El activista comenta que la familia Kim se ha mantenido en el poder a través de una abrumadora coerción, castigo, vigilancia y control de la información. Por eso considera como una grave amenaza cualquier información que ingrese desde el extranjero.

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