El verano propicia una mayor actividad sexual pero también evidencia con mayor claridad un problema: la disfunción eréctil. Las consultas de urología tienen un repunte de casos.

El urólogo Eduardo García Cruz, en una tribuna para EFEsalud, aborda el problema de la disfunción eréctil en el contexto del verano ya que se hace más visible al desaparecer algunas excusas habituales, como el estrés del trabajo, y la actividad sexual se intensifica.

García Cruz, que trabaja en consultas privadas de Madrid y Barcelona con una experiencia clínica de más de 20 años, fue especialista en el Servicio de Urología del Hospital Clínic de Barcelona y responsable de la unidad de Andrología y Medicina Sexual hasta 2022.

El doctor es miembro de la Sociedad Española, Catalana y Europea de Urología.

Urólogo Eduardo García Cruz

Con la llegada del verano, aumentan las horas de sol, las temperaturas y también, de forma significativa, la frecuencia de las relaciones sexuales. Este fenómeno, observado tanto en estudios clínicos como en la experiencia diaria de muchos profesionales de la salud sexual, responde a una combinación de factores físicos, psicológicos y sociales que confluyen durante los meses estivales.

Desde el punto de vista fisiológico, a más luz, más deseo. El incremento de la luz solar favorece la producción de vitamina D, mejora el estado de ánimo y reduce los niveles de cortisol, la hormona del estrés.

A nivel psíquico, las vacaciones permiten desconectar de las obligaciones laborales, mejorar la calidad del sueño y abrir espacio a la intimidad y la conexión. Y socialmente, el aumento del tiempo libre, los viajes y las interacciones facilita el contacto físico y emocional.

Este contexto propicia una mayor actividad sexual, tanto en parejas estables como en personas solteras. Sin embargo, también expone con mayor claridad las dificultades que permanecen ocultas durante el resto del año.

La disfunción eréctil se hace más evidente en verano. En consulta, es habitual detectar un repunte de casos de disfunción eréctil durante esta época del año. En muchos casos, no se trata de que el problema surja de forma repentina, sino de que se hace más visible cuando desaparecen las excusas habituales (estrés, cansancio, rutina…) y la actividad sexual se intensifica.

Para algunos hombres, este periodo marca el momento en el que toman conciencia de que algo no va bien. Para otros, representa un punto de inflexión emocional: el fallo eréctil genera frustración, inseguridad y, en ocasiones, conflicto en la pareja.

Es fundamental entender que no existe una única forma de disfunción eréctil. Comprender los distintos tipos es clave para poder tratarla: en algunos casos, será suficiente una intervención psicológica o cambios en el estilo de vida, en otros habrá que actuar sobre los factores físicos que están afectando a la función eréctil.

En términos médicos, la disfunción eréctil se clasifica habitualmente en tres grandes categorías. Por un lado, la de origen psicológico, más frecuente en hombres jóvenes, y asociada a factores como la ansiedad de rendimiento, el miedo al fracaso o el consumo problemático de pornografía.

Por otro, la de origen orgánico, que suele aparecer a partir de los 45 años y está vinculada a causas vasculares, hormonales, neurológicas o metabólicas. Y, por último, la disfunción mixta, una combinación de ambas que tiende a cronificarse si no se aborda de manera adecuada y precoz.

Aunque la disfunción eréctil es un síntoma que puede estar asociado a múltiples enfermedades (desde hipertensión hasta diabetes), sigue siendo infradiagnosticada y mal entendida. Además, muchos hombres tienden a banalizarla, automedicarse o evitar hablar del tema.

Desde la medicina sexual, se insiste en la importancia de la prevención y el abordaje temprano. Mantener un peso saludable, hacer ejercicio regularmente, dormir bien, reducir el consumo de tabaco y alcohol y evitar el uso excesivo de pornografía son factores que pueden contribuir significativamente a preservar la salud eréctil.

En caso de sospecha, una evaluación médica permite descartar causas orgánicas y orientar el tratamiento adecuado. En este sentido, más allá de los tratamientos clásicos con fármacos orales o terapia psicológica, en los últimos años han surgido alternativas innovadoras no invasivas, como la radiofrecuencia de uso domiciliario.

Este tratamiento, basado en la aplicación de ondas de radiofrecuencia de baja intensidad en la zona genital, tiene como objetivo mejorar la microcirculación y la calidad del tejido eréctil. El procedimiento es indoloro, se realiza en casa con dispositivos médicos autorizados y no requiere intervención clínica directa.

Los estudios iniciales y la experiencia clínica acumulada apuntan a una mejora progresiva de la función eréctil en hombres con disfunción leve o moderada, así como una mayor sensibilidad y satisfacción sexual.

Además, al no implicar medicación ni efectos secundarios sistémicos, se presenta como una alternativa especialmente atractiva para hombres jóvenes o aquellos que desean evitar la dependencia farmacológica.

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