Sin dejar de lado a la niña que recibió de regalo un pequeño piano de juguete y que ahora evoca escenofonías impresionistas con Maurice Ravel, su compositor favorito, Itzel Santiago Cortés pugnó para que se revise en los diferentes niveles escolares la inclusión de la mujer, con énfasis en aquellas con alguna discapacidad visual, a fin de que exista igualdad de género.
Itzel Santiago Cortés es la primera mujer invidente de la Facultad de Música (FaM) de la Universidad Nacional Autónoma de México (UNAM) que obtuvo la Licenciatura en Piano (en 2014, en la entonces Escuela Nacional de Música).
Ahora logró el título de maestra en Música en el campo de Educación Musical, avalado por la FaM, el Instituto de Investigaciones Antropológicas (IIA) y el Centro de Ciencias Aplicadas y Desarrollo Tecnológico (CCADET).
La pianista y actual maestra charló con Notimex sobre su trabajo de titulación, un proyecto de investigación interdisciplinaria en el que propone la instrucción musical para personas con discapacidad visual desde una perspectiva social y de derechos humanos.
Su trabajo “El quehacer docente en el proceso de enseñanza-aprendizaje para la inclusión de los estudiantes con discapacidad visual: un estudio de caso en la Facultad de Música de la UNAM” trata sobre la educación inclusiva como medio para ejercer otras prerrogativas.
“El proyecto se investigación surgió a raíz de mi experiencia como estudiante con discapacidad visual en la Facultad de Música.
Ahí hay una población considerable de estudiantes con discapacidad visual y otros tipos de discapacidades pero, sobre todo, quienes llegan a nivel superior son quienes tienen algún tipo de discapacidad y a partir de ahí surgió mi interés por investigar.
“En un principio me enfoqué al quehacer docente porque cuando realicé mis estudios, después de mi familia los docentes habían sido quienes tuvieron un papel importante para lograr mi estancia en licenciatura con las menos barreras posibles.
“De tal manera que la tesis se enfocaba en investigar el tipo de estrategias que utilizaban los docentes, los conocimientos, habilidad y aptitudes en favor de la inclusión de estudiantes con esa condición”, comentó.
Para su investigación Itzel entrevistó a dos estudiantes y a cuatro egresados de la FaM con discapacidad visual, así como a 30 docentes.
En el trabajo se concluyó que “deben abrirse incondicionalmente las puertas de las escuelas públicas a niños y jóvenes malentendidos como ‘diferentes’, resolver las barreras de accesibilidad a la educación superior y atender la falta de materiales específicos, equipo y software especializado, con personal capacitado para su uso.
“Una de las principales riquezas de ese proceso fue partir de un modelo que no viene de esta parte rehabilitadora, sino de ese modelo social donde la discapacidad no se sitúa en las personas, sino en todas las barreras actitudinales y del entorno, que es una cuestión social.
“Para llegar a esto se hizo un investigación desde diferentes disciplinas, desde el Derecho, donde tuve que investigar todo el marco legislativo, leyes nacionales e internacionales que regulan esta parte de la educación inclusiva”.
Por otro lado, desde la sociología “me tuve que meter a seminarios para entender esta parte social, es decir, desde donde iba a abordar la discapacidad porque existen diferentes modelos, donde de acuerdo la visión predominante, se sitúa la discapacidad”, explicó.
“Mi tesis, sí, es una tesis de música, pero los primeros tres capítulos son teóricos y diferentes disciplinas y plantea un poco en el contexto mexicano, cuantas personas acceden a la educación en nivel medio superior, cuántos son los que tienen discapacidad y laboran y los porcentajes son muy bajos”, agregó.
A pesar de que hoy es un referente y parteaguas para futuros estudiantes, Itzel Santiago aclaró que la intención al estudiar el posgrado fue para dejar constancia de lo bueno y malo que hay sobre ese sector de la población, en especial las mujeres con discapacidad.
“Una de las principales barreras fue desde el examen de admisión, porque no teníamos posibilidad de leerlo, pero se nos designó un lector y usualmente la persona no estaba discapacitada para leer ese mensaje.
“Sin embargo, hoy ya se trabaja en eso”, señaló al tiempo que refirió que el objetivo de la tesis “era visibilizar lo que pasaba, tanto las cosas buenas como en las que hay que trabajar’”.
Preciso que según el último censo del Instituto Nacional de Estadística y Geografía (Inegi), sólo 5.7 por ciento de los estudiantes con algún tipo de discapacidad llegaba al nivel superior y hasta ahora se desconoce cuántos llegan a un posgrado.
“Entre todos ellos hay que ver cuántos llegan al posgrado y seguramente la cifra sería muy baja”.
Sostuvo que llegar hasta donde se encuentra no fue nada fácil, pues pasó por muchas barreras y trabas, entre ellas dos en contra: ser mujer y tener una discapacidad.
“El reto era terminar una licenciatura y una vez logrado ese objetivo, el posgrado, pero al hacerlo me enfrentaría a más barreras, aunque en mi caso, en la facultad el posgrado el asunto estuvo muy abierto desde que hice el examen de admisión, a través de un lector de pantalla.
En ese sentido hubo menos barreras. “Sin embargo, de los siete egresados que somos en el nivel superior, por lo menos en la facultad dos somos mujeres.
Entonces si hay por ahí una cuestión de género que habría que investigar, porque hay una cuestión de intercepcionalidad, por un lado, la discapacidad y por el otro el ser mujer”, expuso.
Amable, seria y sabia al responder, la joven maestra comentó que hay un sector de la población con esa situación que llamó a revertir.
“No sólo hay ahí un campo grande, sino que, a nivel social, es menor el porcentaje de mujeres que llega a la Educación Superior y hay que trabajarlo a nivel social, que efectivamente como mujeres nos topamos con barreras, y con una discapacidad y con una condición de discapacidad, representa el doble.
“(Es necesario) Revisarlo desde los diferentes niveles de educación, porque hay que comenzar desde abajo porque al final el respeto a la mujer se inculca desde el nacimiento”, enfatizó.