Héctor González Aguilar

El que no cree en la magia nunca la encontrará, decía Roald Dahl, uno de los escritores más leídos y exitosos de los últimos años, el público infantil disfruta de sus obras, por lo que es una excelente opción para invitar a la lectura.

Roald Dahl no necesita ningún tipo de publicidad, se han vendido millones de ejemplares de sus libros, y aunque fuera posible que no lo hayamos leído, seguramente hemos disfrutado las películas que se han basado en sus historias. Se le identifica como un escritor para público infantil, aunque sus inicios se ubican, en 1942, como relator de sus peripecias de cuando fue piloto de la Real Fuerza Aérea Británica durante la Segunda Guerra Mundial.

Roald Dahl nació en Gales en 1916, sus padres, de nacionalidad noruega, le dieron ese nombre en honor del explorador noruego Roald Admunsen, quien fue el primero en alcanzar el polo sur apenas cinco años antes. Roald quedó huérfano de padre en la infancia, su madre no regresó a Noruega, sino que permaneció en Gales para que sus hijos se educaran en las escuelas inglesas tal y como había sido el propósito de su esposo fallecido.

Su primera publicación infantil, Los gremlins, aparece en 1943, y su primer éxito ocurre con James y el melocotón gigante, en 1961. En sus historias predomina la magia y la curiosidad, sus personajes detestables casi siempre son adultos amargados o ambiciosos.

Su obra más conocida la escribió hacia 1988, se trata de Matilda, una novela basada en sus días de estudiante, cuando asistía a una escuela con fuertes normas disciplinarias. Matilda es una niña sedienta de conocimientos pero cuyos padres ni siquiera tienen la intención de enviarla a la escuela, resulta ser una gran lectora y además tiene ciertos poderes que debe aprender a controlar. 

Otra historia que, al igual que Matilda, se convirtió en un éxito de la cinematografía tiene que ver también con los recuerdos estudiantiles de Roald: cerca de su escuela había una fábrica de chocolates que enviaba muestras para que los niños las probaran y dieran su opinión sobre los sabores. A partir de esa experiencia escribió Charly y la fábrica de chocolate, la famosa historia de un niño pobre y un chocolatero, Willy Wonka, el excéntrico personaje que invita a unos niños a conocer su fábrica con la finalidad de encontrar un heredero. 

Roald Dahl escribía en una pequeña cabaña que tenía junto a su casa; al fin inglés, era un hombre metódico y disciplinado, trabajaba solamente de diez a doce de la mañana y de cuatro a seis de la tarde, pues estaba convencido que nadie podía permanecer concentrado por más de dos horas. 

Otro de sus cuentos, el Superzorro, dio origen a la película El fantástico señor Zorro, que es la historia de un zorro muy ingenioso que procura el alimento a su familia robando a tres granjeros nada agradables que dan inicio a una cacería implacable para capturarlo.

Roald Dahl era una persona de elevada estatura, alcanzaba casi los dos metros, un cuento en donde podemos encontrar a su alter ego es El gran gigante bonachón, un gigante de ocho metros de altura que se dedica a esparcir sueños entre los niños y que establece una bonita amistad con Sofía, una niña huérfana a la que lleva a conocer el  país de los gigantes.

Ver las películas basadas en las historias escritas por Roald Dahl nos hace pasar, sin duda, momentos agradables, pero leer los libros de donde surgieron esas películas inolvidables es una experiencia diferente que vale la pena experimentar, pues como el mismo autor decía, “si piensas llegar a alguna parte, tienes que leer muchos libros”.

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