Los estudios sobre la salud mental de las personas con VIH nos hablan de que estos pacientes tienen doble probabilidad de padecer depresión y /o ansiedad y señalan una prevalencia del 60-70% de alteraciones del sueño, de un 30-40% de trastornos emocionales y de cerca de un 25-35% de trastornos cognitivos.

Estos porcentajes sobre el VIH y la salud mental, sacados, entre otros, de un estudio realizado en 2019 por el Hospital Universitario de La Paz de Madrid que contó con el apoyo de Gilead, avalan una realidad que sin embargo está infradiagnosticada.

Para conocer el tema de cerca y con ocasión del Día Mundial del Sida, EFEsalud ha entrevistado a José Muñoz Moreno, psicólogo clínico, doctor en neurociencias y miembro de GeSIDA, que es el grupo de estudio de la Sociedad Española de Enfermedades Infecciosas y Microbiología Clínica (Seimc)

Estas han sido sus respuestas a las siguientes preguntas.

¿Cuáles son los trastornos más frecuentes?

En las personas con VIH hay diferentes problemas de salud mental y, en gran parte, tienen que ver con problemas emocionales, ya sea de estado ánimo o de ansiedad, y se ha visto incluso que pueden ser bastante frecuentes.

Hay muchos estudios realizados sobre el tema y las tasas de depresión o de alteración del estado de ánimo se sitúan alrededor del 50 %, pero oscilan mucho las prevalencias. También ocurre que ha ido cambiado mucho la población con VIH y eso hace que hoy día contemos con muchos perfiles diferentes.

El insomnio es un trastorno que es altamente referido por las personas con VIH, algunos estudios hablan incluso del 90 %, pero creemos que por cuestiones metodológicas, lo podríamos situar hoy en un 70 %, claro que siempre depende del estudio y la población que mires.

Existen, además, problemas cognitivos, de memoria y concentración. Hay estudios americanos que sitúan estos problemas entre el 30 y el 50 %. Hoy consideramos que seguramente es menos frecuente, pero las personas con VIH, a menudo, refieren todavía problemas de memoria o de concentración o de fluidez verbal.

También hay otros tipos de trastornos psicológicos relacionados con el estado fisiológico. Por ejemplo, las mujeres padecen trastornos hormonales, pero están referido en proporciones inferiores a los problemas del estado de ánimo referidos.

¿Las personas con VIH tienen doble probabilidad de padecer este tipo de trastornos?

Sí, tienen más probabilidad de sufrirlos por varios motivos.

El primero, porque a menudo la forma de infectarse es ya un problema de base, es decir la forma que tenemos de protegernos cuando mantenemos relaciones sexuales tiene que ver mucho con la autoestima y cómo nos cuidamos.

Segundo, cuando alguien se infecta y tiene que convivir con un nuevo problema de salud, lógicamente esto desencadena o puede desencadenar problemas de salud psicológica.

Y la tercera razón, de la que yo no soy muy partidario, apunta al efecto biológico del virus. Hay estudios que dicen que el virus interviene cerebralmente en determinadas zonas, que hacen que aparezcan problemas mentales y los trastornos cognitivos son un ejemplo, y ello provoca peor memoria, menor fluidez verbal, baja concentración…

A nivel psiquiátrico dicen que también, es decir, que la depresión y otros problemas mentales tienen que ver con esto.

VIH y salud mental, la influencia de los fármacos

¿Influyen los fármacos antirretovirales?

Para mí no es muy importante ese aspecto, en el sentido de que los efectos secundarios por el tratamiento de los antirretrovirales son poco frecuentes porque estos fármacos han evolucionado mucho.

Y sí alguna vez ocurren, están relacionados con el sistema nervioso, pero suelen ser leves, es decir no son severos ni siquiera moderados, y suelen desaparecer.

Esencialmente implican o bien cefaleas o dificultades para dormir, pero insisto que este tema para mí, hoy en día, no es muy relevante, y los beneficios del tratamiento antirretoviral son tantos que es una cuestión menor.

Por ejemplo, el tratamiento antirretroviral mejora los trastornos cognitivos de forma clara, al igual que el estado de ánimo y la ansiedad.

Lo que ocurre es que algunos antirretrovirales, solo algunos y específicamente, pueden originar síntomas concretos del sistema nervioso, como dolor de cabeza y cefaleas o insomnio.

Pero, por ejemplo, no provoca más ansiedad ni un peor estado de ánimo, ni tampoco más problemas de memoria, es más bien al contrario.

Otra cosa también es cuando pasan años y el tratamiento antirretroviral de largo recorrido puede ser que en algunas personas más vulnerables provoque algunos síntomas, pero tampoco es un tema mayor hoy en día.

¿Y qué supone recibir el diagnóstico y el posterior estigma y fatiga del tratamiento?

Cuando recibes el diagnóstico, lógicamente el impacto puede ser grande, pero no todo el mundo reacciona igual, unos peor y otros mejor…. y claro que se pueden dar las fases iniciales del duelo de evitación y negación.

En cuanto al estigma, hoy en día desgraciadamente aún existe y existe la discriminación, pero es cierto que hemos evolucionado como sociedad, y en el caso de España ha ido cambiando pero persiste y sigue habiendo mucha culpabilización y muchas creencias erróneas…que son estigmatizadoras y sí influyen en la salud mental de los pacientes, en mayor o menor medida, dependiendo de la persona, su situación emocional, familiar, laboral… y el estilo psicológico de cada uno.

En esto no podemos generalizar, pero sí en cambio en relación a los recursos que se destinan a la salud mental de las personas con VIH, que son insuficientes, y somos muy pocos profesionales en España dedicándonos a esta tarea.

Y sobre la fatiga del tratamiento claro que también influye en la salud mental. Nosotros lo vemos como un impacto de la cronicidad, que llamamos, y se ve a diferentes niveles: uno es la propia cronicidad de la infección o de la enfermedad, es decir mientras más años hace que tienes el VIH más problemas de salud tienes, y eso tiene un impacto, a nivel de agotamiento emocional y físico.

El tratamiento es otro nivel porque también agota el hecho de tener que seguir una medicación durante muchos años, agota mentalmente y además provoca una toxicidad.

¿Cómo afecta el miedo?

Los miedos y preocupaciones siempre han existido en las personas con VIH pero se han ido modificando. Antiguamente había mucho miedo a la muerte, mucho miedo a la falta de salud y también a la reacción de la familia.

Hoy en día, estos miedos no son los más habituales y es raro el miedo a la muerte, por ejemplo, pero en cambio sí que hay miedo a otros aspectos sociales, o que lo descubran otras personas, o lo sepan en el trabajo.

En la medida que hemos ayudado mucho a las personas con VIH, y por eso viven mejor y tienen una mejor calidad de vida, los problemas y las preocupaciones son diferentes y las personas con VIH hoy, en general, están trabajando, tienen pareja … y antiguamente no, además había más problemas de salud física.

¿Está infradiagnosticado el problema de la salud mental en los pacientes con VIH?

Está totalmente infradiagnosticado a todos los niveles y hay que señalar tres ideas muy claras.

La primera es que los recursos que hay a nivel salud mental para los pacientes con VIH son pocos.

Habitualmente no hay un psicólogo en las unidades de VIH, de manera que a los pacientes no se les ayuda desde el inicio y los que llevan años con la infección, normalmente no tienen apoyo, tanto a nivel hospitalario como a nivel de comunidad, porque las ONGs hacen un trabajo fantástico pero van limitados de recursos, y en los hospitales no suele haber profesionales de la salud mental.

Segundo, y al margen de esta cuestión, me gustaría hablar de las poblaciones más vulnerables, las migradas.

Hoy en día tenemos muchos movimientos, personas que migran o bien por conflictos bélicos, sociales o la propia globalización. Hay mucho movimiento, y a nivel cultural, el abordaje es diferente, y la respuesta también es diferente, y un persona migrada tienen mayor probabilidad de abandonar el tratamiento por diferentes circunstancias y eso hay que tenerlo en cuenta.

Pero también hay otros colectivos vulnerables, los que que tienen bajos niveles económicos, personas victimizadas, mujeres maltratadas… y a estas poblaciones hay que tenerlas muy en cuenta, porque a menudo el VIH es muy frecuente..

Y la tercera idea, concluye este psicólogo de GeSIDA, es el tema de la formación en salud mental a los profesionales del VIH, médicos, enfermería, asociaciones comunitarias. Hay que dedicar más esfuerzos a que los médicos entiendan más de salud mental, estén más informados, y la enfermería también y aquí falta mucho por hacer.

Es muy habitual que alguien reciba el diagnóstico con VIH y que le prescriban antidepresivos, y eso es un manejo erróneo de la salud mental, no funciona así la cosa, en absoluto, y hay que empezar por preguntarle a la persona como está, si tiene insomnio, o un trastorno cognitivo … pero a menudo los médicos tienen muchas visitas clínicas y no tienen ese tiempo para preguntar.

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