El aparatoso incendio de un reactor de Boeing 777, el sábado sobrevolando Colorado, ocurrió en un motor con una eficacia probada de muchos años, pero supone un nuevo golpe para el fabricante aeronáutico estadounidense, que no deja de acumular reveses.

El sábado, un vuelo de United Airlines Denver-Honolulu, tras menos de media hora en el aire tuvo que regresar y aterrizar de emergencia por una falla de su motor derecho que provocó un incendio espectacular y una enorme lluvia de desechos. No hubo víctimas.

Según las primeras constataciones de la NTSB, agencia estadounidense responsable de seguridad de los transportes, se desgarró parte de la carcasa que rodea el motor, rompiéndose varias palas del enorme ventilador que aspira aire hacia el interior del reactor.

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“Los fallos de motor nunca se evitarán y se resuelven”, explica a AFP François Grangier, piloto de aerolínea y experto del Tribunal de Casación francés. El peligro es que restos proyectados dañen al avión.

Los aviones como el Boeing 777 están concebidos para volar con sólo un motor en tanto busca aterrizar. Un solo motor Pratt & Whitney PW4000-112 puede hacer volar un “triple siete” durante más de tres horas, afirmó el fabricante.

Este motor, cuyo diámetro es similar al del fuselaje de un Boeing 737, fue “muy innovador” a comienzos de la década de 1990 y “actualmente vive su edad adulta”, señala Grangier.

Sobre 1.656 Boeing 777 en operaciones, solamente 174 están equipados con motores Pratt & Whitney. Para los otros los compradores optaron por motores General Electric o Rolls Royce, explica el fabricante de aviones estadounidense.

Y los 128 aviones en servicio o guardados en hangares en todo el mundo equipados con el modelo de motor en cuestión, pertenecientes a United Airlines, las japonesas JAL y ANA, o la surcoreana Asiana Airline, permanecen actualmente en tierra para pasar inspecciones.

“Cuando se hayan recuperado los restos y junto al avión, sabremos qué pasó”, y se verá si hay que revisar los protocolos de mantenimiento, afirma el experto.

Pieza enterrada en la nieve

Un percance similar sufrió en 2017 un Airbus A380 cuando perdió buena parte de uno de sus cuatro reactores sobre Groenlandia.

La Oficina de investigación y análisis francesa (BEA) encontró casi dos años después la pieza faltante enterrada en la nieve, determinando que el motor explotó por una microfisura provocada por la fatiga prematura de una aleación de titanio.

Pero, para Boeing lo del sábado se suma a una racha negra. La reputación del fabricante norteamericano ha quedado destrozada por los reveses de su modelo 737 MAX, involucrado en dos accidentes en poco tiempo, con 346 personas muertas y la prohibición de volar durante casi dos años debido a problemas de software en los sistemas de vuelo automatizado.

También se detectaron defectos en el 787 Dreamliner, para largos recorridos, por lo que en noviembre suspendió sus entregas.

Boeing (BA) sufrió en 2020 una pérdida de 11.900 millones de dólares, la mayor de su historia.

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