Terrores nocturnos, llantos incontrolados, el colecho, la siesta… Estos son algunos de los obstáculos a los que se enfrentan muchos padres a la hora de dormir a sus hijos. El pediatra Gonzalo Pin ofrece las claves para superar el desafío del sueño infantil.

El tiempo de sueño es fundamental para el desarrollo. En el caso del sueño infantil, establecer una adecuada rutina requiere un gran esfuerzo, hábitos de vida saludables y dejar atrás ciertas actividades que pueden entorpecer la calidad del descanso.

El doctor Gonzalo Pin Arboledas, especialista en medicina del sueño y jefe de la Unidad del Sueño del Servicio de Pediatría en el Hospital Quirón de Valencia, explica que el sueño favorece el desarrollo del sistema nervioso central y ayuda al control del sistema neurohormonal convirtiéndose en una actividad básica en la etapa de crecimiento.

“El sueño es como el taller de recuperación del organismo mientras dormimos. El organismo se prepara para el gasto de energía del día siguiente, sobre todo durante la infancia”, indica.

En una entrevista con EFEsalud, el experto y autor del libro ‘El sueño es vida: El sueño infantil como nunca antes te lo han explicado’ (Ed. Planeta) nos ofrece un viaje a través del sueño infantil para que dormir se convierta en un aliado y no en obstáculo en el desarrollo psíquico y neurocognitivo de los niños.

El sueño infantil: embarazo e infancia

Cuidar el sueño durante el embarazo

“La madre y el hijo son dos seres vivos que evolucionan juntos y en paralelo durante el embarazo. Ambos se influyen mutuamente de modo que el feto forma parte del organismo de la madre”, precisa el coordinador del área de Sueño de la Asociación Española de Pediatría (AEP).

Además, el experto explica en su libro: “Si la madre tiene unos horarios regulares de sueño, alimentación y actividad física en el ultimo trimestre de la gestación, le será más fácil al futuro bebé alcanzar la regularidad en sus horarios a partir del quinto o sexto mes de vida”.

El primer trimestre de vida: los llantos incontrolados de algunos bebés

“Durante los primeros meses de vida, los bebés tienen desorganizado su reloj biológico. Es decir, una parte de sus neuronas le pide comer, otra le pide dormir y como no se ponen de acuerdo se produce el llanto”, explica le doctor en su libro, quien además añade que esto se traduce en inquietud e insomnio.

Para estos primeros llantos, el especialista no tiene una formula mágica y simplemente aconseja a los padres aprender a esperar y ayudar en la medida de lo posible a la maduración del reloj biológico del bebé respetando sus ritmos de sueño y alimentación.

Entre las actividades que ayudan a mejorar el ritmo de sueño de los bebés durante los primeros meses, el especialista destaca el contacto con la naturaleza.

“A partir de los dos meses, el organismo del bebé empieza a poner en marcha otro mecanismo regulador del sueño. Si a partir de los primeros meses la irritabilidad y el llanto es exagerado y condicionan la calidad de vida y de sueño del niño y su entorno, deberíamos plantearnos hacer un un estudio para descartar que haya cualquier otro problema”, aconseja el médico.

Se hacen mayores, llegan las temidas pesadillas

A partir de los dos o tres años, llega la edad en la que los terrores del sueño y las pesadillas empiezan a hacer acto de presencia.

Un terror del sueño y una pesadilla son fenómenos que se manifiestan más o menos igual forma, pero que son totalmente diferentes y que por tanto, los padres deben afrontar de forma diferente.

Una de las diferencias entre ambos términos es que los terrores nocturnos no suelen recordarse al día siguiente. Aproximadamente el 37 % de los niños al rededor de los 18 años de edad han experimentado algún episodio de este tipo.

Los terrores del sueño no tienen nada que ver con lo que ocurre en el día y muchas veces depende de si el niño tiene un déficit crónico de sueño o miedo, por ejemplo a la oscuridad, que pueden aparecer si quitamos de golpe la siesta.

Por otro lado, las pesadillas suelen revivirse y recordarse al día siguiente provocando un mayor sufrimiento.

“Como padres, lo que tenemos que hacer primero es no negar que el miedo existe y acompañar al niño y enseñarle el manejo de herramientas para acabar con esa situación de miedo”, explica el doctor.

Además, el especialista aconseja que si las pesadillas son muy frecuentes, revisemos lo que ocurre durante el día en su entorno porque podría ser relevante.

Dormir en la cama de papá y mamá

“El colecho es una decisión de los padres”, defiende el doctor Pin Arboledas.

Existen tres tipos de colecho diferentes:

  • El colecho educativo : desde que nace los padres deciden que el bebé va a dormir con ellos.
  • El colecho reactivo: cuando el bebé no para de llorar y para evitar la incomodidad y levantarse durante la noche, los padres deciden que el bebé comparta su cama.
  • El colecho ambiental que es el que está ampliamente extendido, aceptado y naturalizado en determinadas culturas.

El colecho que más efectos secundarios puede tener es el reactivo, porque no es un colecho que los padres hayan decidido.

“Lo más recomendado por las sociedades científicas es que durante los primeros meses de vida y hasta el año más o menos, los padres compartan con el bebe la habitación pero no la cama “, explica el especialista.

Cuando el niño empieza a tener uno o dos años de edad, si sentimos que tiene un gran apego y aunque no sea nuestra decisión quiere seguir durmiendo en la cama con los padres, podemos sospechar que esa dependencia proviene de algo más.

Las siestas, ¿buenas o malas?

La siesta es fundamental para el desarrollo neurocognitivo del niño. El tiempo de la siesta va aumentando en función de la madurez del niño y hay que respetarlas.

El experto no recomienda que los padres sean quienes corten las siesta, sino que sea el niño quien poco a poco las vaya dejando atrás.

“Ahora bien, si un niño mayor de cinco o seis años necesita rutinariamente una siesta y larga, esa siesta puede convertirse en una señal de alarma de que algo no esta funcionando bien”, afirma el experto.

“Por lo tanto, hasta los 3 ó 4 años es necesaria y hay que respetarlas. A partir de esa edad, si aparecen o reaparecen, habrá que investigar si el niño está durmiendo poco o mal”, concluye el doctor.

Las rutinas y la higiene del sueño infantil

“Lo primero que tenemos que tener claro es que la rutina del sueño es la rutina de las 24 horas del día y por lo tanto no influye solo lo que hacemos por la noche, sino que cuentan mucho los hábitos saludables en el desayuno, la exposición diaria a la luz, la actividad física…”, explica Gonzalo Pin.

Tener unos horarios de alimentación regulares y no tardíos, tener una determinada exposición a la luz, una temperatura determinada, la disminución dé las pantallas en los momentos previos a irnos a la cama, son actividades que nos pueden ayudar a conciliar el sueño.

“Los expertos nunca decimos cuantas horas exactas tiene que dormir un niño porque va a depender mucho de las familias y de los propios niños. Eso sí, siempre que se pueda debe establecerse una rutina con unos horarios más o menos regulares, con un tiempo de tranquilidad antes del sueño, etc…”, asegura, el doctor.

Respecto a los horarios del fin de semana, estos suelen variar mucho, pero los expertos aconsejan que no haya más de dos horas de diferencia en horarios respecto a los de entre semana.

Decálogo del sueño infantil

Diez cuestiones que el doctor Gonzalo Pin Arboledas considera básicas para abordar el sueño de los niños:

  1. El sueño es la actividad a la que más tiempo y energía dedica el cerebro durante el inicio del desarrollo.
  2. Los problemas y los trastornos del sueño son muy frecuentes en los niños. Entre el 15 % y el 30 % los sufren.
  3. Los problemas de sueño en los niños pueden cronificarse por lo que hay que dejar atrás ciertos factores que dificulten la conciliación del sueño y acudir a profesionales si fuese necesario.
  4. Existen actualmente muchas estrategias para abordar los problemas de sueño de los niños.
  5. Son obstáculos que pueden prevenirse.
  6. Los problemas de sueño de los niños tienen un gran impacto en las familias y alteran el sueño de todo su entorno.
  7. Las dificultades nos dan la oportunidad de enfocar una situación y aprender como ejercer una crianza respetuosa y adecuada.
  8. El sueño es esencial para el funcionamiento del niño.
  9. El sueño condiciona cada aspecto del desarrollo físico, emociona y cognitivo de los niños.
  10. La presencia de dificultades del sueño puede esconder problemas médicos o psicológicos del niño.
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