Ciudad de México. La periodista y escritora Elena Poniatowska conversó sobre su producción cuentística en el contexto de una de las últimas sesiones del taller de “Cuentos para Volar 1”, a cargo de Eduardo Cerdán, organizado por la Dirección de Literatura y Fomento a la Lectura (DLFL), de la Universidad Nacional Autónoma de México.
Al comienzo de la pandemia por el Covid-19, la DLFL creó varios talleres, entre ellos el presente, con la idea de “volar más allá de las cuatro paredes que nos congregan en esta cuarentena, a la vez que volar hacia el interior”, señaló su titular Anel Pérez.
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El primer libro de Poniatowska fue precisamente de cuentos: Lilus Kikus. “Me inicié en el periodismo cuando era la época del cuento. Estaba en gran apogeo El llano en llamas, de Juan Rulfo. En ese entonces sólo se hablaba del cuento, nunca de la novela. En un cuento tienes que decir mucho en pocas páginas, de otra manera se convierte en una noveleta, una novela chiquita o un novelle, como se dice en francés, que en realidad es un cuento largo. En esa época el dios de la literatura era, y sigue siendo, Jorge Luis Borges”.
En la videoconferencia también participaron los 10 alumnos del taller. Saúl Rodríguez quiso saber “qué diría la Elena de Lilus Kikus a la de ahora”. La Elena de entonces, contestó la Premio Cervantes 2013, diría “a la de casi 89 años por qué se dedicó tanto tiempo a hacer tanto periodismo. Le diría, hubieras creído un poco más en ti misma. Bueno, seguí con el periodismo y sigo todavía. Quizá hay una nostalgia por la literatura, por leer más, por haber escrito. Tengo por allí un montón de cuentos, sin embargo todo lo sepulté porque creí que era más relevante dar a conocer las personas de México y participar en la vida del país”.
Sin embargo, “ese tiempo entregado a las entrevistas era un aprendizaje enorme porque era una forma de conocer a mi país, amarlo, adentrarme en algo que era nuevo porque fui educada en un convento de monjas en Estados Unidos. Todavía hago entrevistas porque siempre he creído que así tendría más conocimiento, más capacidad literaria para hacer cuentos, novelas”.
Sofía Barrera quiso saber cómo la escritura ha impactado en la vida de Poniatowska. “Para mi ese deseo de pertenecer a un país, que es México, tuvo mucho que ver con la vocación, es decir, esa parte de la entrevista diaria, de la crónica. Muchas veces he pensado que en México no se necesitan tantos novelistas porque la crónica lo cubre todo. Te da una realidad que es México”.
Dijo gustarle escritores que buscan la perfección como Juan José Arreola, Juan Rulfo y Jorge Luis Borges. Hizo hincapié en el manejo de idiomas –habla francés, inglés y español– porque “hacen que ames más a la palabra, que la buscas”.
Actualmente, Poniatowska trabaja en una nueva novela: El amante polaco. Cuando la termine, además de reunir cuentos suyos, muchos de ellos escritos a mano en libretas, y “armarlos”, quiere publicar un libro sobre la desaparición ya que le marcó la de la guatemalteca Alaíde Foppa. Hablar del fenómeno de la desaparición por medio del “material que guardé”.
Sus futuros cuentos “tendrían que ver, quizá, con lo que significa una masa de personas. Apoyé mucho a Andrés Manuel López Obrador. Fui a cantidad de mítines en el Zócalo. ¿Qué significa estar en un mitin, esperar, creer lo que te van a decir o que él que te habla te puede salvar y al país, o resolver todo lo que no se ha resuelto. Todo esto puede ser motivo de cuento”.
Respecto a algún texto suyo con “marca de la pandemia”, Poniatowska dijo que de Brasil le mandaron un libro de fotografías “desolador”, para que escribiera la introducción.