Acercar las vacunas existentes a los animales domésticos -principalmente perros y gatos- y concienciar a la población de los países menos avanzados en la lucha contra esta enfermedad: esas son las principales recomendaciones de los expertos en vísperas del Día Mundial de Lucha contra la Rabia.
El 28 de septiembre, coincidiendo con el aniversario del fallecimiento del médico francés Louis Pasteur, se conmemora anualmente esa efeméride, una jornada promovida por la Organización Mundial de la Salud (OMS) y la Alianza Global para el Control de la Rabia (AGCR).
Según el director de programas de esta ONG, Terence Scott, la rabia causa decenas de miles de muertes cada año en todo el mundo (59.000 según la Organización Mundial de Sanidad Animal), matando aproximadamente a una persona cada nueve minutos.
No obstante, Scott reconoce que “el pobre seguimiento que se realiza de los casos de la enfermedad y los problemas con su notificación” pueden estar contribuyendo a que estas cifras estén infrarrepresentadas.
“Es una enfermedad diaria y necesitamos un mejor acercamiento para tener mejores datos y para conducir los esfuerzos de eliminación de la enfermedad de una manera más concreta”, explica en una entrevista con EFE.
Una enfermedad desatendida
La rabia es una de las veinte enfermedades tropicales reconocidas por la OMS como desatendidas por su alta capacidad de transmisión que se presentan mayoritariamente en poblaciones vulnerables.
En el caso de la rabia, que se transmite a través de mordeduras o arañazos de animales a humanos, la tasa de mortalidad de la enfermedad es de casi el 100 %, tanto en personas como en animales.
En este sentido, el director de programas de AGCR considera que la vacunación masiva de todos los perros es “el único medio para eliminar entre el 95 % y el 99 % de los casos de rabia en humanos”.
“Las evidencias muestran que si eliminamos la rabia entre los perros, también contribuiremos a reducir el número de casos entre los animales salvajes”, algo fundamental en países latinoamericanos como Argentina o Paraguay, donde existe una fuerte prevalencia de la llamada rabia paresiante, transmitida por los vampiros comunes, un tipo de murciélago habitual en la zona del Gran Chaco.
Scott calcula que, en condiciones ideales, los países podrían lograr eliminar casi totalmente la rabia entre los humanos en cinco años, lo que les permitiría alcanzar la meta planteada por la OMS para el año 2030.
Además, el director de programas llama la atención sobre el hecho de que los efectos económicos de la vacunación serían muy positivos para los países más afectados por la rabia.
Una mayor concienciación en Latinoamérica
En este sentido, tanto desde AGCR como desde la Fundación Mundo Sano, con sede en Buenos Aires y especializada en las acciones de prevención, investigación y lucha contra las enfermedades desatendidas, reconocen que los países de América Latina han llevado a cabo grandes esfuerzos en las últimas décadas.
Sin embargo, la bióloga Andrea Gómez, gerente de gestión en la Fundación Mundo Sano, dice a EFE que aún no se ha logrado la eliminación de la enfermedad en la mayoría de lugares de la región.
Gómez incide en la importancia de la vacunación de toda la población de perros y gatos.
“Hay una vacuna disponible -algo que no existe en otros casos- y los esfuerzos tienen que estar centrados en que la población pueda tener acceso a esta herramienta”, señala.
La bióloga se refiere a la población más vulnerable de las comunidades que están más alejadas de los servicios básicos de salud animal, donde en muchas ocasiones la población animal nunca ha recibido atención veterinaria.
Para lograr revertir esta situación, la Fundación Mundo Sano ha desarrollado trabajos conjuntos en los últimos años con otros actores, como la empresa de biotecnología Biogénesis Bagó -con la que EFE mantiene un acuerdo de difusión de contenidos sobre salud-, con la que colabora en proyectos vinculados a la prevención y la vacunación en zonas con especial interés epidemiológico, en las que el acceso a las herramientas de prevención es complicado.
De cualquier modo, los principales actores coinciden en que los progresos en la lucha contra la rabia deben provenir de “decisiones políticas de las autoridades nacionales, regionales y municipales”, que en algunos países del continente africano y de Asia han estado marcadas por una “falta de voluntad política que ha llevado a un problema de financiación”, dice Scott.
“El punto clave y el más débil es trasladarle a la gente cómo se transmite la rabia y qué tienen que hacer los dueños responsables de los animales para que estos tengan una cobertura”, insiste Gómez.