Desde el primer semestre de 2018 una investigación del periódico Eje Central alertaba la disparidad de cifras oficiales sobre desempleo en Veracruz. En ese tiempo se daba a conocer un 19 por ciento de desempleo en el estado, informando que ese porcentaje de personas carecían de trabajo después de varias búsquedas de empleo. Según ese análisis, de cada cinco veracruzanos, uno de ellos no logró conseguir un empleo formal a pesar de haberlo intentado consistentemente.
Después llegó el cambio de gobierno federal y estatal y las circunstancias de ocupación y empleo siguieron deficitarias. El año pasado la pandemia de Covid-19 ocasionó un auténtico desastre laboral en el país, el cual puede extenderse por muchos meses más en este año 2021.
Por lo anterior, la economía veracruzana se sostiene con el empleo informal y con la creciente llegada de remesas de nuestros migrantes en Estados Unidos y otros países.
La Organización Internacional del Trabajo (OIT) dice que América Latina cerró el año con 30 millones de desocupados y que para este año los mercados laborales estarán en terapia intensiva. En México, laboran en la informalidad más del 56 % de los trabajadores y entre todos ellos producen 23 de cada cien pesos del PIB, casi la quinta parte. El comercio minorista es la actividad que más aporta a la economía informal, con una participación equivalente al 25%.
Otras actividades con niveles importantes de informalidad son la construcción, la manufactura, las actividades agropecuarias, el transporte, el comercio en tianguis y mercados, los servicios turísticos y gran parte de la producción de alimentos a menor escala, además de la prestación de diversos servicios profesionales no regularizados. En el segmento de la informalidad, 6 de cada 10 trabajadores carecen de seguridad social y prestaciones, aparte de ser mal remunerados.
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En Veracruz las remesas enviadas por los migrantes en Estados Unidos alivian la precaria economía de miles de familias de diversos municipios. En la última década ha llegado por esa vía, después de convertirse a moneda nacional, un monto superior a los 200 mil millones de pesos. Esos recursos que reciben las familias, son utilizados para complementar su economía y para mejoramiento de vivienda, fundamentalmente.
Pero también un buen porcentaje de esos ingresos se destinan a cubrir servicios médicos y hospitalarios que los deficientes sistemas públicos de salud no pueden brindarles a los veracruzanos. Es posible que allá en la lejanía, los migrantes estén haciendo verdaderos sacrificios para enviar más dólares a sus familias de este lado de la frontera.
El año pasado la entidad jarocha recibió 1495 millones de dólares, y este año se espera que haya subido a alrededor de 1600 millones, presentando la misma tendencia al alza que han seguido las remesas en estos años. Algunos estudiosos han calculado que existen 200 mil paisanos en Estados Unidos, de los que 70 mil son residentes y los demás están allá con carácter de indocumentados.
El gobierno estatal no ha apoyado a la planta productiva y solo contribuye creando mayor burocracia en la estructura de gobierno, como han observado diversas organizaciones ciudadanas y medios de comunicación.
El gobierno de la república tiene en Veracruz un padrón superior a los 550 mil beneficiarios de la pensión de adultos mayores (antes en el programa Oportunidades). Pero es una realidad que los trabajadores informales y las remesas en dólares apuntalan de manera significativa a la economía veracruzana.