Más que impulsores del empoderamiento y desarrollo intelectual de las mujeres, la rectora de la Universidad Veracruzana y el gobernador de Veracruz resultaron ser dos cínicos oportunistas en la conmemoración estatal del movimiento feminista este 8 de marzo. La población xalapeña pudo constatar el exceso de fotografías y frases motivacionales de estos personajes respecto al tema, cuya exaltación gubernamental se reflejó en las enormes imágenes de funcionarias estatales que colocaron ese día en los balcones del palacio frente a la catedral.

Pero la torpe intención de Sara Ladrón de Guevara y de Cuitláhuac García, seguramente funcionaron como pedestres provocaciones ante la multitud de féminas congregadas en la plaza Lerdo y en la avenida Enríquez.

En efecto, y como lo presume en el discurso, parece que Sara logró disminuir el acoso sexual a las estudiantes universitarias. Pero solo lo consiguió gracias a que durante la pandemia, las clases han sido virtuales y las alumnas están resguardadas en sus domicilios. Y es probable que la enfermedad mental de esos malos maestros—bien identificados por el alumnado, por los directores y por los jefes del FESAPAUV—que pululan en varias facultades, la estén soportando las tolerantes esposas o novias de esos abusadores.

Ladrón de Guevara se ha pasado casi ocho años en la plenitud de la simulación como responsable máxima de esa casa de estudios. Académicos e intelectuales coinciden en que esta es la peor época de la institución, donde la señora ha dado infinitas muestras de ineptitud e irresponsabilidad, y según algunos, hasta de corrupción. Justamente una de las cosas que se le recuerdan fue la laxitud e importamadrismo respecto a varias acusaciones de acoso contra universitarias de todos los campus universitarios.

Por parte del gobernador Cuitláhuac García, es innegable que su administración está llena de damas que ocupan cargos relevantes. Pero extrañamente y salvo alguna excepción, esas mujeres no han sido responsables ni solidarias con el sector femenino. Ahí están los casos de la fiscal Verónica y de la secretaria de medio ambiente. Los numerosos casos de feminicidio no atendidos ni resueltos por la fiscal, y un vergonzoso caso de acoso sexual en la SEDEMA, desnudan el cinismo cuitlahuista de vender como oro su engañosa “equidad de género” en los nombramientos mayores. 

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Mujeres valiosas hay muchas en la estructura de gobierno, lamentablemente a las titulares que puso en esas fotografías colgantes, se les anula en su eficacia e independencia de criterio desde altas cúpulas en SEGOB, SEFIPLAN, el Congreso y la propia oficina del gobernador. Y es muy posible que ante esa costosa pasarela fotográfica, las exhibidas en tales retratos se hubieran sentido avergonzadas.  

Cuitláhuac García es un gobernante que perdió el norte hace mucho. Sus mesas de la paz, como la de este lunes en Ilamatlán, es un excelente ejercicio del despropósito, porque, en ese municipio casi no ha hecho obra pública y según él, fue a coordinar acciones de seguridad a un pequeño municipio de 15 mil habitantes, desde donde, además, aprovechó para conmemorar al movimiento feminista veracruzano.

Lo difunde en Facebook, y no falta quien, en ese medio le solicite acabar con el acoso sexual y laboral en el CECYTEV, cuyo director hace de las suyas a todo aire. Tampoco faltan ahí abundantes listas de menciones de los fraudes que se cometen contra profesoras y profesores a través de préstamos de financieras y donde el buen Zenyazen le hace gustosamente los mandados al habilidoso subsecretario Uscanga Villalba.

Con esas muestras “de apoyo” Sarita y Cuitláhuac resultaron ser simples “femilistos”. Nunca entendieron los valores e intereses de las mujeres. Y cómo lograrlo desde posiciones tan alejadas del feminismo auténtico.  

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