Un geoglifo en forma de toro fue descubierto en el yacimiento arqueológico de Jonderguéi 22, en la república de Tuvá, en el sur de Siberia, comunicó el pasado viernes el Instituto de Historia de Cultura Material de la Academia de Ciencias de Rusia.

Según se detalla, el objeto data de las etapas tempranas de la Edad de Bronce, que en la zona empezó a finales del tercer milenio antes de nuestra era, es decir, que es aproximadamente el doble de antiguo que los geoglifos de Nazca, creados entre el siglo V antes de Cristo y el V después de Cristo. El geoglifo encontrado en Tuvá formaba parte de un complejo ceremonial más grande, que incluía también un montículo erigido sobre el geoglifo, pero sufrió daños considerables en la modernidad.

“De la imagen se ha conservado solo el anca (la parte delantera fue destruida en los 1940 durante la construcción de una carretera)”, indica Natalia Lázarevskaya, quien estuvo a cargo de los trabajos.

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La arqueóloga resalta que se trata de un hallazgo único en la región: “Previamente, no se habían hallado geoglifos similares en Tuvá. Análogos de esta imagen los hay entre los petroglifos de Kalbak-Tashá I, en el Altái ruso”, una región vecina de Tuvá.

Por su parte, la jefa de la expedición de Tuvá, Marina Kilunóvskaya, indicó que el motivo del toro “era muy característico de las culturas de Asia Central precisamente durante la época de bronce temprana” y solo fue reemplazado por el ciervo en la era de los escitas. Sin embargo, esta es la primera vez que se halla un geoglifo con la forma de ese animal, “tal vez incluso en toda la región de Asia Central”.

“La singularidad del hallazgo y las amenazas a su conservación por la parte de la carretera cercana lo convierten en un objeto más que apropiado para la museificación. Actualmente estamos trabajando con nuestros colegas en Tuvá para hacerlo posible”, indica Kilunóvskaya.

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