No se sabe si lograron arreglarse con los dueños del poder, los actuales diputados federales veracruzanos que fueron señalados de cometer diversos delitos contra la administración pública estatal y, si para salvarse, debieron regresar parte de los dineros faltantes que las instancias de fiscalización y los medios de comunicación les llegaron a endilgar, por haberlos malversado como colaboradores o miembros del equipo político del exgobernador Javier Duarte de Ochoa.

Si regresaron o no esos recursos sustraídos de las arcas públicas y que no aparecen por ningún lado, lo cierto es que a partir de mañana inicia la temible cuenta regresiva para perder el fuero constitucional que gozan como legisladores, y con ello quedar a tiro de las diversas autoridades de procuración de justicia locales y federales.

Tarek Abdalá Saad, Jorge Carvallo Delfín, Noemí Guzmán Lagunes, Erick Lagos Hernández, Adolfo Mota Hernández y Alberto Silva Ramos, concluyen su discreta gestión legislativa el día 31 de agosto próximo. Los atribulados señores del duartismo contarán esos diez días que faltan, manifestando el ansioso nerviosismo de aquellos diez últimos segundos que les contabilizan a los valerosos astronautas cuando van a viajar al espacio sideral.

Serán días sumamente difíciles para los casi exdiputados, porque ellos no saben si sus arreglos en las cúpulas fueron suficientes para asegurar el supremo salvoconducto que los salve de ir a la hoguera. Horas de tortura y ansiedad extrema para los seis magníficos diputados que no saben si alguna tortuosa mente les tiene preparadas algunas terroríficas sorpresas a partir del primer segundo del mes que se acerca velozmente.

Septiembre será un mes de revelaciones para todos. Para los que dejan el cargo en San Lázaro; para los gobernantes entrantes y salientes; y para los veracruzanos que podrán constatar por fin, el verdadero nivel moral de nuestro sistema de justicia a la mexicana, que podrá recibir una enésima evaluación con base en el trato que las autoridades den a estos personajes tan cuestionados.

Los casi exdiputados tienen la confianza de ser tratados al estilo Elba Esther, o el Napo de las minas, o como Manuel Bartlett, a quien hasta incienso queman en las alturas morenistas.

Los veracruzanos que sufrieron ese sexenio del desorden y la inmoralidad de su gobernador y funcionarios mayores, los que no recibieron adecuada seguridad pública, los que no llegaron hasta Adelante del desarrollo social, los que no vieron el progreso y los empleos prometidos por Duarte, los que quedaron endeudados con los bancos per saecula saeculorum, los enfermos que no recibieron atención adecuada o medicinas reales en hospitales, y muchos otros inconformes más, esperan que, por fin, en torno a estos cuestionados individuos, llegue el aro de la justicia y sean tratados con todo el peso de la Ley.

La cuenta regresiva que nos lleva al primero de septiembre, nos indicará si estamos iniciando la prometida cuarta transformación con López Obrador como auténtico líder o si, por el contrario, estamos regresando a los tiempos del oscurantismo, o peor aún, hasta la antiquísima época de las cavernas.

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