En alguna ocasión, seguramente habrás oído habar del Síndrome de Peter Pan, el cual se asocia a un comportamiento específico de una persona adulta que se reúsa a crecer intelectualmente. Esta determinación toma relevancia cuando se le atribuye a una pareja sentimental, pues se comienza a notar en la persona falta de compromiso y madurez.

Para hablar sobre este tema es importante saber la referencia del nombre Síndrome de Peter Pan, el cual se originó a partir de este personaje de “Nunca Jamás” que todos conocimos gracias al novelista y dramaturgo escocés, James Matthew Barrie.

¿Qué es el Síndrome de Peter Pan?

Es un desorden de la personalidad, se caracteriza por la inmadurez, con más frecuencia masculina, en ciertos aspectos psicológicos, sociales y sexuales. Los hombres que lo sufren exhiben rasgos de irresponsabilidad, rebeldía, cólera, narcisismo, dependencia, manipulación, y creen que están más allá de las leyes de la sociedad y las normas.

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A pesar de que no hay evidencia cínica suficiente para acreditar que el denominado “Síndrome de Peter Pan” (SPP) sea una condición psicológica con entidad propia y todavía no figura en el Manual diagnóstico y estadístico de los trastornos mentales, considerado la “Biblia de la psiquiatría”, basta con mirar alrededor para descubrir algún individuo que encaja en su descripción.

¿Cómo puedo identificar el Síndrome de Peter Pan en mi pareja?

En pocas palabras, son personas adultas con la mentalidad de un niño, se niegan a dejar atrás la adolescencia, se resisten a adquirir las responsabilidades que conlleva la etapa madura, y en vez de a orientar su vida en una determinada dirección, optan por anclarse en una “juventud” psicológica y en la comodidad de afrontar el día a día sin llegar más allá.

Tal vez no tengas que mirar muy lejos para descubrir un “Peter Pan”, ya que puede ser su propia pareja. En ese caso, puede que tengas un problema, porque compartir un proyecto de vida con alguien que es incapaz de sacrificar su juventud para conseguir unas metas a veces difíciles, no sólo produce frustración, sino que acaba convirtiéndose en una carga.

El nombre de este trastorno ha sido incorporado a la psicología popular desde que el psicólogo norteamericano Dan Kiley publicó en 1983 el libro titulado “El Síndrome de Peter Pan: los Hombres que nunca crecen”.

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